El Papel de Un Líder

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—Revisa sus signos vitales en lugar de besarla idiota—se escuchó la voz de Adam, muy a lo lejos

—Cierra la boca, ya abrió los ojos al menos—indicó el ojiazul

—A ver muévete—pidió una tercera voz, también masculina, asumía que era Zeng por llevar el mismo sombrero, colocó los dedos a cada lado de mi cuenca y apartó la piel sin mucha delicadeza, provocando que reaccionara apartándole con fuerza de mi—Sigue viva y fuerte, hierva mala nunca muere.

—Hablas de mi novia idiota—recordó Maximoff en un tono amenazante.

No podía saber que era lo que ellos se encontraban haciendo justo ahora, estaba demasiado ocupada viendo mi propio cuerpo, mis manos estaban húmedas, y la tela del kimono sobre mi cuerpo se pegaba a mi piel de manera incomoda. Fue entonces que decidí mirar mis piernas, parecía que había caído al agua, y sumergido por mucho tiempo en ella, pero no seguía sobre el mismo lago congelado, esta vez estaba sobre los bordes de la tierra y el césped.

Afortunadamente mis músculos se encontraban en buenas condiciones, el frio aún no lograba afectarles, y es que quizá tampoco tenía mucho tiempo de casi morir ahogada; hice mi lucha para lograr levantarme, de una u otra forma mi cuerpo se encontraba débil, incluso un poco dolido.

—Espera, deberías ir a un medico antes de que hagas lo que sea que quieras hacer—indicó Pietro tomándome del brazo en cuanto vio mis intenciones de caminar

—Estoy bien, solo estoy mojada—respondí zafándome con delicadeza de su agarre, sin embargo insistió y me tomó del otro brazo

—Déjala ir, a veces tienen que aprender solos—habló el tercer tipo, a duras penas Maximoff aceptó, y en canto lo hice salí disparada a lo que podría ser una dirección de regreso,

Solo siendo guiada por las diminutas luces, a lo lejos, de la misma aldea, mis pies se encontraban descalzos y podía sentir la tierra húmeda bajo ellos, posiblemente había llovido o algo por el estilo, aun así, estaba segura de que mi cabello ahora estaba desarreglado, el maquillaje roto y la vestimenta mucho peor. 

Aceleré el paso, tenía la extraña necesidad de encontrar a Sunan con desesperación a como diera lugar, como si el chico no fuera a amaneces vivo mañana, pero de igual manera logré dar con el punto de partida, topándome con el mismo lago, pero esta vez no tenia tiempo para ver como ideármelas para llegar sin mojarme más, así que solo me deshice del kimono y me tiré al agua. No, no sabia nadar pero a puesto que no era tan difícil, unos cuantos braceos me hicieron llegar a la otra esquina, y usé mis manos para lograr salir, hice fuerza contra los tabiques de madera y me empujé a arriba, el agua restante se deslizó por mi cuerpo durante el trayecto, dejé mis huellas impregnadas sobre el suelo, todo por ir de izquierda a derecha buscando al mismo chico. Ni si quiera me tomé un momento para pensar en donde era que podría encontrarse, solo fui abriendo puertas al azar hasta que el salón principal quedó como antepenúltima opción.

Golpeé con fuerza la puerta, llamando la atención de los que se encontraban cerca de ella, y conforme me fui moviendo, más atención fui captando, y no podemos evitar mencionar el momento en el que me subí a una especie de foro donde tres miembros de su familia se encontraban sentados

—Necesito hablar contigo—indiqué sin alzar la voz, y pronto me miró

—Ah...demonios, ¿Qué no te llevaron ropa?—preguntó deshaciendo la atadura de su kimono

—Lo tiré—y eso pareció herirle los sentimientos—No en ese sentido si no en el de...—y me interrumpió colocandó su kimono sobre mis hombros, queriendo cubrir mi cuerpo

—Si no te gustaba me podías haber dicho y ahorrarte más de cincuenta miradas sobre tu...—y estuvo a punto de abrocharlo cuando detuvo la vista en mi pecho, como si fuera la gran cosa o nunca hubiera visto uno—Terriblemente perfecto bus...—y el sonido de mi palma estrellándose contra su rostro le cortó las palabras.

Ocean Eyes »» Pietro Maximoff y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora