7 Minutes in Hell

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Es impactante ver todas las personas que hay en este lugar, no solo por los que estamos cautivos, sino quienes trabajan; "es como una mafia" ahora veo que Bryan tenía razón.
Justo ahora habían miles formando dos filas, una de chicas, y otra de chicos, en las que nos preparaban para entrar a la dichosa arena. En realidad todos sabíamos a lo que íbamos, y ninguno decía una sola palabra todo eran respiraciones pesadas, suspiros, y algunos sollozos.
Es extraño, es como si estuviéramos haciendo fila para el matadero, aunque en realidad, eso estábamos haciendo.
Había un grupo de chicas llorando juntas, abrazadas, y ahora que las veo con detenimiento, me doy cuenta de que son muy parecidas, quizá cuatrillizas.
Había un gran cuarto, al cual iban entrando de cuatro en cuatro, dos hombres, y dos mujeres. Por alguna extraña razón sentía nauseas, más no sentía nervios, era terror puro, aunque, aún no llegaba al punto de hacerme pi como la chica de enfrente mío.
Los chicos, a diferencia de nosotras, parecían más monótonos, insensibles, como que si vieran un perrito atropellado no les dolería o perturbaria, de hecho les atropellarian una y otra vez hasta destruirlos. Incluso Mateo estaba así, de Adam no me sorprendía, era su actitud de siempre, serio, de brazos cruzados y con mirada superior, un aire egocentrista salía de el con cada uno de sus movimientos.

Las dos chicas enfrente mío entraron, junto con los otros dos hombres. Las puertas cristal celeste se cerraron y solo dejaron ver figuras borrosas moviéndose y preparando algunas cosas. Me recargue en el muro, no había nada que me lo impidiera, ni tampoco mencionaron que fuera algo prohibido. Justo enfrente mío había un chico, tenía marcas rojas alrededor de la nariz, un ojos un tanto rojo, como si le hubieran golpeado con la intensión de matarlo, el cabello negro le cubría el rostro, se encontraba agachado, incluso se veía moribundo, una chaqueta de cuero, simples jeans rasgados, y una camiseta que decía "Bad Temper" en una fuente un tanto extraña, parecían letras del logo de Harry Potter. Por alguna extraña razón, quise poner una mano en su hombro y preguntar si estaba bien. Su pecho subía y bajaba, podía incluso escuchar su respiración completamente pesada como si le costara.

Finalmente, me decidí, pose una mano sobre su hombro con tranquilidad, buscando llamar su atención de una forma sutil, pero de la nada, su mano se posó con fuerza sobre la mía, como un reflejo, rápidamente se giró contra mi, ladeo la cabeza en un tapido movimiento, arrojando el cabello a un lado, y me miró, con el rostro casi despejado. Tenia la boca rota y de la comisura derecha nacia un rastro de sangre seca, tenía moretones en la mandíbula y pómulos, una marca roja en el ojo, rasguños, el labio roto, con más sangre seca saliendo de la nariz, baje la mirada sus manos, eran delgadas y huesudas, con rastros de raspones y cortadas, ademas de estar completamente frías. Por primera vez mire sus ojos, era un iris rojo, autentica sangre, y una pupila atemorizante, pequeña y redonda, sus ojos estaban amarillentos e hinchados. En cuanto reaccionó con tal brusquedad, los guardias le apuntaron con las armas, y fue cuestión de segundos para que llamaran a los siguientes en entrar a la habitación.
Pronto salió una mujer y pidió que pasáramos, el chico solo quitó mi mano de su hombro y pasó, dejando una escarcha sobre mi mano, pequeño poco blanco, casi plateado.

-cariño, mejor espera a los duelos, ahí podrás matarlo-aconsejo un rubio fornido, que paso después de el.
Matarlo? En realidad yo quería saber que le pasaba, solo me encogí de hombros, no era como que pudiera hacer amigos aquí.
En cuanto entre, las puertas se cerraron con fuerza detrás mío.
Una chica, de piel morena, y con un conjunto de cuero me hizo la seña rápido de que me sentara. Parecía una sala quirúrgica, llena de jeringas tijeras cuchillos, aparte de ser una habitación completamente blanca, no habían paredes que separaran a los otros tres chicos.
Ella tomó una lámpara y me comenzó a abrir los ojos, al parecer buscando ver mi pupila

-esto es para?-pregunte con falsa curiosidad

-ver tus memorias y debilidades-respondio, una vez que termino con mi ojo izquierdo, regresó a una mesa de metal, tomo un frasco, que contenía una especie de cosa azul, parecía la dichosa miel para depilar

Ocean Eyes »» Pietro Maximoff y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora