capítulo 17

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Eres increíble Diana - dije mientras cogía un puñado de palomitas - Tenías que haber quedado primera
-Fue por muy poco - dijo Diana sonriendo - Además ha sido una gran experiencia
-Ojala hubiera ido a verte - dije sonriendo - Tenía que haber sido increíble en directo

El sonido del teléfono de casa interrumpió la conversación.
ME levanté algo desganada a cogerlo.

-¿Si?, ¿Quién es? - pregunté mientras miraba los números del teléfono
-Buenas tardes, llamo del hospital Gregorio Marañón, es usted Aria García - dijo la chica del otro lado del teléfono
-SI, soy yo, ¿ha ocurrido algo? - sus padres han sufrido un accidente y están hospitalizados

Un gran escalofrió recorrió mi cuerpo al oír esas palabras y las lágrimas caían por mis mejillas.

-Pero... ¿Es grave, como están? - dije entre lágrimas
-Aún es pronto para decirlo, la hemos avisado por si quiere venir a verles una vez salgan - dijo la chica con la voz relajada
-Sí, Si, voy ahora mismo - dije secándome las lágrimas

Y cuando colgué el teléfono las lágrimas volvieron a aparecer pero esta vez con más fuerza, como si me estuvieran arrancando la piel a tiras y echando sal.

-¿Qué ocurre Aria? - preguntó Diana levantándose rápidamente del sillón
-Mis padres están ingresados en el hospital - dije entrecortada - Tengo que ir - dije llorando
-Tranquila, estarán bien seguro - dijo Diana mientras sacaba el móvil - Te llevo al hospital, tú tranquila - Hola papá, estoy en casa de Aria, ¿Puedes llevarnos al hospital? - preguntó Diana
Diana volvió a guardarse el móvil y me ayudó a llegar al sillón, las piernas me flaqueaban y apenas tenía fuerza para mantenerme de pie

-Tranquila, ahora viene mi padre y vamos al hospital - dijo Diana secándome las lágrimas
-Gracias - dije con la voz apagada

Mi mente no dejaba de pensar en las palabras de la recepcionista, ¿Cómo podían haber tenido el accidente? ¿Qué había ocurrido para que pasase?
Me levanté despacio del sillón y fui a la cocina a por mí móvil, no sabía porque lo hacía pero mi cuerpo se movía solo.
Diana se quedó en el sillón con cara de preocupación, sin saber muy bien cómo reaccionar.

-Veinte llamadas de Raúl, quince mensajes de Raúl - dije en voz baja - y sin pensármelo borré todo y sin yo quererlo mi mente comenzó a bloquear todo lo malo que ocurría, comencé a sentirme mejor y una extraña risa salió de mi garganta y a la vez las lágrimas caían por mi mejilla.

Diana apareció corriendo y comenzó a hablarme, pero no podía escuchar nada. Me zarandeaba de un lado a otro y yo no sabía que me pasaba, las lágrimas y la risa se mezclaban, algo estaba cambiando dentro de mí y no podía hacer nada por evitarlo.
EL ritmo de corazón comenzó a latir con fuerza haciendo que solo escuchase el sonido de la sangre al entrar y salir de mi corazón.
Poco a poco comenzó todo a oscurecerse y dejé de ver a Diana y de escuchar.
Mi cuerpo había caído.
Abrí los ojos levemente y vi un techo blanco y unas sirenas de sonido de fondo, peor inmediatamente mis ojos volvieron a cerrarse y en la oscuridad e mi mente solo podía ver a mis padres chocando de mil maneras.

Al borde del abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora