La enorme sorpresa e incredulidad que me invadió me arrancó violentamente de mi estado catatónico. ¿Cómo era posible que él estuviera aquí? Bueno, era posible porque de hecho, él estaba realmente allí. Y Quinn lo estaba asfixiando. Corrí en su rescate apartando a mi amigo, quien se mostró realmente confundido.
- ¿Qué haces? Nos estaba siguiendo, es el que te acosó en el Centro…-
- Un momento, yo no acosé a nadie.- Replicó Bastian, mientras se masajeaba la garganta adolorida.
- Él no nos hará daño, Quinn.- Miré al muchacho rubio inquisidoramente.- No nos harás daño, ¿Verdad?
- Claro que no.
- ¿Lo conoces?
Una marea de recuerdos golpeó mi mente. ¿Lo conocía? Sí, claro que sí; pero habían pasado varios años ya desde la última vez que lo había visto. Y había cambiado mucho desde entonces, tanto, que no había sido capaz de reconocerlo. Sin embargo su tono de voz, su manera brusca de hablar, su rotunda negativa a llamarme por mi nombre, limitándose solo a mi apellido, su mirada oscura e impenetrable, nada de eso había sido modificado por el paso del tiempo, se habían mantenido impolutas todas aquellas características.
Respiré hondo, la epifanía llegando como un rayo luminoso: él era parte de mi pasado, de aquellos tiempos antes de Quinn y mis hermanos; él podría ser el ancla que necesitaba para soportar el dolor. Realmente, ¿Podría haber llegado en un momento más justo?
- Quinn, este es Bastian. Él es… un amigo.
Si quedaba algún rastro de mi aislamiento, éste había desaparecido finalmente. En ese momento estaba sentada en una mesa de madera, cuya pintura que ahora se hallaba descascarada, alguna vez había sido azul. Frente a mí, Bastian comía en un completo silencio, ensimismado en su tarea; así que yo aproveché para observarlo detenidamente. Sus ojos, tan oscuros que parecían negros, ya no estaban tan separados uno del otro, otorgándole más proporcionalidad a sus facciones; su mandíbula se había ensanchado y endurecido, haciéndolo parecer fuerte; el pelo rubio caía desordenado sobre su frente, lo llevaba más largo de lo que recordaba. También había crecido mucho en altura, su espalda se había ensanchado y sus brazos se veían musculosos. Una transformación completa se había apoderado de su cuerpo, pero podía apostar a que seguía teniendo la misma personalidad orgullosa y tozuda al que me había acostumbrado hacía casi cuatro años. De repente, alzó la vista atrapando mi mirada con la suya. Nos quedamos mirando durante unos interminables segundos; el silencio era totalmente incómodo, pero no podía apartar mis propios ojos de aquellos que se mostraban tan profundos como agujeros sin fondo. Sentía que podría caer en ellos eternamente sin detenerme. Sin embargo algo faltaba, algo fundamental.
- ¿Interrumpo?
La voz de Quinn cortó el lazo invisible que unía la mirada de Bastian con la mía, y me vi liberada llena de alivio. Me estaba empezando a sentir muy extraña, y no tan bien como me hubiera gustado. Miré a mi amigo y noté una expresión contrariada en su rostro.
- ¿Alguno de los dos podría explicarme que sucede aquí?
Se hizo un silencio que parecía inquebrantable. ¿Qué podía decirle? No sabía por qué Bastian nos había estado siguiendo anteriormente, no habíamos hablado; solo nos habíamos mirado, sin decir una palabra. Pero sospechaba que eso no era precisamente lo que Quinn quería oír.
- Bastian y yo nos conocimos hace… cuatro años, un poco menos. Luego de que me atacaran por primera vez los Recogedores, ¿Recuerdas?- Mi amigo asintió gravemente. Claro que recordaba la historia de mi primera cicatriz, se la había contado a Rachel tan solo la noche anterior.- Él es quien me enseñó a pelear.
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Sobrevivir de tu mano
General Fiction"¿Luego de siete años, no había olvidado lo que era sentir? Quinn había cambiado mi vida por segunda vez, la había transformado en algo que quizás valía la pena soportar." Cuando pasas tu vida en las calles, ¿Cómo haces para sobrevivir? Leila ha est...