Besuqueo

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Vivir en un internado de vez en cuando no es tan malo.

A Mika le gustaba: compartía habitación con su mejor amigo, y para suerte de ambos chicos, al lado izquierdo de su habitación dormían Lacus junto con Kimizuki, y al lado derecho Yoichi y Rene. La verdad, para desgracia de los últimos cuatro, ya que el más alto y el pequeño castaño llevaban una relación bastante bonita y duradera, y bueno... Lacus y Rene, como en el caso del rubio y el de ojos azules, eran mejores amigos.

Ahora bien, en ese momento, Lacus se encontraba conversando animadamente en la habitación de aquellos mejores amigos (enamorados), que solía ser el punto de encuentro entre los seis, es decir, los dueños de la habitación, el pelimorado, el azabache de ojos rubíes, el más pequeño de todos y el de cabellos rosados.

—Oye, Mika, tengo un reto para ti —argumentó el de ojos rubíes emocionado.

—No gracias, prefiero abstenerme de tus niñerías.

—¡Vamos, no seas aburrido! —pidió—. Es solo para darle emoción a nuestras miserables vidas —dijo entonces, lo que causó una tenue risa en Mikaela—. Consiste en besar al primero que entre al cuarto. Es más, tú al primero en entrar y yo al segundo, ¿qué te parece?

El rubio suspiró inconforme, e iba a negarse, sin embargo antes de aclarar su negativa, abrió el cuarto su mejor amigo, causando una revolución en el ojiazul debido a que, besar a Yuu, al contrario de desagradarle, le fascinaba la idea.

—Oh, Yuu —sonrió Lacus admirando a su amigo de manera indiscreta, seguro de que ahora deseaba seguir su juego.

—¡Hola, chicos! —saludó el azabache, bastante inocente e ingenuo pues no se percataba de la tensión, nervios y ansias en Mikaela, que se había parado de su lugar para caminar hacia el azabache.

—Yuu-chan, me han retado a algo, así que por favor no te enojes conmigo —advirtió, extrañando al mencionado, y el mismo quedó aún más estupefacto cuando sus labios fueron prisioneros de los de su mejor amigo.

Más que renegar, alejarse o gritar, decidió dejarse llevar. Era obvio que de mejores amigos no tenían nada: era evidente que se amaban y que deseaban ser algo más.

Lacus sonrió enternecido y risueño, incluso decidió salir de la habitación para darles su privacidad, sin embargo antes de cometer su acción predestinada por sí mismo, ingresó el azabache de ojos rojos, sin haber tenido la dicha de observar el beso que habían compartido Mikaela y Yuu.

Por su parte, el rubio ahora poseía una sonrisa maliciosa en su rostro mirando a su amigo de cabellos lila esperando a que acatase su petición.

Aquel día sería el último con solteros en el grupo de seis amigos... Sería el fin y el principio se la mejor temporada que podrían tener.

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