VI. Tranquilidad

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Otra actualización sólo porque los quiero mucho💖👐

Stiles.

Bajaba tranquilamente por las escaleras cuando un juguete se enterró en mi pie, me recargue en la pared maldiciendo la pieza de un LEGO enterrada en mi planta del pie, dolía como el infierno.

-¡Leo!- grite entrando a la cocina para encontrar a mi hijo sentado en la silla comiendo cereal- ¿Qué te dije sobre recoger tus juguetes?

-Que debo recogerlos cuando termine de jugar- respondió bajando la cabeza- Lo siento papi es que teníamos hambre y se nos olvidó recogerlos.

Rodé los ojos para dejar la pieza en la barra y acercarme para besar las frentes de mis dos amores, si, tenía dos preciosos hijos de cuatro años y medio.

-Esta bien sólo recuerden recogerlos para la otra- los dos asintieron con una sonrisa y siguieron comiendo.

-¿Papi el abuelo vendrá?- preguntó mi otro pequeño bajando de la silla que tenía cuatro libros para que alcanzarán la mesa, con su tazón en manos vacío.

-No lo sé Joel, pero tu tío Scott vendrá a jugar con ustedes- dije tomando su tazón- ¿Quieres ver al abuelo?

-Si- junto sus manitas para llevarlas detrás de su espalda.

-Entonces vayamos el fin de semana a verlo ¿Qué dicen?

-¡Si!- gritaron los dos contentos.

Aún no podía creer que tenía dos hijos del hombre que había abusado de mí, lo odiaba, pero ellos eran mis tesoros. Mi padre al enterarse me había dicho que los abortara de inmediato, pero no podía hacer eso, ellos no habían tenido nada que ver con lo que había pasado, tuve dificultades en mi embarazo, pero todo había salido bien y estos dos hermosos eran los consentidos de su abuelo y de mis amigos.

Eran mellizos, pero tenían su parecido a su padre y a mi.

Leo se parecía mucho a aquel hombre, tenía los ojos verdes que tenía grabados en mi mente, el cabello negro y la piel morena, era lo que tenía de parecido a él, lo recordaba vagamente al ya haber pasado cinco años desde ese día.

Joel era el que era mi vida imagen según mi padre, en si, a los dos los amaba con mi vida entera. Salimos de casa cambiados para ir a su escuela, les di un beso en la frente a ambos y corrieron dentro. Como siempre todos los padres y madres murmuraba cosas de mi, era fastidioso escucharlos.

Sabía que era extraño ver a un omega sin marca con dos hijos sin su alfa, pero yo no necesitaba de nadie y menos de él.
Mi vida era mucho mejor desde que había sido libre, tenía una casa propia que había comprado con mi propio dinero, un auto y a mis dos hermosos hijos, no necesitaba más.

Derek.

-¡Te dije que este no era el documento!- grite aventando los papeles a la pared.

-Lo-lo lamento señor- dijo el hombre agachándose a recoger los papeles- Ahora los busco- y con eso salió de mi oficina.

¿Era tan difícil encontrar unos simples papeles? Hasta un niño podía ser mejor.

Masaje mi cienes cansado de todo, me sentía muy cableado con todos los que me rodeaban al punto de gritarles. Me recargue en la silla en el momento que entraban a mi oficina de nuevo.

-Espero no me traigas los equivocados de nuevo.

-Traigo información sobre el omega señor- abrí mis ojos al escucharlo, era el investigador que había contratado hace cinco años para buscar a Stiles.

-¿Qué encontraste?- sacó un sobre café colocándolo en el escritorio, lo tome enseguida para abrirlo y sacar una foto y un informe.

-Lo vieron en un pueblo llamado Beacon Hills está mañana en una guardería con dos niños.

-Beacon Hills- repetí pasando mi dedo por el rostro de Stiles- ¿Cómo no se me ocurrió buscar en un pueblo?- se veía más hermoso.

-¿Quiere que lo traiga?- pregunto. Tal vez sería lo mejor, pero no quería que otro hombre lo tocará, también tenía que saber quienes eran esos niños, no podía ver sus rostros al estar de espaldas los dos.

-Yo me encargaré de lo demás- dije sin verlo- Ve con mi secretaria y que te de el cheque, gracias por tu trabajo.

-Entendido señor y si necesita algo estoy a su servicio- asenti.

Después de que desapareciera discutí con mi tío y mi madre al a ver sido los responsables de liberarlo, desde entonces no he ido a casa para no ver sus caras, había comprado un apartamento cerca del trabajo. Por más que fueran mi familia me sentía traicionado, ellos lo habían dejado ir.
Todo este tiempo sin él había sufrido por su partida, no había encontrado ninguna pista de él hasta ahora.
Me levanté para salir de la empresa y preparar mis cosas para el largo viaje a Beacon porque claro que iría a por él.

Stiles.

La noche cayó rápido en Beacon como siempre, antes hubiera estado fuera con mi amigo recorriendo el bosque en busca de diversión, pero ahora era padre y debía estar con mis hijos, pero eso no me impedía jugar con ellos.

-1...2...3 sea donde se encuentren ahí voy- quite la venda de mis ojos viendo la sala libre, sonreí caminando por el lugar hasta llegar al comedor, pare a un lado de la mesa- ¿Dónde se encontrarán mis preciosos hijos?- una pequeña risilla me hizo sonreír más, levanté el mantel de la mesa asomando mi cabeza- ¡Ahí están!

-Eso no es justo papi- dijo Leo abrazando a su hermano, siempre que jugábamos a las escondidas se escondían juntos sin separarse, era tierno.

-Ni modo, ahora les toca a ustedes- me crucé de brazos.

-Mejor veamos una película- dijo y salieron corriendo de debajo de la mesa.

-Ahhh, pero si son unos tramposos- corrí detrás de ellos mientras reían.

No les gusta cuando les tocaba contar y la verdad a mi tampoco, pero lo hacía por ellos.

-Basta papi...basta- se retorcieron en el sillón al estar haciéndoles cosquillas- Ya-ya para.

Me detuve viendo sus caras con sus hermosas sonrisas y una que otra lágrima de tanto reír. Definitivamente tenía algo precioso de ese hombre.

-Bueno y ¿Qué película quieren ver?- me senté en medio y como siempre se sentaron en mi regazo.

-¡La guerra de las galaxias!- gritaron emocionados.

Bese sus cabezas y prendi la tele para poner la película que ya estaba puesta desde hace mucho. Sólo duraron treinta minutos antes de caer dormidos con sus manos unidas, sentía tanto, pero tanto amor de sólo tenerlos.

No fui bueno al inicio de que nacieron, había veces en las que se me olvidaba ponerles el pañal o ponerles talco, mi padre me había enseñado todo durante un año hasta que me mudé para hacerme cargo de ellos solos, si no hubiera sido por mis amigos y mi padre ya estaría loco completamente, había días en los que estaban sincronizados para tomar su biberón al mismo tiempo al igual que el despertar en la madrugada llorando, tuve mis largas desveladas con ellos, pero con sólo verlos ahora, me siento el hombre más afortunado de tenerlos en mi vida, ellos la llenaron por completo con sus risas, llantos, sus primeros logros y caídas, faltaba mucho más que eso y siempre estaría junto a ellos para ayudarlos y apoyarlos.
Los cargue para llevarlos a su habitación compartida y acostarlos en sus camas de batman y tortugas ninja.

Publicado: 28 de octubre del 2021.

El Papá De Mis Hijos (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora