XI. ¿Salida?

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Bueno, mi día en el super había sido relatado por mis traicioneros hijos a su tío Theo que no me quitaba la mirada de encima mientras comíamos. Sabía que debía estar enojado, muy enojado. Había llegado con una sonrisa de felicidad a casa, pero cambio al escuchar a sus sobrinos. Seguí comiendo tratando de ignorar su mirada durante toda la cena, al terminar recogí los trastes y los lleve al trastero para lavarlos después. Cuando un Theo sobre las nubes no me siguiera a donde fuera.

-¿Me dirás ahora?- preguntó tomándome de la muñeca.

-Lo sé Theo, se que fui un tonto por decirle que sí a su salida, pero me puse nervioso, ¿Bien? Él estaba cerca, muy cerca de mis hijos que lo único que pensé fue en que se alejara que no pensé la respuesta por segunda vez.

Theo soltó una larga exhalación.

-¿Y entonces?

-¿Entonces qué?- le mire confundido.

-¿Irás?

Oh eso.

Lo medite por unos minutos hasta responder.

-Él vendrá aquí, dijo que me vería fuera para tomar un café. Sólo iré por unos minutos y regresare rápido a casa, además está vez traigo mi rastriador que mi padre me puso en las suelas de mi calzado, ¿Recuerdas?

Tan asustado y enojado había estado mi padre que a cada par de zapatos les había puesto un rastreador. Diciendo que era por mi seguridad y para que él se sintiera más seguro al ver dónde me encontraba. Sabía que no salía del pueblo por lo que si estoy fuera del pueblo él me buscaría.

-Bien, así estoy tranquilo- sacó su celular ingresando unos datos, mire por encima.

-¡Theo! ¡¿Es en serio?!- grite indignado.

-Tu padre me paso el programa y la contraseña para estar al tanto de ti y por supuesto que estaré todo el día viendo dónde estas, si veo algo extraño iré por ti- respondió cruzando los brazos- Tú sabes como me puse al saber lo que te paso, no quiero que te pase algo.

Suspire.

Él tenía razón.

Cuando se enteró de lo que me paso por ir a ver a mi madre, paso por unos días muy, muy malos.

-Está bien- sonreí- Te encargo mi seguridad Theodoro- cerró los ojos negando con una sonrisa.

-No me parezco a esa ardilla cachetona y gordita- se quejó.

-Al físico tal vez no, pero eres tan tierno como él- brinque sobre él cayendo al suelo- Tan lindo te ves cuando te preocupas por mi.

Soltó una carcajada empujandome a juego.

Quince minutos después de que los revoltosos de mis hijos se subieran sobre mi y tuviéramos una guerra de cojines nos encontrábamos lavandonos para ir a cama cada quien.

Cuando la mañana llegó desperté mojando el rostro con una toalla a Theo que dio un brinco de susto del colchón inflable en el que dormía debajo de mis pies. Reí tanto que termine encerrado en el baño para que no me regresará la broma. Aunque sabía que no seria capaz de algo grande.

Después de tomar una larga ducha  que queda decir....me refresco de muchas maneras, salí tomando un conjunto un poco entre formal e informal ya que saldría a encontrarme con él a la cafetería. Bueno él vendría por mi así que bueno, como sea.

Baje a la planta baja encontrando a mis revoltosos con sus bocas llenas de waffles. Ese Theo quería llenar a mis pequeños de harina, pero bueno ¿Yo que podía hacer cuando los veía tan felices? Claramente la respuesta era nada. Sus sonrisas eran todo para mi, eso me mantenía de pie y daría lo que fuera para mantenerlas en esos bellos rostros angelicales. Me puse detrás de ellos besando sus cabezas.

-¡Mufos fias fafi!- gritaron con la boca llena.

-Buenos días a ustedes también, coman bien o se pueden ahogar- pase mis dedos por sus cabelleras.

-¿Quieres uno con mantequilla y miel?- preguntó Theo con la espátula levantada mostrando un waffle.

-Me encantaría- respondí.

Tome asiento a lado de mis hijos viendo como Theo colocaba el waffle en un plato extendido, tomo la mantequilla cortando un cuadro y poniéndolo en el centro, luego tomo el bote de miel tomando una cucharada y dejándola caer sobre la mantequilla. Me encantaba como siempre preparaba mi parte.

Es extraño ponerle mantequilla después de ser hecho con ello, pero a mi me encantaba.

-Aquí tiene mi señor- empujó el plato hasta que estuvo frente a mi.

Entrecerre los ojos viéndolo atentamente con una pequeña sonrisa de lado.

-Gracias Theodoro- rodo lo ojos mientras yo soltaba una fuerte carcajada contagiando a los revoltosos que empezaron a llamarlo así.

-Tío es una ardilla gordita- decían señalandolo.

-Con que así quieren jugar- se sacó su mandil negro y de un momento a otro perseguía a Leo y Joel por toda la casa.

Lo vi correr de un lado a otro mientras reían, esa era la mejor imagen que podía ver. Termine mi desayuno sin despegar mi vista de ellos. Una vez termine deje el plato en la barra y tome mi celular que estaba sobre el mueble a un lado del sillón.

-Me voy chicos, no hagan ninguna travesura- dije a los tres.

Porque Theo en algunas ocasiones era el que proponía hacer tanta cosa y mis hijos bien obedientes le seguían en sus locuras como la última vez que llenaron el jardín de jabón con agua, no supe cómo, pero mi jardín estaba lleno de espuma y ni se diga de como estaban mis hijos.

-Si papi- respondieron abrazados.

-Tú ve tranquilo Stiles que el tío se encarga de estos chiquillos.

-Si no me preocupo de mis hijos, si no de ti- puse los ojos en blanco escuchando como resoplaba indignado.

-No puedo creer lo que escuchó.

-Ya, no seas dramático- le di un pequeño empujón.

Dejando de lado su semblante de indignación me miro serio- Cualquier  cosa llámame ¿Bien? Sea cuál sea la situación.

-Lo haré- sonreí.

Bese a los tres en sus mejillas y salí de la casa encontrando a Derek Hale fuera dentro de una camioneta negra. Tomando una lenta respiración fui hasta él.

-Hola

-Hola Stiles- sonrió sin dejar de mirarme a los ojos- Vamos- y así fue cómo subí a su lado nervioso de lo que fuera a suceder.

Publicado: 7 de noviembre del 2021.

El Papá De Mis Hijos (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora