capítulo 30

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EL circo duró casi tres horas de espectáculos, de risas y de grandes momentos junto a Mario.
Los payasos y los acróbatas hicieron trucos increíbles e incluso hicieron participar al público.
Cuando terminó el espectáculo salimos del circo y volvimos al coche de Mario, parecía que tenía una última sorpresa más.

-Verás Aria, siempre me ha gustado sorprender y ver esa momento en que no sabes que hacer, aparecer de la nada, regalos inimaginables, todo eso esta genial y ahora voy a hacer que no puedas cerrar tu boca de la impresión - dijo Mario riendo
-Eso suena muy raro, no serás un violador o algo - dije riendo
-No seas bruta Aria - dijo Mario riendo a carcajadas

AL poco tiempo paró a los pies de un monte, era bastante empinado, pero creo que podría subir, si es eso lo que pretende.

-¿Podrás? - preguntó Mario ofreciéndose a subirme
-Claro - dije sonriendo - Menos mal que me puse las botas para esto - pensé para mí

Subimos hasta arriba de la colina y había preparado un pequeño picnic.

-¿Cuándo has preparado esto? - pregunté sorprendida
-Tengo recursos - dijo Mario sonriendo
-Decidido, eres un acosador o algo porque esto no es normal - dije riendo
-Que cabezota eres - dijo Mario riendo - Siéntate y disfruta del paisaje

Se veía toda la ciudad desde lo alto de la colina, las luces y las pequeñas chimeneas hacían una bonita combinación.

-Mira más arriba - dijo Mario sonriendo

Subí la cabeza un poco y por primera vez en muchos años vi todas las estrellas que cubrían la oscuridad de la noche. Grandes, pequeñas, brillantes, de todas las formas.

-Es precioso - dije sonriendo
-Más precioso es verlo reflejado en tus ojos - dijo Mario con un tono de voz muy bajo

Baje la cabeza y me quedé mirando sus brillantes ojos, en la oscuridad de la noche apenas se distinguía el color de ellos. Pero estaba sintiendo un montón de emociones, de deseos y de ganas de saltar a sus labios.

-No pienses, hazlo - dijo Mario mirándome fijamente

Por un segundo me quedé confundida, ¿cómo sabía lo que pensaba?, eso me daba igual. Sin pensarlo le bese haciendo que se tuviera que tumbar en la manta que había preparada.
Nuestros cuerpos se rozaban mutuamente, el calor de ambos se había convertido en uno solo, sus manos acarician mi espalda y mis dedos se enredan entre su pelo.
EN mi interior sentía un fuerte deseo de llegar al final, pero una parte de mí se negaba a entregarse del todo, pero otra parte deseaba terminar.
Hice caso a mi corazón y me dejé llevar, mis manos acariciaban su pecho y las suyas poco a poco entraron en el interior de mi camiseta. Y sin darnos cuenta éramos solo una persona, unidos en cuerpo y mente, en respiración y pulsaciones. Solo nosotros dos, en un lugar único.

-Te quiero Mario - dije acurrucándome en su pecho

Sus manos me apartaron el pelo de la cara y mirándome a los ojos dulcemente me dijo lo que tanto ansiaba oír.

-TE quiero Aria

Al borde del abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora