Destino 2/3

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Negaba con la cabeza incapaz de retener sus lágrimas. Mika, ni cuando era niño, vio a Yuu así de triste.

—Aún no me voy, Yuu-chan...

—C-cállate —le pidió aún abrazándolo.

—Vaya, vaya. Yuu-san en serio está triste —bromeó la de cabellos lilas apenas se bajó del escenario después de la sesión fotográfica que tomaron sus familiares.

Sin embargo, su sonrisa burlona paró enseguida.

El llanto de Yuu logró calarle hondo, y la mirada de reproche que le regaló Mikaela logró intimidarla un poco.

—Y-Yuu-san...

Pronto llegó Mitsuba, quien logró safarce de su familia, suspirando de alivio y acercándose a sus amigos.

—¿BakkaYuu? —se extrañó pues nunca le vio llorar.

—Mantengan silencio —sentenció Mika acariciando los rebeldes y oscuros cabellos del menor.

—Siempre hemos estado juntos... Y... Soy tan idiota que aún cuando todavía no te vas, ya te extraño —musitó escondiéndose en el pecho del más alto.

Aquello conmovió a las dos féminas, habiéndose dado cuenta de los sentimientos que albergaban ambos amigos.

Se miraron, y decidieron darles su privasidad.

Kimizuki y Yoichi habían sido lo bastante prudentes como para no acercarse; y los amigos de Mika hubiesen molestado pero realmente Yuu parecía romperse.

—Yuu-chan...

—Esque quiero que vayas, pero te extrañaré tanto. Me he vuelto tan dependiente de ti, y me eres tan indispensable, y...

—Shh... —Mika pegó su frente con la del azabache—. Todos en este momento nos están viendo, ¿sabes? —intentó aligerar el ambiente bromenado de aquella manera.

—Me vale mierda quién vea o quién sea, no me callaré.

—Yuu-chan, me duele verte así. No llores.

—¡Es tu culpa! ¡te convertiste indispensable! ¡por tu culpa estoy llorando!

Daba suaves golpes al pecho de su mejor amigo, y Mika decidió llevarlo a otro lugar. Aquello se convertiría en algo más público si seguían allí, y no quería que se formaran chismes aún si era su último día en aquella escuela.

Se sentaron en una fuente de aquella quinta para su graduación. Las estrellas parecían más brillantes desde ese punto; pocas parejas se encontraban allí, pero era mejor estar allí que dentro con tantas personas.

Estaban felices por sus logros, pero en una semana Mikaela viajaría a Europa, y estudiaría allí.

—L-lo siento, no puedo evitar llorar —aceptó el azabache secando su rostro inútilmente, pues las lágrimas seguían bajando.

—Yuu, no te dejaré de ver, cielos, también te voy a extrañar como no tienes una idea, pero Yuu, si no me voy será peor, créeme... Quería quedarme, y la única razón por la que no lo estoy haciendo, es por ti. Siempre, desde niños me dijiste que tenía que salir del país, y eso haré; no por mí, sino por ti. Y no vayas a pesar que no quiero hacerlo. En sí, si me quedaba hubiese sido porque no hubieses mencionado el salir de aquí...

—Esque tienes potencial para tantas cosas...

Mika soltó una tenue risa.

—Pareces un bebé en estos momentos, Yuu-chan.

El azabache, que dejó de llorar apenas, al haber escuchado a Mika, le soltó un certero golpe en el hombro, mirándolo con falso enojo.

—Mika... ¿Por qué haces las cosas acorde a mí?

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