Noté su ausencia desde el momento en que colgué la llamada que tenía con él. Supe que nada iba a ser igual desde ese momento, pues todo lo que me había hecho feliz hasta ese día se iba a desvanecer poco a poco hasta que no quedase nada en absoluto.
Ese viaje largo de la universidad a mi casa fue más largo de lo usual, fue un tormento que me hizo sufrir por dos largas horas. El aburrimiento, la sensación de vacío en mi corazón, el dolor de cabeza por tanto llorar, y las ganas insaciables de llegar a mi casa y lanzarme a mi cama para poderme desahogar. Ya no podía chatear con él mientras iba en el bus, tampoco podía esperar un '¿sí llegaste bien?' al momento de llegar a casa. Ya no podía esperar nada, él y yo ya no íbamos a hacer eso de nuevo.
Pasadas esas dos horas, y tras una habitual caminata desde el paradero del bus hasta mi casa, pude sentir un leve alivio. Busqué mis llaves en mi mochila, las tomé y abrí la puerta. Sentí el silencio, la oscuridad y la soledad. Cerré la puerta a mis espaldas, y sintiéndome totalmente destrozado caí de espaldas contra ella, deslizándome hasta el suelo para sentarme a llorar de manera desesperada. Nunca antes me sentí en una soledad tan devastadora como la que sentí en ese momento. Las cortinas estaban cerradas, no entraba algún rayo de luz por las ventanas. La voz de mi hermana no retumbaba por las paredes de casa, estaba en otro lugar. No estaba mi mamá o mi papá para recibirme como sí lo hacían al llegar de la escuela, estaban trabajando. No tenía nada ni nadie que me recibiera, estaba sólo.
Saqué fuerzas y me levanté del suelo, caminé hacia las escaleras y emprendí mi subida hacia mi habitación. Cada escalón dolía, cada paso me hacía querer renunciar y dejarme caer en el suelo, no encontraba ninguna motivación más que ir a mi cama y dejar que el azar decidiera qué pasaría con mi vida.
Entré a mi habitación y encendí la luz. Estaba todo hecho un desorden, no había nada rescatable allí. Aún sin muchas ganas puse a cargar mi teléfono. La batería estaba casi agotada de oír música todo el viaje, y, aunque ya no iba a responder mensajes, igual debía estar atento a cualquier cosa. Al encender la pantalla me encontré con unas notificaciones. Tenía unas recompensas de un juego, unos likes en una foto, un mensaje de Stan que decía "lo siento", y... ¿una solicitud de amistad? Abrí la aplicación, y al ver quién había enviado esa solicitud, me quedé petrificado. Era él.
La acepté de inmediato, y por supuesto envié un saludo al instante. Por un momento mis problemas se borraron, y de hecho me sentí mejor cuando me respondió y empezamos a hablar. Hablamos un poco, algo mínimo, y sin mucho rodeo arreglamos vernos en un puente que conectaba su barrio con uno cercano al mío. Sin más, a las cuatro de la tarde iba a estar de vuelta junto a él.
Me levanté de cama emocionado, respirando con emoción. Lo iba a volver a ver, no era un sueño, ¡lo iba a volver a ver! Asalté mi armario con prisas, saqué mi abrigo azul favorito junto a mis jeans negros de siempre. Esa vestimenta iría acompañada con una gorra azul y unos tenis, claro, de color azul también. Fui al espejo, me acomodé un poco el cabello, me lavé los dientes y me miré una última vez, saqué un frasco de colonia que tenía de tiempo atrás y me apliqué un poco. Me hice una esperanza, me sonreí y me tomé confianza: «Te ves hermoso, Craig Tucker» pensé. Sonreí, me veía como el más guapo de todo el puto pueblo, pero eso duró poco. En una transición rápida esa sonrisa desapareció, dejando ver una mueca de inseguridad y duda «En qué estoy pensando. Llevamos cinco meses sin hablar... ¿por qué me ilusiono tan fácil?»
Era cierto, llevaba bastante tiempo sin saber de Tweek, desde... bueno, aquella ocasión. Y sí, era la oportunidad de ver al chico que pensé jamás volvería a ver, pero, ¿qué pasó con mi orgullo?, ¿dónde estaba mi honor? Aunque el rubio fuera por mucho el primer amor de mi vida, es cierto que él nunca fue tan cariñoso ni especial como lo fue Stan conmigo... o, bueno, al menos no de la misma manera. Me hacía cartas, me mandaba fotos, me enseñó a amarme a mí mismo, me sacó de la soledad y la monotonía. Quizá si le debía algo más, pero... ¡No!, no debía justificarlo. Él me dejó cuando más lo necesitaba, se fue, despareció por cinco meses, me ignoró, me despreció. Pero... en el fondo, en el mero fondo de mi corazón, aún sentía lo mismo, a pesar de todo... lo amaba.
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Él es Tweek Tweak, y es mi novio
FanfictionCuando terminas con tu pareja afrontas mil cosas. Sentimientos encontrados, recuerdos dolorosos, y la impotencia de no poder hacer nada al respecto de la perdida de la persona que decía amarte. Debes afrontar un futuro nuevo, con otras personas, emp...