come, verga 2

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Desde aquella última plática larga que Mika y Yuu tuvieron, ninguno de los dos tocó el tema de sus sentimientos.

Mika no lo sabía, pero Yuu le correspondía. Y si bien, el azabache se encontraba totalmente consciente de que ambos podrían ser algo más que simples mejores amigos, sus nervios atacaban siempre que deseaba expresar sus emociones. Incluso dejaron de tener conversaciones por teléfono tan alargadas como era tan usual, apenas y llegaban a la media hora. Eso era demasiado poco para ellos.

La cuarentena seguía ahí, pero, por lo menos ya podían salir más a menudo y solían encontrarse una o dos horas, una vez a la semana, porque ciertamente no podían vivir el uno sin el otro.

Aquella tarde, Yuu se encontraba esperando a su mejor amigo que iría asu casa. Por lo mientras, hablaban por medio de WhatsApp.

Yuu: ¿Ya vienes?

Yuu: ¿Estás cerca?

Yuu: ¿Te estás fijando al cruzar las calles?

Mika rió ante los mensajes del menor, negando con la cabeza.

Mika: Yuu-chan, ni siquiera tengo que cruzar calles para llegar a tu casa.

Yuu: ¡Pero ten cuidado! ¿Ya vienes?

Mika: tranquilo, estoy comiendo. Termino y voy.

Yuu: ¿Qué comes?

Mika: Estoy comiendo curry, y verga

Mika: ¡Es delicioso!

Yuu: ¿No dijiste que ibas a comerme a mí la verga?, ¿Cómo puede ser delicioso el curry y la verga si en primera no comes curry conmigo y en segunda no es mi verga?

Yuu sonreía con coquetería. Era la segunda vez que se atrevía a hacerlo, y lo hacía en ese momento porque sabía que personalmente se sonrojaría hasta las orejas ante la vergüenza.

Mika: ...

Mika: ¿Eres Yuu-chan?

Yuu: A tus órdenes.

Mika: Voy a tu casa.

Yuu: ...¿No me vas a responder?

Yuu: ¿Mika?

El azabache comenzó a hacerle spam al rubio, sus nervios atacaron. Su idea era de molestar al rubio, y sin embargo, ya sentía que el molestado terminaría siendo él. Estuvo a punto de llamarlo, no obstante, el timbre de su casa se encontraba sonando, y para su desgracia sus padres no se encontraban en su hogar.

Entró en pánico, caminó pronto a la puerta, luego se alejó. Corrió a la cocina y volvió a la entrada. Cuando el timbre volvió a sonar, se resignó y abrió la puerta carraspeando. Quizá Mika no diría nada acerca de ese mensaje.

—Traje curry —sonrió con inocencia el rubio.

—¡Ah! —los ojitos verdes del menor brillaron con alegría admirando el topper de su contrario con entusiasmo, haciéndose a un lado para que pasara el rubio, una vez dentro, antes de que pudiese decir algo más, Mika le avergonzó fuertemente.

—Ahora falta tu verga —le guiñó el ojo, quitándose el estorboso cubre bocas en color negro que usaba en ese momento.

El azabache se atragantó con su propia saliva. Su contrario se encontraba sonriendo con esa carita de ángel con tanta inocencia y pureza que aparentaba no decir ese tipo de palabras.

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