- ¿Qué vas a pintar hoy Camino? - dijiste sin apartar la mirada del caballete - Es hora que decidas por ti misma - colocaste el lienzo para mí.
- Ummm, no había pensado en nada - desde que comenzaron las clases era la primera vez que me lo ofrecías y me pilló por sorpresa. Menos mal que estabas de espaldas a mí, si no hubieras reparado en ese enrojecimiento que ascendía por mi cara... porque la idea que había pasado por mi mente era la misma que se presentaba una y otra vez, tu desnuda y yo dibujándote en toda tu grandeza.
- Bueno, pues ya puedes estrujarte el cerebro - insistías sin percatarte de lo que esas palabras podrían provocar en mí, en nosotras.
Tardé un poco más en ponerme la bata y colocar los utensilios de pintura, no sabía si iba a ser capaz de pedírtelo, así que necesitaba de esos segundos para ganarle a ese miedo que me echaba para atrás. Tú seguías preparando las herramientas sin darte cuenta de mis sentimientos. Esa petición había trastocado del todo mis planes y roto mi serenidad. Porque dar ese paso significaba admitir que te amaba desde el mismo instante que derramé esos vasos sobre tu sombrero.
- Es muy importante que vayas registrando imágenes... cuando salgas a la calle o cuando vayas a las afueras y veas un edificio, una plaza, un parque, un bodegón...te pones delante del lienzo, lo recuerdas y decides que vas a pintar - seguías en tu papel de profesora, con tu mirada fija en el lienzo. No notabas como de repente la temperatura de mi cuerpo, el ambiente en esa habitación, había aumentado a causa de ese deseo que brotaba en mi interior.
- ¿La pinto a usted? - dije al fin.
Como si de un resorte se tratara, tu cabeza se giró rápidamente al escuchar mi petición.
- No, todavía no es el momento - fuiste rotunda y contundente, pero eso solo acrecentó mis ganas de pintarte.
- ¿Por qué no?. ¿No le apetece posar para mí? - parecía una niña pequeña rogando por su caramelo. Tu, mi dulce Maite.
- Quizás algún día - regresaste a tu mesa.
No entendía como eras capaz de controlarte, porque sabía lo que sentías, no era fruto de mi imaginación cuando nuestras miradas se cruzaban, cuando te pegabas a mí al explicarme algo y nuestros cuerpos se rozaban, cuando acariciabas mi mano al enseñarme a realizar un nuevo trazo.
- Por favor Maite, me apetecería mucho pintarla - no iba a aceptar un no por respuesta, y para que mentir, sabía que no podías rendirte ante mí... Te había cazado tantas veces observándome, te había atrapado tantas veces mordiéndote los labios cuando te hablaba, cosa que me hacía enloquecer. Lo deseabas tanto como yo. Me acerqué a tu escritorio, lo rodeé y me puse frente a ti - Por favor, déjame hacerlo - sostuve tus manos entre las mías.
- Está bien - tu voz temblorosa me dio risa.
No pude evitar soltar un suspiro de alivio y de alegría al mismo tiempo. Porque aceptando me estabas haciendo la mujer más feliz del mundo.- ¿Cómo quieres que pose? - preguntaste curiosa sin saber que iba a ser el comienzo de nuestra historia.
- ¿Qué te parece tumbada en el diván leyendo un libro? - suavicé un poco lo que mi mente y mi corazón deseaban, tu desnudez.
- Me parece perfecto. Dame unos minutos - te levantaste y desapareciste.
Comencé a pensar que te habías arrepentido, que volverías y me dirías que habías cambiado de idea y que me fuera a casa. Seguía dudando de mi suerte hasta que apareciste con un vestido verde. Nunca lo habías llevado, y entendía el porqué, era un estilo totalmente diferente, más sensual. Podía ver como se te pegaba al cuerpo delineando el contorno de tus curvas. No podía apartar la mirada. Mi falsa fortaleza no iba a aguantar mucho más.
- Bueno, ¿comenzamos?
- Sí, sí, claro - tragué saliva.
No sé cuánto tiempo me llevó realizar el boceto, no tenía experiencia con esto de dibujar personas, y mucho menos, si esa persona era alguien a quien deseaba desnudar por completo. Me mirabas de reojo de vez en cuando, no hablamos mucho pues no querías que me distrajera. Lo que no sabías es que tenerte así ya era una distracción que impedía ni un mínimo de concentración. No paramos hasta que empezó a oscurecer, momento en el que aproveché para acercarme. Te habías quedado dormida con el libro sobre tu regazo. Me arrodillé a tu lado para memorizar ese bello rostro durmiente. Coloqué un mechón rebelde tras tu oreja y sin querer te desperté con el roce de mis dedos.- Me he quedado dormida - te levantaste tan rápido que nuestras cabezas chocaron - Perdón, está oscuro, no te esperaba tan cerca.
- Lo siento. Estaba registrando imágenes como me habías dicho... necesitaba recordarte para poder pintarte otra vez - te di un ligero beso en la zona enrojecida por el golpe. Al principio te quedaste quieta como una estatua, pero al ver como mis ojos escapaban de ti, sostuviste mi mano para que no huyera. Creo que en cierto modo me estabas dando vía libre para dar el siguiente paso.
- Desnúdate - solté sin pensar. Si pensaba no haría ni la mitad de lo que quería hacerte.
- ¿Qué? - tus ojos se abrieron como platos - Pues sí que vamos rápido. Ni si quiera nos hemos... - te callé con un beso, nuestra mirada quedó fija, esperando una respuesta. Te di aquello que me estabas pidiendo a voces, estaba cansada de hablar. Me separé unos segundos para comprobar si el deseo era mutuo, para confirmar por mí misma que esto que sentíamos era cosa de dos, y no solo mía.
La sonrisa que iluminó tu cara te delató, y por primera vez, me permití perder la cordura. Ya no había vuelta atrás. Te empujé contra el diván, sin dejar ni un hueco libre entre tu cuerpo y el mío. Tu boca me llamaba, gritaba mi nombre en susurros y accedí a su encuentro. Nuestros labios se unieron en armonía, encajaban a la perfección, mientras nuestras lenguas jugaban a encontrarse una y otra vez. La respiración había pasado a un segundo plano, lo único que importaba era el roce de tus labios, todo el oxígeno que necesitaba lo recibía de ti. Es más, era incapaz de soltarte, si tenía que morir que fuera besándote.
Llegó el momento en que tuvimos que parar a retomar un poco de aire, aunque nuestros cuerpos se resistieran a estar separados, aunque nuestras bocas pidieran una tregua. Apoyé mi frente en la tuya, acariciando todas esas zonas que habían estado prohibidas hasta hace unos minutos. Te miré a los ojos y pude descifrar tus palabras, esas que habías ocultado de mi presencia, aquellas que te negabas a ti, y a mí. Pero eso ya terminó. No me arrepiento de lo que hice, porque nadie debería esconder sus sentimientos por mucho que la respuesta no sea la que queramos oír. Es mejor recibir una negativa que vivir toda la vida con la duda de que hubiera podido pasar.- ¿Qué estamos haciendo Camino? - paraste en seco.
- ¿Amarnos? - era una pregunta que no necesitaba respuesta, solo necesitaba un sí por tu parte. Un sí, vamos a intentarlo.
- Esto no puede ser - tus palabras no se correspondían con lo que transmitía tu cuerpo. Sentía tu corazón palpitante, tu respiración agitada, esa energía que desprendíamos al estar juntas.
- Maite, te amo desde el primer día. No puedo dejar de pensar en ti. Tu ocupas todo mi mundo. Y espero que tu sientas lo mismo por mi - confesé lo que tanto tiempo llevaba callando. Te miré desesperada esperando alguna reacción por tu parte.
- Y qué más da lo que yo sienta. No soy buena para ti - aún a centímetros de distancia, sentí como si te hubieras alejado de mi miles de kilómetros.
Me levanté a toda prisa y fui hacia el lienzo. Lo cogí y te lo entregué.- No quiero saber tu opinión, solo quiero hacerte ver una cosa - me senté a tu lado - El guión de tu vida lo escribes tú, en este caso, nosotras. No pongas fin a esto sin haber comenzado. Tengo tanto miedo como tú, pero no quiero perder esta oportunidad. Déjame amarte Maite - expulsé todo sin darle más vueltas, no tenía nada que perder y mucho que ganar.
- Está bien, tienes razón. Además, no puedo negarle a mi corazón lo que siente. No puedo seguir ocultando lo que provocas en mi cada vez que entras por esa puerta. Gracias por ser tan valiente mi pequeña. Te quiero Camino...- llorabas de la emoción.
- Que alivio - y sin más, te abalanzaste sobre mí y me besaste como si el mundo estuviera a punto de terminar.
P. D. Este texto lo tenía escrito desde hace meses, quería esperar a tener una buena imagen de portada, pero la inspiración se había esfumado.
Espero que os guste.
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One shot Maitino
RomanceCómo mi mente y mi inspiración no están en sintonía, llevo cosa de un mes que no consigo escribir mucho más que un simple texto. Así que, mientras todo vuelve a su sitio, iré publicando todas estas escenas publicadas en Instagram en mi cuenta de Wat...