¿Qué hubiera pasado si Camino...?

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- Tiene que ser mágico saber sacar una figura así de un trozo de barro - me apasionaba tanto la escultura. No podía dejar de admirar esa figura asombrosa que sostenía entre mis manos.

- Bueno, en realidad es como ponerte delante de un lienzo en blanco... tienes que plasmar la  idea que tienes en la cabeza mediante la técnica - mirabas hacia delante como evitando hacer contacto conmigo. Me equivocaba, pues te giraste y pude ver esa sonrisa tan hermosa que me tenía locamente enamorada.

- Escuchándola parece una tarea casi sencilla, como si cualquiera fuera capaz de crear algo bello de la nada - en mi mente me creía incapaz de hacer semejante proeza.

- No afirmo que lo sea, pero cuando anhelas algo con muchas fuerzas, buscas la manera de conseguirlo - ahí estaba esa sonrisa de nuevo, solo que esta vez iba destinada completamente a mí.

En mi subconsciente así lo sentía, como si me estuvieras enviando una serie de señales para dar un paso más en nuestra relación de alumna y profesora a... a algo más. O al menos es lo que deseaba con todas mis fuerzas.

- Tú tienes alma de artista Camino, y si la dejas volar libremente puedes conseguir lo que tú quieras - lo decías con tanta convicción.

- ¿De verdad crees que algún día seré capaz de hacer algo así? - como siempre dudaba de mí misma, pero ahí estabas tú para hacerme creer.

- Eso tendremos que averiguarlo - te miré con cierta intriga - Hoy dedicaremos la clase al moldeado con barro.

- Espero no defraudarla - fueron las únicas palabras que pude pronunciar. Aún estaba asimilando la información.

- Algo me dice que estas manos tan pequeñas y delicadas pueden hacer algo más que pintar - el tacto de tu mano con la mía, tus caricias en el dorso de mi mano, eran como un brote de energía eléctrica luchando por salir.

- Estoy deseando empezar - dije sin apartar la mirada de tus ojos. Me tenías totalmente cautivada.

- Pues no se hable más, pongámonos la bata y al taburete.

Me ayudaste a colocármelo y me senté a lado de la ventana ansiosa por conocer las siguientes instrucciones.

- Lo primero que tenemos que hacer es componer una imagen en nuestro cerebro.

- ¿Cómo un pajarito? por ejemplo - me encontraba un poco perdida, pues cuanto más te miraba, más ganas tenías de recrear tu cuerpo.

- Por ejemplo...y después tenemos dos opciones, hacer un boceto o trabajar libremente sobre el barro - callaste esperando mi elección.

- Prefiero lo segundo - te miré toda ilusionada.

- Muy bien, pues cogemos un trozo de barro, pequeñito y lo amasamos fuertemente...sin miedo - me aconsejabas al ver como mis movimientos eran lentos y suaves - No tengas miedo a mancharte - me sonreías para tranquilizarme - Eso es, así...fuertemente, muy bien - mi mirada iba de ti  a ese trozo de barro que sostenía entre mis  manos - Cogemos un poco de agua, hidratamos el barro - seguía tus pasos totalmente concentrada, intentando memorizar todos los pasos para poder trabajar desde mi casa en mi siguiente escultura, una Venus de Milo inspirada en ti - Y ahora elegimos con que comenzamos, como por ejemplo, las alas - dejé caer el agua sobre el trozo de barro, sentía como se tornaba más blando y comencé a amasarlo - Suavemente Camino, suavemente, acaricia el barro para modelarlo, no los estrujes tan fuerte - te hice caso, y pasé a tratarlo de una forma más cuidadosa - Pero sin miedo, mira - te colocaste detrás mía, podía sentir el calor que desprendía tu cuerpo separado por unos milímetros de distancia. El calor aumentó mucho más cuando te pegaste a mí, tus pechos rozando mi espalda, tus brazos rodeando mis hombros, tus manos atrapando las mías para seguir con la explicación de una manera más practica y directa - Así, ¿lo ves? - escuchaba tu voz tan clara, tu aliento rozaba mi cara. Sabía que si giraba el cuello, me encontraría directamente con tu precioso rostro. Me moría de ganas de hacerlo, de lanzar esa bola de barro y lanzarme a besar tus dulces labios.

- Tenías razón, soy muy dichosa trabajando la arcilla - sonreí como nunca lo había hecho antes, gracias a ti que con tu sola presencia habías cambiado mi vida completamente. No pude contenerme más y volteé para contemplarte. Nuestras miradas se encontraron. Estábamos tan cerca que por un momento creí que iba a pasar, que me ibas a besar. Fueron unos segundos pero para mí fue una eternidad en la que me perdí en tu mirada. Y justo cuando estaba decidida a dar el paso, te alejaste. Que estúpida fui.

- Bueno, voy a seguir trabajando. Si necesitas algo, me avisas - me dejaste a solas.

Ni ganas tenía de seguir modelando, se habían ido contigo. Dejé la masa de barro junto a la mesita sin dejar de reprocharme la oportunidad que había perdido. Limpié mis manos en la bata y la colgué en su lugar. Mi ánimo alegre se había transformado en uno afligido.

- ¿Ya te vas?

- Sí, no me encuentro bien - para que mentirte.

- ¿Qué te pasa?

- Nada, ¿me puedo ir?

- Camino, por favor - me suplicaste con las manos.

- No sé si pueda...no sé si deba...- agaché la cabeza avergonzada.

- ¿Confías en mí?

- Totalmente...pero es eso, que si te lo digo puede que perdamos esa confianza, y  no creo estar preparada para perderte - estaba a punto de romper a llorar.

- Sea lo que sea, puedes contármelo - insistías tanto que me daba igual si los sentimientos eran recíprocos o no.

No encontraba las palabras correctas, veía como comenzabas a impacientarte, así que hice lo único que no necesitaba expresarse. Me lancé a tus brazos y te besé sin permiso. En ese beso te decía lo que había callado.. Me devolviste el beso con hambre atrasada. Yo te quité el aliento, pero tú me robaste la vida. Me pareció la gloria.

- Es como siempre había soñado - fue lo único que llegué a articular.

- No, ha sido mucho mejor porque esta vez ha sido real - me abrazaste - Perdóname, he sido una cobarde.

- En ese caso, yo también lo he sido. Estoy enamorada de ti Maite, pero tenía tanto miedo a perderte... - rodeé tu cintura con mis brazos.

- Lo sé pequeña. He sentido lo mismo. Notaba como este sentimiento iba creciendo cada día...pero lo desechaba al pensar que era imposible que una chica como tú pudiera fijarse en una mujer como yo - te separaste para poder mirarme a los ojos.

- Maite, me da igual la edad, me da igual el físico, me enamoré de ti como persona. Eres tan hermosa en tu interior que es imposible no caer rendida a tus pies - recuperé tus labios entre los míos. Necesitaba volver a saborear el tacto de tus besos, tu lengua insaciable buscando la mía.

- Eres un regalo para mí Camino. A partir de ahora no más secretos, sea lo que sea, lo afrontaremos juntas.

- Juntas siempre.

Esta historia nació en Twitter gracias a Chilena Zaldúa y su #plenariomaitino

Espero que os guste.

One shot MaitinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora