capítulo 21

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Varios médicos entraron en la sala donde estaba mi padre, parecía bastante grave para que hubiese tanta gente. Finalmente uno de los médicos salió y se acercó hacía donde estaba.

-Eres Aria ¿verdad? - preguntó agachándose delante de mí
-Si soy yo - dije algo más tranquila
-Hemos conseguido que tu padre tenga pulso de nuevo, pero debes saber que le queda poco, tiene cáncer por todo el cuerpo - dijo el doctor aparando la mirada de mí

¿Cáncer? Eso como es posible en caso de tenerlo no aparece de la nada, tiene que llevar más tiempo con ello. En mi mente comenzaron a pasar recuerdos de mi padre de los últimos días. Siempre decaído, triste y regañándome por todo.

-Pero... ¿Hace cuanto que lo tiene? - pregunté con la voz cortada
-Por el grado en el que está hace al menos seis meses - dijo el médico levantándose - Ahora mismo está bien y lo llevaremos a la habitación de nuevo, cuando se despierte avísanos.

ME quedé muda, no creía todo lo que estaba escuchando en apenas cinco minutos. Todo mi mundo estaba cayéndose, rompiéndose en trocitos tan pequeños que no se podían arreglar.

-Claro le avisaremos - dijo Diana mirándome

Me quedé mirando a Diana a los ojos, tenía ganas de chillar, de romperme en mil pedazos y desaparecer. Pero de mi garganta solo salió una débil voz.

-Ayúdame - dije rompiendo a llorar

Las lágrimas me recorrían toda la mejilla llegando hasta la barbilla y perdiéndose en el suelo del hospital. No sabía que hacer, no sabía como reaccionar ante todo esto. Mi mente no dejaba de mostrarme recuerdos, no podía pararlo y por mucho que lo intentase no era lo bastante fuerte para detenerlo.

Vi salir a mi padre de la habitación, debían llevarlo a la habitación, tenía algunas quemaduras en el pecho, pero la maquina indicaba que tenía pulso.

-Voy con él - dije intentando levantarme, pero caí a la silla de nuevo.
-Tranquila, espera a que se te pase y ahora vamos - dijo Diana sonriendo

Que haría sin mi amiga que siempre me ha cuidado tanto, espero algún día devolverla el favor.
Mario me trajo un poco de zumo de la cafetería para que se me pasase el mareo y pudiera levantarme.

-Muchas gracias - dije mientras le miraba a sus enormes ojos marrones.

Todo el mundo se preocupaba por mí, mirándome haber como estaba. Había conseguido llegar a la habitación y estaba junto con Diana esperando que mis padres se despertaran. De vez en cuando algún médico y Mario se pasaban para ver como estaba.
No era algo agradable de sentir, ya que no me gusta ser el centro de atención. Solo quería retroceder en el tiempo y que mis padres estuvieran bien.
Habían pasado doce horas desde que trajeron a mi padre a la habitación y aún no se había despertado. MI madre seguía igual de tranquila. Era como si estuvieran en un profundo sueño del que no pudieran despertar jamás.
Diana había ido a su casa a avisar a sus padres y a traer algo de ropa ya que se quería quedar a mi lado.

-No hace falta que te quedes - dije con una pequeña sonrisa
-Tranquila, nuestro plan para estas vacaciones era pasarlo juntas así que me quedo contigo - dijo sonriendo
-Bueno... esto no era lo que tenía en mente - dije mirando a mis padres
- Se pondrán bien, no te preocupes - dijo sacando ropa de la mochila - Te traje algo de ropa limpia por si te querías cambiar - dijo sonriendo.
-Muchas gracias - dije abrazándola

No se que haría si Diana no estuviera aquí conmigo, para ella tampoco debe ser fácil esta situación. Pero me alegro que se quede conmigo un poquito más

Al borde del abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora