Máquina

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A pesar de ya ser mayores de edad, Yuu seguía siendo un niño por dentro; curioso, inocente.

Y Mikaela adoraba aquello.

Entonces, al entrar en aquel laboratorio antiguo, el rubio y su novio investigaban todo, claro; el ojiazul cuidando que su chico no tocase nada.

—¡Mika, mira! —pidió el ojiverde apuntando a una extraña máquina con telarañas y llena de polvo.

—¿Qué es eso? —cuestionó admirando aquello.

El azabache sonrió con malicia, y Mika supo que las intenciones de Yuu les podría traer problemas.

—Es una máquina del tiempo.

El rubio ladeó la cabeza.

—Seguramente no funciona, Yuu-chan.

—¡Hay que intentar averiguar si sí lo hace! ¡Por favor! —pidió haciendo ojos de perrito regañado a medio morir.

El chico sabía que él no podía resistirse a las caritas que hacía, por lo que Mika soltó un suspiro frustrado.

—Está bien...

Ambos intentaban encontrar una manera en que la máquina encendiera, por lo que estuvieron moviendo cables y presionando botones hasta que al fin prendió.

Yuu emocionado soltó un grito de victoria; grito que no duró mucho pues de repente pareció haber entrado en una nueva dimensión, llena de luces blancas y amarillas que lo tragaban.

Luego pareció ser escupido, y al ver el lugar en el que se encontraba, se dio cuenta de que estaba en Sanguiem.

Arriba de él aterrizó Mikaela, quedando así ambos en el suelo, acostados; Yuu debajo del rubio.

—¡Rayos Yuu-chan! ¡Sabía que algo malo sucedería! —regañó el rubio, pero se calmó al tener frente a él las nalgas de su novio.

Sonrojado apartó la mirada, maldiciendo lo sexy que su pequeño novio era.

—¡Me aplastas, Mika! —se quejó el menor, logrando que el rubio se quitara y le extendiera su mano para ayudarle a levantarse. Había cambiado de tema adrede, no quería discutir por lo sucedido en ese momento.

Yuu tomó la pálida mano de su pareja, siendo jalado con fuerza, provocando que Mika le diera un rápido beso en los labios; el azabache se sorprendió sonrojándose fuertemente, molestándose cuando escuchó a su novio soltar una tenue risa.

—¡C-cállate! —expresó tapando su rostro.

—Ni creas que estás salvado, cariño. Necesitamos analizar la situación.

—¡Mika! —gritó a susurros tomando el brazo del mencionado para jalarlo y esconderse tras una pared.

Ambos vieron a un par de vampiros caminar, y unos cuantos niños jugar.

Debían tener cuidado.

—Vaya, Yuu-chan. Sí que piensas en las consecuencias —susurró burlón el mayor.

—Calla, vamos a donde era nuestra casa. Quizá y allí esté nuestra familia...

Yuu bajó la mirada levemente, aún a pesar de todo el tiempo que había pasado, les extrañaba tanto.

—Pero debemos de tener cuidado, y no podemos decir información sobre el futuro.

Yuu asintió.

Tomados de la mano y con agilidad, se dirigieron al lugar antes mencionado; una sonrisa nerviosa y nostálgica estaba dibujada en sus rostros; y sus corazones latieron rápidamente al estar enfrente de la entrada de donde vivieron por tanto tiempo.

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