capítulo 21. Recordando viejos tiempos

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La cena fue muy bien. Se pusieron al día y hablaron de un montón de cosas. Lara le contó que estaba en la ciudad por trabajo, porque tenía unas reuniones muy importantes. Le dijo que le iba muy bien como arquitecta, y que si esas reuniones salían como ella esperaba, seguramente volvería a la ciudad. Gabriela se alegró por ella. Y ahora le tocaba a ella contarle cómo le iba en la clínica y si tenía algún amor en su vida.

-A mí laboralmente también me va bien. Ahora me han propuesto en la clínica trabajar de psicóloga. Así que estoy muy contenta- le comentó Gabriela.

-¡Eh!Me alegro mucho por tí. Sé que te has esforzado mucho, Gabi. Siempre has tenido las cosas muy claras y has luchado por lo que querías. Eso me gustaba mucho de tí...

Lara la miró con una mirada coqueta...y Gabriela se percató de ello.

-Gracias Lara. La verdad que sí, que soy una mujer positiva y desde luego si tengo algo en la cabeza, cueste lo que cueste, lucharé por ello.

-Me encantas Gabi. Me encanta tu forma de ser. A parte eres preciosa. Y por cierto...¿Cómo está tu corazón?

Gabriela se tensó al momento. No quería hablar de Adriana pero tampoco tenía por qué esconderlo. Así que se animó a hablar.

-Bueno, la verdad que estoy algo desanimada. Tuve algo con una médica de la clínica. Y al final descubrí que ella se avergonzaba de mí...-cuando dijo esas palabras sintió un dolor punzante en su corazón.

-¡Qué dices Gabi! Eso es imposible. Esa médica desde luego debe ser muy estúpida para dejarte ir, y avergonzarse de ti, ¿Por qué haría eso?, ¿Acaso no te ha visto bien?¡Joder!

Parecía que Lara le daba la razón, y la entendía. Eso le agradó y le dió ánimos para soltarse más con ella. Estaba muy a gusto con ella.

-Gabi, ella se lo pierde. Cualquiera puede perder la cabeza por tí. Está claro que ella no te merece- entonces puso su mano sobre la de Gabriela y le sorprendió gratamente que Gabriela no la apartara.

Después de una buena y larga charla, decidieron irse para casa. Lara debía estar muy cansada del viaje.

Cuando llegaron a casa, Lara le pidió una toalla para ducharse. Cuando Gabriela se la dio, se dirigió a la ducha. Le iba a venir muy bien ducharse con agua fría, para calmar el calentón que tenía por tener tan cerca a Gabriela. Esa mujer podría volverla loca. La deseaba con unas ganas que no sabía si podría controlarse.

Como era ya tarde, Lara pensaba que Gabriela se habría ido a su habitación a dormir, así que después de secarse el cuerpo se puso la ropa interior y se dirigió a su habitación para ponerse el pijama. Yendo por el pasillo, casi se choca con Gabriela, que iba directa a su habitación. Joder cuando se miraron, a Gabriela le encantó lo que vio. Lara en ropa interior, con todo su cabello mojado. Tenía un cuerpo que quitaba el sentido, no lo podía negar y desde luego iba a costarle horrores el rechazarla. Y Lara no se quedó atrás. Quería tirarse a los brazos de Gabriela, quería follarla ahí mismo, en el pasillo. Estaban a unos centímetros una de la otra. Gabriela cerró los ojos, tragó saliva y Lara la acorraló contra la pared. Ahora sí estaban pegadas, una con la otra. Una vestida y la otra en ropa interior. Lara desprendía un olor de recién duchada que la estaba embriagando y Lara se estaba volviendo loca de tenerla contra la pared. Sus labios se rozaron de una forma muy sensual. Gabriela parecía que dejó de respirar. Hasta que pensó en Adriana...¡joder! No podía hacerle eso a Lara. Acostarse con ella pensando en Adriana. ¿Qué clase de persona haría eso? Ella desde luego, no.

-Lara espera, no puedo.

-Gabi por favor...déjame hacerte el amor. Es lo que más deseo ahora mismo. ¡Me vuelves loca!

Lara la besaba por el cuello y le pasó la lengua por el lóbulo de la oreja. A Gabriela eso le encantó. Pero no podía seguir.

-No Lara, detente. No puedo. No puedo acostarme contigo y pensar que eres Adriana. Lo siento. No es justo.

Lara se separó de Gabriela. Se sintió muy decepcionada. Para empezar aún tenía esperanzas de que Gabriela estuviera sola y no sintiera nada por nadie. Ella no contaba con que Gabriela estuviera enamorada perdidamente de alguien que se avergonzaba de ella. Se le llevaban los demonios. Con lo que valía Gabriela y enamorada de alguien que no la correspondía. Era increíble.

-Perdona Gabi, lo siento mucho. Me dejé llevar...pero tienes razón. No es el momento. Discúlpame.

-Si, no te preocupes,la que lo siente soy yo.

Entonces se fueron cada una para su habitación. Ya mañana sería otro día. Esperaban las dos olvidar el incidente de esa noche, aunque no iba a ser fácil. Las dos se fueron calientes a sus respectivas habitaciones. Mientras Lara se tocaría pensando en Gabriela, ésta lo haría pensando en Adriana.

Gabriela tenía turno de mañana. Estaba muy cansada porque la noche anterior finalmente se acostó muy tarde, y para colmo, con lo que pasó con Lara, no consiguió pegar ojo en toda la noche.

A la salida del trabajo, iba a coger su moto cuando alguien la asustó por detrás. Era Lara. Como no habían podido hablar por la mañana antes de salir de casa, se animó a ir a buscarla al trabajo. Quería volver a disculparse con ella y quería invitarla a comer. Así que se subieron las dos a la moto y se dirigieron al centro de la ciudad.

Mientras tanto, Adriana lo vio todo. Ella también se dirigía al parking para coger su coche. Y vio cómo esa preciosa y joven rubia se subió a la moto de Gabriela y se fueron juntas. Cómo cogió a Gabriela por la cintura y pegó su cuerpo al de ella. Parecía que esa chica se sentía atraída por Gabriela por cómo la agarró. Además era joven, como Gabriela. Lo que le faltaba. Que sus peores temores se hicieran realidad. Unas lágrimas cayeron por sus mejillas. La había perdido, por su culpa. Y ahora otra le iba a dar lo que ella no había sido capaz. Y encima le vino a la cabeza el día que tuvo el orgasmo cuando Gabi la llevó en la moto. Se puso mala de pensar que esa mujer podría sentir lo mismo que sintió ella cuando Gabriela la llevó.

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