Camino estaba ansiosa por la cita de esa noche. No era su aniversario ni mucho menos. Para ella celebrar el amor no consistía en una sola fecha. ¿Por qué había que encasillarlo en unos cuantos momentos especiales cuando un año tiene 364 días?
Llevaba varias semanas preparando ese regalo, una idea que le surgió al ver la cantidad de fotos que tenían juntas almacenadas en el ordenador, pero sin ocupar un lugar físico. Una casa sin fotos es como un lugar vacío, con ellas se convertía en un hogar. Así que no se lo pensó y creo un álbum con sus favoritas, fotos de ese amor tan bonito que compartían y qué tanta felicidad le daba.
Camino había citado a Maite en el restaurante de su primera cita, aquella en la que los nervios se habían apoderado de ambas. Aún recordaba como fue su llegada. No podía apartar su mirada que iba de arriba a abajo deleitándose en su elegante vestido corto, de encaje, con ese escote de infarto en forma de pico y estampado de estrellas que la había dejado con la boca abierta hasta que se sentó a la mesa. Jamás podría olvidar aquel día.
La velada pasó tranquila, entre risas y miradas fugaces cargadas de mucho amor. Era su rutina, contarse lo sucedido al final del día. Faltaba poco para llegar al postre cuando Maite comenzó a cuestionarse el motivo de la cita.
- ¿A qué se debe tanta preparación? No sé me habrá olvidado algo especial, ¿No? Ya sabes cómo es mi cabeza - se tocó el cabello.
- Para mi todos los días junto a tí son especiales. No te preocupes que tú cabeza está bien... O al menos dentro de lo normal - hizo gestos como si estuviera loca.
- Oye, no estoy loca... bueno, sí, pero por ti - se acercó y la besó.
- Tengo algo para ti. Espérame aquí, no te muevas.
- Soy una estatua.
Camino fue corriendo hacia la barra y comenzó a hablar con uno de los camareros, mientras hacía gestos señalando algo, el lugar dónde mantenía oculto el regalo.
- Cierra los ojos - gritó.
- Me tienes intrigada. Venga date prisa - se tapó la cara con las manos.
- Ya puedes abrirlos - separó sus manos - Aquí tienes.
Maite quedó absorta, su pequeña era toda una artista. Sostenía entre sus manos un álbum hecho con mucho amor. Tenía detalles por todos lados, mariposas, acacias, obras de arte, pegatinas de París...toda su relación estaba ahí, sus viajes, sus citas románticas, sus encuentros con la familia y amigos más queridos. No pudo contener lágrimas de emoción.
- Bueno que, ¿Te gusta? - preguntó ansiosa.
- Claro que sí, mis lágrimas son una prueba de ello. Porque también se puede llorar de felicidad, y tú me haces inmensamente feliz, mi amor - fue corriendo hacia ella y se fundieron en un abrazo que dio lugar al beso más intenso.
- Te quiero por y para siempre Maite.
- Y yo a ti mi vida.
Porque este solo es el principio de una historia que no tiene fin.
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One shot Maitino
RomanceCómo mi mente y mi inspiración no están en sintonía, llevo cosa de un mes que no consigo escribir mucho más que un simple texto. Así que, mientras todo vuelve a su sitio, iré publicando todas estas escenas publicadas en Instagram en mi cuenta de Wat...