XVIII. El perdón

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Cuatro semanas iban a la perfección, la convivencia con Derek era mejor que antes, los niños lo amaban y siempre le buscaban para jugar o para que también se uniera a los cuentos de noche que les leía. Él al inicio tenía miedo de estar muy cerca mío pensando que me enfadaría por su cercanía, pero le deje claro que podíamos tratar de mejorar nuestra Unión de casados. Muy feliz de eso se puso más atento y cariñoso con los tres. Abriendo los párpados sentí lo mismo que la primera mañana que desperté junto a él. No me molestaba y le dejaba con tal de que no pasará de más. Tome su muñeca para poder pasarla atrás, pero sólo la levanté poco cuando apretó el brazo a mi cintura haciendo que me pegara a su cuerpo, que claro, no tenía camisa ni pantalón de dormir. Una costumbre que tenía desde mucho antes.

-Derek sueltame- pedí al sentir su respiración en mi cuello. Estaba medio despierto y como dije, se había vuelto más cariñoso.

-Un rato más por favor Stiles- rogó infantilmente con su voz rasposa.

Rendido deje que me mantuviera cerca suyo, mi mano se encontraba sobre su mano que separó sus dedos para entrelazarlos con los míos. Un poco incómodo al gesto me quedé sin moverme, no era de manera horrible si no de pena. Permanecimos así por minutos hasta que contento con su tiempo teniendome cerca me soltó no sin antes besar mi mejilla. Mejillas que se pusieron rojas por ello.

Él entró al baño a lavarse y salió con una sonrisa para ir abajo donde nuestros hijos jugaban desde hace minutos. Hice lo mismo que él para bajar y preparar el desayuno junto a él.

Desayunamos los cuatro y una vez terminado, él salió de casa a hacer un contrato o algo así había dicho. Jugué con mis pequeños por unas horas entre armar rompecabezas y a las escondidas. Cómo la casa era más grande ellos tenían muchos más lugares donde esconderse, eso me dificultaba en algunas ocasiones, pero luego sus risas los delataba, poco a poco iba conociendo más los espacios de la casa. Al dar las dos de la tarde prepare la comida con carne roja y espagueti como les gustaba a los tres. Hice unos cuantos bocetos e investigue tiendas donde podría comprar azulejos y decoraciones para un trabajo. Escuchaba a los niños gritar por la sala con sus aviones que Derek les había comprado, cansado de estar en el celular lo apagué y me levanté de la mesa caminando hasta la sala a sentarme en el sillón.

-Papi- me llamo Joel acercándose con Leo detrás.

-¿Si Joel?- pregunté al ver su carita de duda.

-¿No estás feliz de estar con papá de nuevo?- y su pregunta me sacó por completo.

-¿Por qué preguntas eso amor?- tome sus manos que se movían nerviosas.

-Es que...casi siempre tratan de estar lejos el uno del otro y los papás de mis compañeros cuando los recogen se dan cariño y ustedes no, papá y tú no se dan besitos como ellos o abrazos- bajo la mirada triste.

Oh dios.

Ellos eran pequeños y la relación entre Derek y yo ellos la sentían. Todo se iba a los hijos si algo estaba mal con sus padres y yo me había olvidado de eso.

-No es eso amor, es sólo que como papá y yo estuvimos separados las cosas están un poco incómodas, pero estamos bien- dije besando su frente- Nosotros los amamos con todo nuestro corazón, no tienes que preocuparte por nosotros ¿Okey?

-Okey papi- su hermosa sonrisa volvió a brillar.

-Vayan a jugar mis principitos- riendo corrieron a sus aviones otra vez.

Los vi por unos segundos cuando la puerta se abrió, al voltear para ver encontré a Derek con unas rosas en sus manos y dos bolsas de regalo en la otra.

-Bienvenido a casa Derek- le sonreí y él hizo lo mismo con las puntas de sus orejas rojas.

¿Y ahora que le pasaba?

Caminando hasta llegar a mi estaba por hablar cuando Joel y Leo gritaron felices.

-¡Papá llegaste!

-Hola mis campeones- se giró a ellos arrodillandose- Les traje algo, pero deben seguir con sus tareas y portarse bien.

-Lo haremos- aseguraron emocionados viendo a las bolsas de regaló.

-Tomen, vayan a su habitación a abrirlos- asintiendo tomaron sus regalos y corrieron escaleras arriba.

Quería reclamarle por los regalos, no me gustaba que le trajera cosas. Los estaba mimando mucho y aunque sabía que mis pequeños no cambiarían por cosas así, no me gustaba. Estaba por abrir la boca cuando sus ojos verdes me miraron atentamente.

-Lamento traerles juguetes, prometo que no volverá a suceder si no se lo ganan- cansado rodé los ojos. Soltó una baja risa- Ahora- extendió las rosas frente a mi- Estas son para ti- mis mejillas se pusieron rojas. Tímidamente las tome de sus manos- Con esto quiero pedirte una gran disculpa por lo que pasó hace años, mi comportamiento y mis acciones contigo no fueron justas y correctas, por más que estuviera esperando por ti, tú no merecías ese trato. No hice caso a las advertencias de mi madre ni a las de mi tío y como dijeron, me arrepiento de ello desde que desapareciste de mi vida, tú ausencia me hicieron recapacitar y pensar en todo Stiles. Quiero valorarte y amarte como es debido, protegerte de todos y de mí, por eso me arrodilló a ti y te doy una sincera disculpa. Quiero poder abrazarte y basarte como una verdadera pareja, no forzarla con este trato que te hice hacer- sus ojos brillaron y temeroso tomo mi mano sacando el anillo que tenia- ¿Me podrías dar una segunda oportunidad de hacer las cosas bien?- pidió.

Este momento no me lo espere, sus palabras eran sinceras y me dolían de alguna manera. Debía darle una respuesta, pero no por obligación como antes, ni para lograr que mis hijos se sientan bien, sino por mi mismo. Sus cambios de los días que empezamos a vivir juntos me vinieron a la cabeza, él de verdad estaba tratando de hacer las cosas bien con nosotros. Sabía perfectamente mi respuesta a su proposición y esperaba no arrepentirme de esto conforme pasarán los años.

Publicada: 22 de noviembre del 2021.

El Papá De Mis Hijos (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora