Chantaje fraternal

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Terminó ese día con una duda en mi cabeza y una propuesta sobre la mesa. Trabajar con Tweek no sería lo más gratificante ni motivador, pero de ahí a estar en un trabajo insípido, aburrido y mediocre, como alguno que podría conseguirme mi papá —además con alguien que no conozca—, era la mejor opción. Al menos había algo claro, él y yo no íbamos a involucrarnos, lo cual era lo mejor. Yo sabía que mis sentimientos por él no habían muerto, pero era consciente también de que no debería hacerme ideas que no fueran al caso. La manera en que se comportó al pedirme que me una a la cafetería fue muy diferente a todas las veces anteriores que nos vimos. Fue serio, hasta donde pudo, nada de ir por otro camino... ¿realmente quería que fuese así?

Alrededor de las 7 de la noche alguien tocó al timbre. Era mi hermana, que había llegado de quien sabe dónde. Bajé despacio, sin afanes, y le abrí la puerta de la misma manera, sin prisas. Entró como un toro descarriado, empujándome en el camino y haciendo estorbo con unas bolsas.

—¿Cómo te fue con tu novio? —preguntó mientras se quitaba el abrigo.

—¡MALDITA SEA, QUE NO ES MI NOVIO! —exclamé, cerrando la puerta de golpe.

—Sí, eso es lo que uno diría cuando quiere ocultar a su novio. ¿Me vas a contar de cómo se conocieron o no es apto para menores?

—Por Dios... —dije, tomándome la cien en señal de fastidio— Ni somos novios, ni hicimos nada, y si así fuera tampoco es tu asunto, mocosa.

—Que histérico que eres, Craig, podría apostar a eres la chica de la relación.

—¿Por qué una hermana, Jesús? ¿me odias? —dije en voz baja mientras me alejaba de mi hermana—. Mejor me dices como te fue, ¿no?

—Genial, obviamente. Siempre es lindo cuando te compran ropa... Tu novio te compra ropa, ¿verdad? —dijo entre risas.

—«Ignoraré eso»—pensé—, así que te compraron ropa, ¿ya tienes novio?

—Igual que tú, estúpido hermano.

—Vete a la mierda, ya es suficiente, no estoy de humor para tus idioteces —estiré mi mano y le hice una seña con el dedo medio.

—Sí, sí, sí. Tú tambien vete a la mierda —respondió de igual manera.

Tricia subió sus cosas a su habitación, encerrándose en el proceso. Ya estaba en esa edad de ser la consentida de alguien, o bueno, eso parecía. Mi hermana llevaba unos cuantos meses así, saliendo con un chico que aún no conocía. Por supuesto debería saberlo, otro tipo de hermanos no dejarían pasar eso así como así; pero este no era mi caso. Si ella quería salir con alguien, debía ser sin presiones externas, sin interrogatorios ni 'chismes'; tenía derecho a vivir su vida... ojalá ella pensara de la misma manera, claro, entendiendo también que Tweek y yo NO somos novios.

En vista de que era tarde, y tenía hambre, pedí una pizza a domicilio. Una familiar de pepperoni sería suficiente. Al cabo de 15 minutos un llamado a la puerta me avisó que mi pizza ya estaba aquí. No costó mucho, unos 10 dólares, algo que tenía separado en mis pantalones por alguna emergencia. Recibí la pizza, pagué con ese billete arrugado, y bien que tenía la caja en mis manos y cerré la puerta empujándola con mi pie derecho. Fui sonriente, contento y a gusto hacia la mesa. Era hora de comer. Abrí esa caja, dejando salir ese suculento aroma. El queso derritiéndose, las rodajas de pepperoni soltando su esencia, y claro, el humo emergiendo de esa obra de arte llamada pizza familiar de un ingrediente a 20% de descuento. No tenía nada que envidiarle a nadie. ¿O sí?

—¡Craig! —gritó mi hermana desde su habitación.

Ugh, a lo mejor envidiaba a quienes no tienen hermana.

—¡¿Qué?!

—¡También quiero pizza!

—Olvídalo, dile a tu novio que te compre una también.

—¿Perdón? —dijo ella, desde su puerta, dejando oír más claro su voz— ¿acaso mi papá sabe que TU NOVIO te compró una pizza?

—La compré yo, no intentes chantajearme.

—¿A quien crees que papá le crea?, sólo digo ¿eh?

—«Que te costaba aguantar con un solo hijo papá...» Está bien —respondí a regañadientes—, baja y agarra dos pedazos.

—Es lindo cuando cooperas hermanito —dijo ella al bajar a la sala.

Mientras tomaba un plato y sus pedazos correspondientes no dejaba de mirarme con una sonrisa forzada a más no poder, se estaba burlando de la forma más ruin posible, ¡me tenía totalmente dominado! Quien fuera hermana menor para dominar así el mundo.

La noche terminó así, pues después del manjar no hice más que ir a la cama a prepararme para el día que se venía en la universidad. La comida me dejó satisfecho, y vaya que me ayudó a dormir, caí como un marrano a la cama y una vez cerré los ojos no los volví a abrir sino hasta que sonó mi alarma.

El nuevo día empezaba como cualquier otro. Sin prisas, sin afanes, siguiendo una rutina ya establecida: despertar, hacer la cama, bañarme, vestirme, comer, lavarme los dientes y tomar el bus a la universidad. En medio de este proceso solía estar sólo, pues mis padres salían a trabajar mucho antes que yo. Esta vez fue diferente, pues papá seguía en casa, lo cual noté a la hora de hacer mi desayuno. Bajaba por la escalera cuando me llegó el olor a huevos fritos y chocolate, era él, preparando el desayuno de ambos.

—Buenos días hijo, ¿cómo va todo?

—¿Papá? —pregunté asombrado—, pensé que ya estabas en el trabajo.

—Hoy empezamos más tarde, hay celebración de los 25 años de la empresa, así que será un día ligero.

—Ah, ya veo. «Ojalá me pase eso en la universidad algún día»

—Por cierto...

—¿Sí?

—¿Ayer vino alguien a la casa?

—Ah, no, por supuesto que no.

—¿Seguro?, Craig, odio las mentiras.

—Ya somos dos, por supuesto —respondí medio nervioso. ¿Papá sabía que vino Tweek? —, ¿p-por qué la pregunta?

—Me alegra oír eso. Y no, nada en especial. Como sabes tu hermana está en esa edad, y bueno, no me gusta que traiga muchachos por acá. Esto no es un hotel.

—Ah no, no para nada. Sabes que de eso me encargo bien, papá.

—Esa es la actitud hijo —dijo orgulloso pasándome el plato con un huevo y queso rallado— pero lo mismo va para ti, nada de traer chicas a la casa, no quiero un padre prematuro. Primero termina la carrera, luego podrás tener novias.

—«Ay papá, si tan sólo supieras...» Claro. E-eh, creo que mejor cómo rápido antes de que se me haga tarde.

—Me parece bien. Buena suerte en las clases.

Comí a prisas, tanto que me sentó mal. No lavé mis dientes, fui directo a por un abrigo y salí directo a la parada del bus. ¡Esas conversaciones con mi papá sí que eran incomodas! Me senté en el paradero y me coloqué los audífonos. El bus tardaría lo suyo, no quería aburrirme, la música sería la mejor opción. Cerca de 10 minutos después pasó mi ruta, el mismo pequeño bus blanco de siempre, con luces por debajo simulando ser un auto de rápidos y furiosos, y una muñeca hawaiana en el tablero del conductor, muy elegante, sí. Tomé un asiento del fondo, como de costumbre, y dejando uno guardado a mi lado para Red en caso de que tomara el mismo bus. Así fue, el bus tomó la curva a la izquierda para llegar a su paradero, donde este se detuvo y la dejó subir. Al verme no dudó en tomar el asiento que reservé para ella. Se hizo a mi lado y empezamos a hablar.

—¿Y bien?

—Bien... Muy, muy bien —dijo con la mirada baja, pero una sonrisa de oreja a oreja.

—Te conozco, ¿ya se besaron?

—¡Sí! No me lo vas a creer, fue super romántico, todo fue genial.

—Tenemos todo el viaje, cuéntame qué pasó, soy todo oídos.

Él es Tweek Tweak, y es mi novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora