Lindo gatito

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El pudor recorría cada parte del cuerpo del azabache, teniendo en cuenta también que le debía una disculpa a su novio. Sabía que lo había herido.

“—Déjame tener amigos, deja de ser tan sobreprotector conmigo, deja de llamarme a todas horas Mikaela, eres molesto—. Sus palabras salieron sin pensarlo, él realmente quería ir a comprar un presente para él, por lo que debía improvisar, y salieron esas palabras.

—Lo comprendo... Lo siento, yo... —Yuu se asustó al escuchar la voz temblorosa del rubio—. Eh... Iré, me iré a ca-casa.

Yuu se quedó mirando al rubio por unos segundos hasta que desapareció de su vista. Su corazón dolió de verlo así, pero estaba tan metido en su papel para que no lo siguiera, que terminó hiriéndolo, cosa que no estaba en sus planes.”

Yuu suspiró, acomodándose la cola de gato del cinturón que llevaba puesto.

Acomodó las orejas negras con blanco en su cabeza, y volvió a mirarse en el espejo. El rubor no había dejado su rostro en ningún momento.

Fuera de su casa, la camioneta de Kimizuki ya se encontraba estacionada, mientras pitaba para que diera a entender que debían poner en marcha su plan.

El azabache llevó la caja grande que adquirió en una tienda de abarrote, la cual él mismo había decorado, y arreglado a una esquina de la puerta mientras la abría. Se metió en ella y llamó a Kimizuki para que entrara, este último ingresó en la casa de su azabache amigo, para posterior a ello tomar la tapa de la caja, ponerla allí por un momento y subirla a su vehículo.

Cuando estuvo dentro quitó la tapa dado a que Yuu temía que se ahogara dentro de esta, aún teniendo algunos agujeros donde el oxígeno podía ingresar y el dióxido de carbono salir.

Mientras el de cabellos rosados manejaba a la casa de Mikaela, el azabache pensaba en la primera vez de ambos.

“Desde hace tiempo los besos que se daban eran más subidos de tonos, tenían roces con la ropa puesta, no obstante, de vez en cuando sus manos viajaban a través de ella.

Estaban en la alcoba del rubio, ese día sus padres no se encontraban, y de tantos besos que se habían dado, en ambos, algo dentro de sus pantalones se había despertado.

Se supone que iban a hacer cualquier cosa dentro de la palabra "normal", refiriéndose a quizás ver una película, charlar, comer u otras cosas más.

Pero no, ahí estaban proporsionándose besos calientes, dejando sus manos pasear por sus cuerpos, y suspirando con pesadez.

De repente, sus camisas yacían tiradas en el suelo, Yuu acostado boca arriba y Mika encima de él.

Mikaela rozaba su pierna con el miembro aún cubierto por el pantalón y bóxer de Yuu, mientras lamía, besaba y mordisqueaba el cuello de su novio.

De los delgados labios del azabache salían sonoros suspiros y jadeos llenos de placer.”

—Maldita sea—renegó Yuu al sentir que algo dentro de su pantalón crecía.

Sus mejillas estaban manchadas de rojo, producto de los recuerdos que había tenido, aunque seguía teniendo ese dolorcillo de culpabilidad en su pecho ante las estúpidas palabras que había dicho a Mikaela.

Suspiró con frustración tentando con sus manos los demás objetos que había en la enorme caja, que apenas había entrado en la camioneta de Kimizuki, la cual la habían ambientado para que pudiese estar más amplia y espaciosa quitando los asientos.

Allí todo estaba en orden. La caja de bocadillos, los juguetes y cremas para la piel de Yūichirō, la carta que había escrito para su chico, y la pequeña caja que contenía un hermoso collar de plata con algunas perlas incrustada en ella con una letra “Y”.

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