Inspiración

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Mikaela siempre se caracterizó por ser un hombre ocupado y sumamente serio con su trabajo. Cuando tomaba su computador, y la inspiración llegaba a él, solía crear los más bonitos escenarios que su capacidad, talento y años de estudio y práctica en la escritura le permitía.

Pero, cuando su inspiración se encontraba al máximo, un dulce hombre llegaba y le pedía amor.

Normalmente, Mikaela escribía al anochecer, porque la tenue luz de la luna y de las estrellas haciéndole compañía, lograban integrarlo en un mundo de fantasía donde las palabras fluían en su mente como agua de manantial, y su imaginación explotaba.

Pero, Yuu estaba acostumbrado a abrazar a alguien mientras dormía, y por esta razón, Mika a veces escribía en su teléfono siendo abrazado por su novio que dormía plácidamente. A veces, era un poco cansado, pero lo prefería así, porque Yuu era una personita especial y maravillosa en su vida.

En una ocasión, Mika escribía el final de su décimo quinto libro y tercer libro de la saga que se encontraba escribiendo, pronto a publicar, y debido a que se había atrasado mucho teniendo en cuenta que había tenido que ir a un par de firmas por sus long seller, y tuvo que asistir a un par de reuniones para sacar películas y series, el estrés le empezó a consumir.

No solo eso, Yuu que también había tenido mucho trabajo acumulado en el hospital como enfermero debido a falta de personal, lo único que quería hacer era estar con Mika y el mismo a veces tenía que viajar lejos y ambos hacían videollamadas por las noches para así, los dos que estaban tan acostumbrados el uno al otro, pudieran dormir.

Cuando las cosas se habían calmado con personal faltante en el hospital para Yuu y con reuniones de trabajo y conferencias para su público, Mikaela por fin podía poner manos a la obra como normalmente acostumbraba.

Sin embargo, debido a que ahora sí necesitaba de mucha concentración, la primera noche que dejó a Yuu y se dirigió a su estudio, el azabache se despertó a media noche para pedirle dulcemente que volviera a la cama con él, y es que Mika después de un par de párrafos solía quedarse dormido si era abrazado por su novio, así que se negó y le pidió un poco cansado, no por Yuu, sino por su trabajo, que se fuera a dormir sin él.

Yuu frunció los labios y abrazó uno de los brazos del rubio, con una mirada de perrito regañado, volvió a pedirle que fuera con él a dormir. A Yuu no le gustaba que Mika se desvelara.

El rubio por otra parte, le pidió un poco grosero a su novio que le dejara trabajar, y Yuu sintió su corazón dolorido.

—Amor, solo quiero que duermas conmigo. En la mañana puedes trabajar, sabes que no estoy todo el día, por lo tanto, ni siquiera habrá mucho ruido.

—Yūichirō, por favor vete a dormir y déjame en paz.

Jamás en toda su relación, Mika había dicho de esa manera las cosas a su novio, y este se dio media vuelta para irse a dormir.

Tenía alrededor de una semana antes de la entrega de los últimos capítulos de su libro, y es que todavía ni había editado los demás capítulos, así que se sentía sumamente frustrado.

El resto de la noche, no pudo escribir un solo párrafo completo. Empezaba a escribir, lo sentía aburrido, y lo borraba.

Intentó incluso iniciar uno de los nuevos libros que tenía planeados, pero nada salía.

Leyó su línea temporal, las personalidades de sus personajes, revisó toda la información externa que tenía, pero no pudo seguir. Ya habían dado las seis de la mañana y no avanzó ni un tramo.

Normalmente podía escribir un libro, a lo mínimo en seis meses, cuando su inspiración era desbordante, como con sus últimos seis libros, después de conocer a Yuu, todos y cada uno, antes de iniciar su proceso de edición personal, los terminó de escribir en tres meses. Había sido realmente un gran logro para él, en especial porque sus capítulos ya eran mucho más detallados y extensos sin llegar a lo aburrido que anteriores libros con menos cantidad de capítulos o menos detalles en sus relatos.

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