capítulo 34

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-¿Si? Dime- dijo Mario muy serio

Mario se alejó un poco de mi lado y siguió hablando algo confundido.
No conseguía escuchar lo que decían pero parecía importante.
Finalmente Mario colgó y se acercó hacía mí preocupado.

-Aria, será mejor no seguir con esto, vete a casa – dijo seriamente – Diana y yo nos ocupamos
-¿Por qué me pides eso? – dije enfadada
-Verás Aria, ese coche lo conducía Raúl, el chico que te llevó al hospital, el chico que te intentó ver cuando tus padres – dijo apartando la mirada

HA dicho Raúl, el chico que lleva torturándome todos los días desde que le conocí, el chico que ha destrozado mi familia.

-Quiero que arda, quiero que se mura – dije en voz baja
-¿Estás bien Aria? – dijo Mario acercándose
-Quiero matarlo Mario, quiero torturarlo – dije mirando al coche

Sin pensarlo salí corriendo hacia el coche y comencé a golpearlo con las manos desnudas
LA chapa se doblaba y mis manos sangraban sin parar. Golpeaba los cristales los faros, mi cuerpo se iba magullando hasta que Mario me agarró de la cintura y me puso contra la pared.

-¡Aria para! – grito Mario enfadado, pero con los ojos llorosos – Hacer eso no te va a ayudar, el daño esta echo y superado, déjaselo a la policía.
-Ni puedo Mario, me persigue, me destroza, ese chico tiene que pagarlo – dije llorando
-Tranquila Aria – dijo Mario abrazándome con fuerza.

Cuando se me pasó la rabia, el dolor comencé a notar como mi cuerpo comenzaba a arder de dolor, a sentir cada corte que tenía.
Mario me subió a su coche y me llevó al hospital donde trabaja. ME sentí muy culpable por lo que había echo, por el daño que le he hecho a Mario al verme así.
Hacía mucho tiempo que no notaba este dolor, esta sensación de impotencia y de perdida de control.
Espero que pase pronto.
Cuando llegamos al hospital Mario me llevó a una sala vacía y me comenzó a curar y a vendar cada corte y cada moraton que tenía.

-Lo siento – dije mirando mis manos
-No te preocupes, no sabía que tenías tanta fuerza – dijo Mario sonriendo – SI te dejo seguir destrozas el coche
-No seas idiota, no se porque perdí la cabeza – dije llorando
-Tranquila, ha sido un golpe muy fuerte el saber eso – dijo Diana que estaba detrás de Mario
-Gracias por venir – dije con una pequeña sonrisa
-Aria, pasas mucho tiempo en el hospital – dijo Diana riendo – Vamos a tener que reservarte una habitación
-Jo, no sabía que hoy vendría – dije molesta
-Date esta pomada siempre después de la ducha – dijo Mario dándome un botecito blanco

Mario siempre me estaba cuidando, pero tenía miedo de que se cansara de mis perdidas de cabeza, espero que pueda controlarme la próxima vez y no pierda los papeles de está manera.

-Gracias a los dos – dije sonriendo

Al borde del abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora