Destino 3/3

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Cuando llegaron a casa, después de aquel hermoso día, Mika cargó al estilo nupcial a su ahora esposo. No le importaron las quejas de este pidiéndole que lo bajara y renegando con que no era una mujer.

Lo dejó en la cama con delicadeza, besando la frente de este.

Después ambos unieron sus labios, y se entregaron el uno al otro.

Quizá no por primera vez, pero había sido una de las mejores veces en que hicieron el amor.

A la mañana siguiente, Yuu fue el primero en despertar. Su abdomen estaba rodeado por los brazos de su esposo. Se dio media vuelta y besó su frente.

—Mika... —llamó el azabache soltando un bostezo.

El rubio soltó un sonido parecido a un gruñido, abriendo solo uno de sus ojos para admirar a su contrario.

—Buenos días, señor Mikaela.

El mencionado dejó salir una tenue risa, besando los labios de Yuu.

—Buenos días, señor Yūichirou.

Después de desayunar, disfrutaron de su conpañía mutua. Ni siquiera se tomaron el tiempo de pedir vacaciones y revisar algún lugar para pasarlo en luna de miel. Simplemente llegar a casa después del trabajo a sabiendas que allí se verían les era de su total agrado. Aún si ya vivían juntos, se sentía más especial al saberse legalmente suyos; sabían que había sido la mejor decisión que habían podido tomar.

Aunque suerte tenían de Yuu tener a una madre obsesionada con lo cursi.

Por ello, cuando Yuu se dispuso a acomodar los trajes y llevarlos a la tintotería, recordó el sobre que su madre le había dado.

Lo buscó en el bolsillo de su pantalón, llamando a su esposo quien se encontraba cocinando algo; el rubio enseguida fue al encuentro del ojiverde, admirando lo que portaba entre sus manos.

—¿Qué es eso, Yuu-chan? —cuestionó este acercándose a su esposo mientras le abrazaba.

—Un regalo de mamá. Pero me dijo que lo abriera junto a ti.

El menor abrió aquel sobre, y ambos se miraron con una sonrisa una vez Yuu sacó dos pasajes hacia Francia.

Porque sí, Kaede era una romántica empedernida.

Y sabían que no aceptaría los pasajes de vuelta.

Tenían todo incluido; el hotel, la comida y el turismo. Ahora solo tenían que pedir vacaciones.

~

—¿Ya estás listo, Yuu-chan?

El azabache no respondió, prepcupando a Mikaela.

Lo buscó por toda la casa hasta encontrarlo en la sala, donde acariciaba al pequeño Curry quien estaba acurrucado en Yoru.

—Está demasiado tranquilo.

Mika se agachó comenzando a acariciar a la par de su esposo al tierno y bastante grande perrito.

—Algún día él se irá... Como todos.

—No seas insensible. Es tu perro, ¿por qué dices eso?

Los ojitos verdes de Yuu se llenaron de lágrimas; Mika lo abrazó enseguida, acariciando sus cabellos negros.

—Yuu-chan, a mí también me duele verlo así de débil, sin jugar como antes. Pero así pasa... No podemos hacer nada por cambiarlo. Lo siento, cielo.

Yuu lloró un poco, más se separó limpiando sus lágrimas, y acariciando la cabecita de Yoru. Este seguía siendo un poco más activo que Curry.

—Sabes que mi mamá no dejará de venir a verlos, cielo. Estarán bien —murmuró Mika.

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