La confesión

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Tanto Pete como yo nos quedamos atónitos ante el grito de Tweek. Autoritario, imponente, intimidante; el rubio sacó una parte de sí que nunca había visto, por primera vez en mi vida lo veía realmente molesto.

—Pete, creo que Craig ya te dejó muy claro que te vayas. Así que... ¡TE LARGAS DE ACÁ YA! —exclamó, fúrico; cerrando sus ojos y apretando sus puños.

—¿Entonces las cosas son así? —preguntó, mientras se levantaba. Pasó su mano por su adolorido y golpeado rostro, dándome una mirada fulminante— Este llega y tú pierdes la noción de todo, ¿ya se te olvida todo lo que pasó, todo lo que te dije?, por Dios, Tweek.

—Yo sé como manejo mi vida, y yo sé qué quiero y que no —respondió él, firme y sin mostrar debilidad—. No te quiero acá... por favor, vete.

—Bien, bien... bien. ¿Sabes?, espero que eso te sirva para que te des cuenta.

—¿Qué me de cuenta de qué? Tú fuiste quien quiso que todo esto pasara así, y ahora vienes a hacerte el doliente y el preocupado.

—Y sé por qué lo hago. Desde que me enteré que este —dijo, haciendo referencia a mí— estaba acá no pude evitar venir a hablar contigo, pero como te puede más el rencor y el pasado, está bien, nada que hacer. Pero te recuerdo algo: una vez que toques fondo vas a entender por qué no quiero a este tipo acá.

—¿Terminaste?, creo que fui claro cuando te dije que te largues.

Pete se levantó, se dio la vuelta y caminó hacia la puerta del local. Antes de salir tomó un poco de aire, se tomó la frente y volteó a mirar a Tweek. Por unos segundos no hubo palabras ni movimientos, las miradas dominaron el ambiente. Pete se veía disgustado, confundido también. En contraste, Tweek lo veía con enojo e impaciencia, lo quería ya mismo.

—Te voy a dar el gusto, amigo. Pero te voy a recordar algo. Ese que tienes al lado te dañó, lo sabes; y volvería a hacerlo, sólo le importa su parte de la historia. Ten eso presente.

—¿Tú que sabes, imbécil? —pregunté.

—Silencio, hablo con Tweek.

—¿A qué se refiere, Tweek?

—Pete, se acabó, vete y no vuelvas a mostrarte por acá.

—Será un placer. Tucker, Tweak; buena suerte —dijo él, despidiéndose y alejándose del lugar.

Pete se fue, finalmente nos dejó, pero no en paz. Había algo que me tenía muy incómodo y angustiado... "Ese que tienes al lado te dañó, lo sabes; y volvería a hacerlo, sólo le importa su parte de la historia". ¿Qué quiso decir con eso?, ¿a qué hacía referencia con que le hice daño?, ¿sabía de nosotros? Las preguntas inundaron mi cabeza, y sólo había alguien que me podía responder dichas incertidumbres.

Tweek me ayudó a levantarme, y me llevó al baño. Lavó la sangre de mi rostro, limpió mis heridas, y las cubrió con venditas. Él se notaba preocupado por mi estado, y era de hecho un acto bastante lindo, uno que me gustó... no obstante había algo que me impedía disfrutar de ese lindo detalle, pues lo que había dicho Pete me generó bastantes dudas.

—Tweek.

—¿Sí?

—Sabes qué te voy a preguntar sobre eso, ¿verdad?

—...supongo —dijo, luego de unos segundos de silencio.

—¿Por qué dijo eso?, ¿él sabía? —pregunté, mirando a Tweek en el espejo del baño.

—Porque yo se lo dije —respondió, bajando la cabeza—. Lo siento, no tenía intenciones de hacerte quedar mal como dice él, es sólo que... él era mi amigo, necesitaba hablar con alguien.

Él es Tweek Tweak, y es mi novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora