Capítulo 21

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Cuando desperté, sentí como si hubiera pasado la noche entera en vela; todo el cuerpo me dolía, y al levantarme el mundo entero decidió girar. Me sentía realmente mal. Pero no me sorprendí, luego de aquella horrible pesadilla no esperaba otra cosa, en verdad. Por su parte, Quinn seguía dormido.

Me quedé un momento observándolo, como sus facciones lucían completamente relajadas mientras su mente estaba suspendida en la inconsciencia. Lo acaricié, no pude evitarlo; él era tan hermoso, y luego del sueño era mucho más preciado para mí. Lentamente me acerqué y rocé sus labios con los míos. Fue una pequeña despedida, más figurativa que literal, pero mi corazón lo sintió definitivamente real. Y dolió.

- Leila, ¿Podemos hablar un minuto?

Estaba sentada nuevamente en mi habitación cuando Rachel se asomó por la puerta. Simplemente observaba cada mínimo detalle, ya que moverme implicaba demasiado esfuerzo. No entendía que me estaba sucediendo, aunque tal vez fuera solo la mala noche.

- Sí, claro. ¿Qué sucede?

Hice un amago de levantarme, pero mi hermana fue más rápida y se sentó a mi lado; realmente fue un alivio para mí, porque mis articulaciones y músculos ya habían comenzado a quejarse.

- Ayer cuando descubriste la tumba de Quinn, me puse a pensar. Nunca antes había escuchado su apellido hasta ese momento.

- ¿Qué sucede con su apellido?

- Nuestra institutriz (sí, lo sé, tenemos una institutriz) una vez estuvo casada con un hombre que de apellido era Zeyers; el mismo apellido de Quinn.- Hizo una pausa, dubitativa.- ¿Tú crees que sea su mamá?

Me quedé atónita, mi cerebro trabajando al máximo. Era completamente posible que aquella mujer fuera la madre de Quinn, sobre todo si este había vivido su infancia en la misma ciudad que nosotros. 

- Puede ser.- En mis propios oídos mi voz sonó extraña, como una mezcla de esperanza y confusión.

- Voy preguntárselo.

Rachel se levantó con la emoción pintada en su rostro, pero yo la tomé del brazo e impedí que se marchara.

- ¡No!- La mirada que me dirigió hubiera sido, en otro caso, destinada a un demente; aunque en ese momento ella probablemente me creía loca.- Déjame a mí. Si le dices algo, ya no querrá acompañarnos porque sabrá que al final encontrará a su madre.

- ¿Quinn no quiere ver a su madre?

- No, pero es por una causa que cree noble.

- Así que nosotras le mentiremos.- Ahora en su rostro había desconfianza.

- Lo haremos, pero por una causa que creemos noble.

Y con una última sonrisa, Rachel se fue de la habitación con expresión de satisfacción.

Sin embargo, yo me quedé meditando seriamente aquella conversación. Era muy probable que la institutriz de mis hermanos y la madre de Quinn fueran la misma persona; y también era muy probable que cuando encontráramos a nuestros padres, también la encontráramos a ella. Y finalmente ambas familias estarían reunidas.

Además, el hecho de que Quinn volviera con su madre significaba que no tendría que renunciar a él; podríamos seguir viéndonos, siendo… amigos. El sentimiento de esperanza que me invadió fue tan fuerte que me asusté. No podía permitirme sentir así, porque de esa manera era mucho más propensa a decepcionarme. Sin embargo, por experiencia sabía que los sentimientos no podían controlarse.

Finalmente habíamos llegado a un Centro. El camino hacia la casa del lago me iba a resultar extremadamente difícil; el simple y pequeño tramo que habíamos recorrido aquel día había sido una agonía para mí. Si bien había ocultado cualquier muestra de dolor para que nadie se preocupara, con cada paso me había visto tentada a desplomarme sobre el suelo y negarme a continuar. Aquella pesadilla realmente me había abatido como ninguna otra antes.

Sobrevivir de tu manoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora