capítulo 26

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Habíamos ido a la cafetería del hospital, no era un sitio muy romántico pero Mario había reservado una mesa y la había adornado con unas velas y unas flores. Era muy bonito

-No es gran cosa, pero espero que te guste – dijo Mario retirando la silla.

Mario era muy educado, su forma de hablar, su actitud, sus gestos. LE hacían un chico increíble. Pero espero que todo salga bien.
Estuvimos cenando una ensalada y algo de carne. Todo estaba riquísimo.

-¿Te está gustando? – preguntó tímidamente
-Mucho, me ha relajado esta cena – dije sonriendo
-Me alegro mucho – dijo con una amplia sonrisa
-¿Cómo están mis padres? – pregunte preocupada
-Bien, aunque el accidente fue provocado por otro coche, están buscándolo – dijo Mario intrigado
-Espero que lo encuentren pronto – dije preocupada

Cuando terminamos de cenar Mario me acompañó hasta la habitación, y la despedida fe algo tímida, pero me gustó mucho.

-ME lo he pasado muy bien – dijo Mario sonriendo – Espero poder repetir otro día
-Yo también, me ha gustado mucho cenar contigo – dije sonrojada

Mario me agarró la mano con suavidad y se me quedo mirando a los ojos. No se porque mi cuerpo quería besarlo, abrazarlo, que el me rodeará con sus brazos. Quería sentirme protegida, pero hoy no podía ser, era demasiado pronto.

-Gracias por la cena – dije entrando en la habitación
-Te veo mañana – dijo Mario sonriendo

Entré en la habitación y cerré la puerta tras de mi y me quedé apoyada en la puerta.

-Veo que ha ido muy bien ¿no? – dijo Diana con una sonrisa picara
-Increíble, pero es pronto aún – dije sentándome en el sillón - ¿Han venido para algo de mis padres?
-No, todo está bien – dijo Diana con una mirada extraña
-¿Seguro que no? – pregunté extrañada
-De verdad – dijo Diana mirándome fijamente

Sin darme cuenta un grupo de médicos entraron en la habitación a buscarme, entre ellos estaba Mario que me cogió de la mano y sin decir nada me llevó a la planta superior

-¿Qué ocurre? – dije asustada
-Tu padre, esta en estado critico y entre sollozos nos ha pedido que vayas – dijo Mario preocupado

Estaba muy asustada, mi padre sollozando, nunca le he visto llorar y puede que esta vez sea la única.
Llegamos a la habitación donde estaba mi padre, sus pulso era muy lento y le costaba respirar.

-¿Aria? – Dijo débilmente – Acércate
-Estoy aquí papá, ¿Qué ocurre? – dije agarrando su mano
-Aria, siento mucho todo esto por lo que estás pasando, y no quería hacerte sufrir. Pero estoy demasiado herido por dentro y noto que se me va la vida – dijo con lágrimas en los ojos – Siento mucho aquellas veces que te he gritado y las veces que no he sabido ayudarte, se que te habrás sentido desentendida, pero siempre te he querido, eres mi hija y eso siempre lo vas a ser, ahora tienes que ayudar a mamá a que siga adelante y tú a seguir así, tú puedes salir adelante eres fuerte – dijo Papá apretando mi mano con mucha fuerza
-No te puedes ir ahora, ahora no por favor – dije llorando – Es cuando más te necesito, se que me he portado mal, y a veces soy insoportable, pero eres mi padre, no pedes irte – dije llorando
-Shhh, no digas nada, solo se fuerte – dijo llorando

Los ojos de Papá comenzaron a cerrarse y su mano dejó de apretarme, la máquina cardiaca comenzó a emitir un pitido muy agudo y Mario entró a la habitación.

-Lo siento Aria, tu padre... – Mario no acabó la frase, solo se quedó detrás mía con su mano apoyada en mí
-¿Por qué esto? – dije llorando
-Tenía heridas internas, y órganos dañados, no podíamos con todo a la vez – dijo Mario avergonzado – Lo siento Aria

Sin decir nada salí de la habitación, tenía la mente perdida  y no sabía a donde iba. MI cuerpo reaccionaba solo y la voz de Mario sonaba a lo lejos.
Me acerqué a una de las ventanas que había cerca de la habitación y sin saber porque lo hacia golpeé la ventana con todas mis fuerzas.
Los cristales salieron volando por todos lados, mi mano comenzó a sangrar salvajemente y mis ojos comenzaron a llorar con fuerza.

-¡NO es justo! – grité con toda mi fuerza

Al borde del abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora