Pasaron un par de semanas y Adriana ya estaba adaptada al ritmo de trabajo de la clínica y a sus colegas. No volvió a entrar en la habitación de Gabriela porque quería evitar verla y sobre todo tocarla. No era bueno para su salud. Además, ya le habían dado el alta y estaba en su casa de baja. Pero eso no quitaba que le costara horrores quitársela de la cabeza.Las últimas noches siempre la acompañaba en sus sueños. Y por supuesto, al final éstos se tornaban muy tórridos y húmedos. Tanto que Adriana se despertaba por las mañanas con las bragas humedísimas. Lo que provocaba la auxiliar en ella no era normal. Pero a la vez le encantaba.
María, la enfermera de trauma, le dijo a Adriana que iban a dar una fiesta en casa de otra enfermera y que estaba invitada, de hecho la enfermera que daba la fiesta, Rosa, había invitado a todo el personal de la planta, ya que vivía en un chalet enorme y le encantaba dar fiestas en su casa. María sólo quería ser amable con la doctora, quería darle un voto de confianza ya que pensaba que detrás de esa coraza se encontraba una mujer sensible y accesible. O eso quería pensar. María siempre buscaba la parte buena de las personas.
Adriana sólo se tenía que apuntar en un papel que estaba colgado en la pared con una chincheta, en el Office. La curiosidad le pudo y cuando nadie la vio, se dirigió al papel colgado para ver quién iba a ir a la fiesta. Y enseguida vio el nombre de Gabriela apuntado. Pronto su cerebro empezó a funcionar. ¿Debía de ir o no? Lo que sí que sabía es que se moría por ver a Gabriela, y además tendría la oportunidad de verla fuera de la clínica.
Ella quería saber cómo llevaba su recuperación ya que no podía ponerse en contacto con la morena porque no tenía su número de teléfono, y bueno, no era de recibo tenerlo, no venía a cuento. Pero nada más. Sólo quería eso. Así que finalmente también se apuntó.
La fiesta sería el sábado por la noche. Ella tenía libre. No era necesario pues pedir ningún cambio. Pensaba decírselo a Alba y a Laura pero Alba tenía guardia, era una pena porque era la oportunidad perfecta para que conociera a Gabriela. Tal vez con unas copas de más se atrevería a presentársela a su amiga. Tal vez como su amiga no iría, con esas copas de más ella se atrevería a dirigirle la palabra.
Se lo dijo finalmente a las dos, a Alba le sentó mal no poder ir, pero le era imposible cambiar la guardia con otro compañero. Laura le dijo que sí.
Llegó la tarde del sábado y Adriana estaba más nerviosa de lo normal. Sabía el por qué. No sabía qué ponerse. Lo que sí sabía es que quería llamar la atención de Gabriela. Tenía que ponerse un vestido que se adaptara a su cuerpo perfectamente. Con esas curvas de infarto que tenía la cirujana. Eligió un vestido de color negro muy elegante, sensual y sofisticado. De cintura baja ya que con sus largas piernas le quedaba muy bien ese estilo. Escotado, como no, y de manga larga ya que aún hacía frío y no quería resfriarse. Se pondría un calzado con unos buenos tacones. Decidió recogerse la melena en un moño, dejándose unos mechones sueltos a cada lado. Luego se maquilló y se perfumó.
A las 7pm pasó a recoger con su coche a Laura. También estaba muy elegante.
- ¡Eh castaña, estás preciosa!. ¿Va a ir Javier? Porque si va, no te lo podrás quitar de encima.
- No Laura, Javier no viene, trabajaba, aunque creo que hoy salía de madrugada. Y mejor así, porque podré desmelenarme si es necesario. Por cierto, tú también estás guapísima.
- Claro, tiene pinta de ser una fiesta para chicas. Seguro que lo pasamos bien. Lástima que Alba no haya podido venir. Si, pero tú luces mejor que yo.
Adriana se preguntó si Laura sabía que a Alba le gustaba una auxiliar de la planta. Ya lo averiguaría.
Por el contrario, Gabriela eligió un vestido de color rojo, que le resaltaba su divina piel morena y sus larguísimas y esculpidas piernas. Era femenino y atractivo, y de manga larga . Ese vestido le quedaba como anillo al dedo, resaltaba sus llamativas curvas y de seguro que no iban a pasar desapercibidas para nadie. Más de alguno podría accidentarse con tanta curva. Se dejó el pelo suelto. Esa melena negra era objeto de deseo de muchos hombres. Se puso medias de encaje porque sabía que iba a pasar frío, aunque le gustaba mostrar sus piernas morenas sin nada sobre ellas. Y unos zapatos con tacón muy finos del mismo color que el vestido. Estaba preciosa, de seguro que iba a llamar la atención de todos los invitados.
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Descargas eléctricas. (1°Historia)
Romance¿Puede una bella,madura y heterosexual cirujana enamorarse de una preciosa auxiliar de enfermería-psicóloga, mucho más joven que ella, nada más verla? ¿Puede surgir algo entre ellas siendo de diferentes clases sociales? Puede, pero tendrán que derri...