Esa noche Quinn y yo dormimos en camas separadas, nuevamente, esta vez por decisión suya. Pero ya no me molestó tanto. Después de un día agotador, entre confesiones y preparativos para partir, necesitaba un tiempo de sueño lo más largo posible, y sería más fácil sin la cercanía de Quinn que aceleraba mi corazón con cada respiración.
Él había permanecido en un estado taciturno el resto del día, yendo y viniendo inmerso en recuerdos que le dolía revivir. Por fuera, parecía calmado, tranquilo, pero sus ojos lo delataban: mostraban la confusión y el dolor que se revolvían en su mente. Y nadie sabía leer tan bien sus ojos como yo, nadie lo conocía como en realidad era; porque conmigo había bajado aquella fachada que mostraba a todo el mundo, y me había presentado a su verdadero ser.
Por otro lado, estaba Rachel. Si bien había ayudado a preparar todo sin objetar, tampoco había pronunciado palabra alguna. Entendía que debía ser duro para ella enfrentar la situación: irse de su casa, tener que hacerse cargo de sus hermanos, el saber que sus padres estaban atravesando un momento muy difícil en su relación, encontrar a su hermana que creía perdida. Conocer la verdad. Lo más duro de todo era conocer la verdad, porque al hacerlo se dio cuenta que le habían mentido, u ocultado cosas.
Yo había decidido darles todo el tiempo que necesitaran para digerir las noticias y recuerdos, tanto a Rachel como a Quinn; ambos lo necesitaban por igual. No los iba a presionar, porque ellos (no tanto por parte de mi hermana, pero sí por mi amigo) no lo habían hecho conmigo. Así que, además de los preparativos, me dediqué a mis hermanos más pequeños. Eloy ya estaba mucho mejor de la fiebre que lo había atacado sorpresivamente, y poco a poco comenzaba a entrar en confianza conmigo. Hablamos mucho sobre lo que le gustaba: leer (acaba de aprender y estaba fascinado), jugar con los soldaditos, ir a la plaza, los aviones.
Los aviones; prácticamente todo lo que dijo fue sobre aviones, y me contó que cuando fuera grande sería un piloto. Esto me sorprendió, ya que parecía muy decidido sobre el tema, y tenía apenas seis años.
- ¿Y por qué quieres ser piloto?- Le pregunté, curiosa.
- No lo sé… porque me gustan los aviones, y las nubes. Y volar, me gusta volar.- Me quedé mirando cómo le brillaban los ojitos cuando hablaba sobre volar, era claro que ese era su sueño.- Quiero hacer piruetas por el aire, así como hacen en las películas.
Jugué un rato con él, aún sorprendida y feliz por el acercamiento que habíamos tenido. Yo lo alzaba por los aires y lo hacía girar como si Eloy fuera el avión; no paraba de reírse.
Al oír las risas, tanto Evan como Rachel y Quinn se acercaron a ver qué pasaba. El más pequeño se sumó entusiasmado a los juegos, feliz como de costumbre. Mi hermana no dijo nada, no se quejó de que estuviera con los niños, y yo lo interpreté como un avance importante. Quinn, por su parte, esbozó la primera y única sonrisa de todo el día, y eso me puso más feliz aún.
Las cosas empezaban a tomar su curso, nuevamente. Ahora me quedaba pensar una cosa: ¿Qué pasaría cuando mis hermanos se fueran a casa?
Abrí los ojos a una mañana gris pero tan luminosa que llegaba a molestar. Quinn estaba sentado en su cama con la vista clavada en el suelo; parecía una estatua, pálida y fría, inmóvil. Me quedé observándolo durante un rato, analizando cada detalle: los codos apoyados en las rodillas, soportando el peso de una espalda encorvada por la pesadumbre; las manos entrelazadas, los nudillos blancos por fuerza que estaba haciendo; los labios convertidos en un línea imperturbable, su expresión tensa y preocupada. Y sus ojos… esos ojos azules eran una ventana que dejaba ver claramente todo el sufrimiento que había tenido que soportar durante 13 años de soledad, las cejas oscuras creando sombras sobre su mirada, ya de por sí oscurecida por su propio pasado. Él era tan hermoso y tenía tanto dolor.
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Sobrevivir de tu mano
General Fiction"¿Luego de siete años, no había olvidado lo que era sentir? Quinn había cambiado mi vida por segunda vez, la había transformado en algo que quizás valía la pena soportar." Cuando pasas tu vida en las calles, ¿Cómo haces para sobrevivir? Leila ha est...