Lo que pasó ya no tenía importancia.
Aunque su ausencia durante esos meses me marcó, y cuando regresó hizo como si no hubiera pasado nada. No podía vivir escondiendo mis sentimientos como si estuvieran en un armario. Tenía que ser fiel a mí misma y confesarle mis sentimientos.
Decidí encontrarme con ella, en aquel bar que fue testigo de nuestra primera cita. Aquella en la que supe que Maite había llegado a mi vida para quedarse.
En cuanto la vi, pude notar que estaba muy nerviosa. Estaba sentada en la misma mesa, bajo aquella lámpara que bañaba su cuerpo con pequeños destellos intermitentes. No dejaba de tocarse el cabello, e intuía que si la miraba directa a los ojos, terminaría por derrumbarse.
No quería eso, todo lo contrario.
Me senté enfrente, dándole un espacio que le permitiera sentir cómoda, pero al ver su cara, completamente muerta de miedo, supe que tenía que dar el primer paso.
- Escucha detenidamente - dije mientras mis manos temblaban - Estoy enamorada de ti... No digas nada - tapé su boca con mis manos - Es solo que no podía quedarme callada por más tiempo - ella estaba casi llorando, y yo, por una vez, estaba segura porque ella me daba la fuerza necesaria para estarlo.
- Una vez que dices algo...
- No puedes desdecirlo, lo sé - dije terminando sus palabras mientras miraba sus hermosos ojos. - No se cuándo pero... En algún punto me di cuenta que si seguía anclada en el pasado, si seguía echándote la culpa por desaparecer... acabaría perdiendo a la mujer que amo... porque dejaste de ser mi amiga para convertirte en la mujer que se ganó mi corazón.
- ¡Yo también te quiero! - gritó en llanto. - Lo sé desde el día que nos cruzamos en aquella librería... Pero cuando mi madre murió no estaba preparada para comenzar algo serio. Y tenía tanto miedo de escucharlo... De escucharte decir que me querías... Y después me he dado cuenta de lo valiente que eres y qué lo significas todo para mí.
Ella nunca había dicho nada porque honestamente, tampoco sabía si me sentía bien o mal sobre esos sentimientos. Y ahí estábamos. Era un alivio.
Me levanté e hice una seña al camarero. Ella miraba sin entender porque rompía ese momento para pedir algo. Pero ni siquiera se imaginaba lo que iba a hacer. El chico se acercó con una bandeja en las manos, que transportaba una sola cajita color marrón adornada con un lazo rojo
La besé, primero un beso suave y cálido, terminando en uno apasionado. Era ese tipo de beso que muestra todas esas emociones ocultas, un beso de amor.
No hizo falta hablar porque hay miradas que no necesitan completarse con palabras. Las dos estábamos confusas pero al final, el amor siempre triunfa.
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One shot Maitino
RomanceCómo mi mente y mi inspiración no están en sintonía, llevo cosa de un mes que no consigo escribir mucho más que un simple texto. Así que, mientras todo vuelve a su sitio, iré publicando todas estas escenas publicadas en Instagram en mi cuenta de Wat...