—¡Pero yo sí quiero saber quién es! —dijo Chrome alzando su mano.—Pero no es tu admirador, cuando tengas uno investigas quién es —lo regañó Kohaku.
Y es que lo chicos se encontraban tratando de convencer a Senku sobre intentar averiguar la identidad de quién le enviaba notas.
El Ishigami sólo se negaba y es que ¿cómo no hacerlo?
Para él, las notas eran amistosas y se divertía leyéndolas y recibiéndolas. Además de que aún no terminaba de comprender el motivo por el cual él había empezado a recibirlas.
Sin embargo... la curiosidad lo estaba matando.
—¡Es como si tuvieras la oportunidad de saber quién realmente fue Jack el destripador!
—¡El admirador de Senku no es un asesino serial!
—Yo si quisiera saber quién fue Jack el destripador —alzó su mano Ginro que apareció de la nada.
—¡¿Y tú de dónde saliste!?
—De mi mamá.
—Aaaah, bien —suspiró Senku. La curiosidad mató al gato. Después de todo, el chico era un científico y no podría resistir el resolver esa duda que comenzaba a quitarle el sueño. —Vamos a averiguar quién es.
Todos en la mesa sonrieron satisfechos.
—¿Quién es quién? No entiendo, explíquenme —decía Ginro mirando a todos.
—Entonces... debe haber un patrón o algo ¿no? —comentó Yuzuriha. —El como te entrega las cartas.
—No lo hay. Sólo aparecen en mi escritorio, casillero o mochila.
—Entonces es alguien escurridizo.
—Bien, ¿Y qué es lo que sabemos de esta persona? —preguntó Kohaku mientras que Ginro era consolado por Chrome ya que él no tenía un admirador.
—Tiene un hermano, le gusta el Mochi de mango, le gusta lo salado y compara mi cabello con un apio.
Todos observaron a Senku en silencio unos segundos, esperando a que dijera algo más, pero nada.
—Eso no son pistas, son datos al azar.
—¿Si quiera sabes si es chico o chica?
—No, pero tenemos una pista aún más relevante que todos ignoran. —decía Senku mientras sacaba de su bolsillo la nota más reciente.
—¿Ah, sí? ¿Y cuál es?
—Su letra.
—¿Ah?
—¡Que malote! —gritó Chrome. —¿Y qué hacemos con eso?
—La letra es la caracterización de cada persona, así que si hallamos a quién le corresponde, hallamos a la persona. —comentó Senku sencillo.
—Pero Senku, hay más de 200 personas en la escuela ¿vas a revisar cada cuaderno o algo así?
El chico negó y rió.
—Es cierto, de alguna forma aprovecha mis horarios para entregar las notas, así que, lo más probable es que esté en nuestra clase.
Todos abrieron su boca sorprendidos.
—Eso lo reduce a 27 personas.