- ¡Mamá! ¡Papá!
Y finalmente allí estábamos. Frente a mi casa. Frente a mis padres, quienes estaban siete años más viejos y que sobre sus hombros cargaban el peso de muchos dolores y sufrimientos; quienes parecían tener surcos en la cara a causa de las infinitas lágrimas que habían recorrido sus mejillas. Allí estaban, a solo unos metros delante de mí, abrazando desconsoladamente a mis hermanos, llorando lágrimas de alivio y felicidad. Allí, en la entrada de una hermosa y luminosa casa, durante las primeras horas de un día brillante y soleado, estaba ocurriendo lo que siempre, en el fondo de mi ser, había deseado para mí misma.
Y detrás de mí, siendo protector y acompañante al mismo tiempo, Quinn se encontraba observando la conmovedora escena con un brillo de nostalgia y anhelo en sus ojos azules. Y me sentí realmente satisfecha por saber que dentro de poco, aquellas esperanzas y sueños que corroían profundamente en su mente se volverían realidad.
Una mujer joven se acercó desde detrás de la casa, sus brillantes ojos confundidos por la escena que se desarrollaba en el umbral de la puerta. Y fueron esos mismos ojos los que se llenaron de lágrimas al encontrarse con unos muy similares detrás de mí, la respiración de ambos entrecortándose por la emoción. El nombre fue apenas un susurro suspirado entre los labios de una madre que había visto irse a las dos únicas personas importantes de su vida, y sus pasos fueron vacilantes pero incesantes. Y finalmente, luego de trece años de vigilia y rezos, madre e hijo se fundieron en un abrazo, consolidando aquel tan esperado reencuentro.
Y allí estaba yo también, parada en entre dos familias que desbordaban alegría y amor, aunque nadie notara realmente mi presencia. Allí estaba, esperando tener yo también mi abrazo, poder llorar lágrimas de felicidad. Pero el momento no llegaba, y mis padres no levantaban la vista ni un momento de sus preciados niños. Quería gritarles que allí estaba, correr hacia ellos con los brazos abiertos de par en par; quería ser niña otra vez para que mi papá pudiera alzarme y hacerme sentir que volaba, para que mi mamá me sentara en su regazo o me hiciera trenzas. Quería tener a mi familia otra vez, y aunque solo estuviera a unos pocos pasos de mí, la sentía más lejana que nunca.
Estaba a punto de salir corriendo de aquel patio cuando Isidro Krum levantó la vista hacia mí y me dirigió sus primeras palabras en siete años.
- Infinitas gracias por traer a nuestros hijos a casa. Realmente no sé cómo agradecerle.
Y eso fue todo, no me había reconocido y mi corazón así lo sufría. ¿Tanto había cambiado en verdad como para que mi propio padre no me reconociera? O tal vez había deseado tantas veces poder olvidarme para no tener que sentir más dolor y culpa de mi supuesta muerte que finalmente había sucedido. Sin embargo, el escuchar a su marido hablarle a otra persona provocó que mi madre también levantara la vista hacia mí. Y pude ver en sus ojos el reconocimiento y el amor, mientras un sollozo escapaba de su pecho y una sonrisa aparecía en su rostro al mismo tiempo que las lágrimas. Mi papá la miró sorprendido, y lentamente desvió sus ojos hacia mí; y esa vez sí me reconoció, porque se puso tan pálido como un papel y sus manos, al igual que su voz, comenzaron a temblar.
- No puede ser, ¿En verdad eres tú?- Asentí con un mínimo movimiento de mi cabeza, incapaz de proferir sonido alguno.- Leila. Mi niña.
Una terrible puntada arremetió en mi costado derecho, y rápidamente me apreté con la mano; se sintió extraño y cálido, así que di vuelta lentamente mi mano para ver lo que tenía en la palma. Sangre. Realmente había olvidado la herida que me había hecho Bastian, y con la adrenalina corriendo por mi cuerpo no me había dolido en absoluto; pero en algún momento del viaje, la improvisada venda que me había cubierto y contenido el corte se había caído, y ahora una mancha más brillante y reciente adornaba mi vestido raído. Estaba perdiendo mucha sangre, y con rapidez.
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Sobrevivir de tu mano
General Fiction"¿Luego de siete años, no había olvidado lo que era sentir? Quinn había cambiado mi vida por segunda vez, la había transformado en algo que quizás valía la pena soportar." Cuando pasas tu vida en las calles, ¿Cómo haces para sobrevivir? Leila ha est...