Los Acuerdos de Sokovia

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Debía admitir que me sentía mal respecto a lo ocurrido, no, no era todo culpa de Wanda, al contrario, yo pude haber hecho algo, y no fue así, en vez de ayudarle, solo me le quede viendo por no se que tanto tiempo, y hasta que fue lo suficientemente tarde como para actuar, hasta parecería planeado.

«Once wakandianos se encuentran entre los que murieron durante una confrontación entre los vengadores y un grupo de mercenarios en Lagos, Nigeria, el mes pasado.

Tradicionalmente aislados, los wakandianos asistían a una misión de socialización cuando ocurrió el ataque

—Mi pueblo derramo sangre valiosa en tierras extranjeras, no solo debido a las acciones de los criminales, sino por la indiferencia de aquellos que juraron detenerlos. Una victoria a espaldas de los inocentes, no es una victoria en realidad—

El presidente de Wakanda enfatizó... »

Escuche como la puerta de mi habitación se abría, no le preste mas atención de la que debía, solo preocupándome por quien se suponía que había entrado por ella.

Pietro, entro con cuidado a pesar de que sabia que yo ya me había percatado de su presencia, camino hasta mi cama para después sentarse junto a mi, rodeándome con uno de sus brazos con cuidado, para después poner su mano izquierda frente a mi, un cupcake de cubierto de crema pastelera rosa, con orejitas de galleta y una velita celeste.

—Feliz cumpleaños—murmuro para después dar un beso a mi mejilla, pronto esbocé una sonrisa

—Pensé que no lo recordarías—confesé devolviéndole el beso

—Sabes que me levanto tarde, puedo decir, que me levante con miedo de que hubieras descubierto que el pastelito era para ti, y aunque no es mucho, es trabajo honesto—y una vez mas mostré una sonrisa, era cierto, ni siquiera se había quitado la pijama, de hecho aun olía acama, y no me molestaba en lo absoluto, de hecho, me arrinconé contra el, como un pequeño cachorro lo haría con su madre. No dijo nada mas así que volví a prestar atención a las noticias.
Pero ya ni siquiera logre escuchar bien, tan solo un "como pueden permitir tener a miembros como los hermanos Maximoff o Fray", y lo demás quedó en incógnita, puesto que Pietro apagó la televisión para luego hablar

—no veas eso...—dijo para luego pasar una de sus manos por su cabello

—no dicen algo que no sea verdad o que no sepa Pietro—indique para terminar mi pastelito, y tirar el envoltorio en el bote de basura

—te estas tratando peor o igual que Wanda—indicó levantándose, siguiendo mis pasos hasta llegar a mi, solo me dio tiempo de soltar un pequeño suspiro, pronto me envolvio en sus brazos, dándome de su calor, comenzó a acariciar mi cabello con delicadeza, como tratando de calmarme, o comprenderme

—deberías hacerlo con Wanda, no conmigo, ella es tu hermana—indiqué tratando de empujarlo, pero el era como arena movediza, entre más te mueves más te atrapa.

—ya tiene que tu hermano dándole más cariño del que yo le podría dar—confesó manteniéndome junto a el, me rendí y correspondí, acurrucándome en su pecho, pronto reposo sus codos sobre mis hombros, cubriendo mi cabeza, era un momento para nosotros, tratando de darme apoyo de una u otra forma.

—si te soy honesto, no desperté de buen humor—confesó para después poner ambas manos en mis mejillas, y levantar mi rostro para que le viera

—puedo repararlo—dije con un pequeño tono de picardía, imitando su acción, el solo soltó una risa muda

—humm...sería un doble regalo de cumpleaños—pareció pensarlo, y segundos después aceptarlo, me dio un húmedo pico para luego dar un leve empujoncito, dándome a entender que tomara asiento, se aproximó a mi con paso decidido, como una bestia apunto de devorar a su presa.
Pronto coloco sus manos a los costados de mi cuerpo y aprisionó mis labios con los suyos, comenzando un pequeño juego de luchas, que me encantaría que fuera interminable; su mano derecha escaló hasta mi nuca, levantando mi cabeza para el, busque en donde sostenerme, y para ello, me apoyé sobre mi codo izquierdo, mientras que mi mano derecha acariciaba desde su abdomen hasta su pecho, deleitandome con el tacto de las yemas de mis dedos contra su suave piel. Su mano dejó mi cuello para pasar a mis piernas, deslizándose desde mi rodilla, subiendo por mi muslo, deslizándose bajo la tela de mi vestido, deteniéndose un pequeño momento en mis bragas, entreteniéndose el elástico de estas, jugando con el, un pequeño debate de que es lo que hacía con el, tras un pequeño momento de tortura, terminó deslizandolas, y mi cuerpo en instinto, abrió las piernas a el, con cuidado de no dejarlas caer.
El no tardó mucho en decidir cuál sería su próximo movimiento, colocó su dedo medio y anular sobre mi clítoris, creando un poco de presión, para luego comenzar a hacer movimientos circulares, lentos, solo buscaba tentar, así que no hizo más tiempo, dejó mi boca y se movio a mi cuello, comenzando a repartir besos, pequeños y largos, probando mi piel como si de un dulce se tratara; aproveché, y la mano que se encontraba en su pecho, subió por sus hombros y cuello, hasta llegar a su cabello, para aferrarme a él, pequeñas descargas, una prueba de lo que pasaría si el no paraba de jugar solo con sus dedos.

Ocean Eyes »» Pietro Maximoff y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora