El despertar

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Maite se despertó temprano, no sabía cómo, pero su mente siempre se desvelaba antes que sonara el despertador. Cómo si su reloj biológico no necesitara de ayuda externa. Tampoco le importaba, esos minutos eran los que más disfrutaba, pues se quedaba embelesada con el rostro durmiente de Camino.

Esa rutina diaria se había convertido en una necesidad, recorría el contorno de su cara con los dedos, y seguía acariciando su cabello, todo revuelto sobre la almohada. Y justo un poco antes de volver a la realidad, buscaba sus labios para despertarla con un beso.

- Buenos días amor mío - le susurraba en el oído.

- Ummm - fue la única respuesta que obtuvo.

- Siempre tan elocuente por las mañanas - bromeó mientras volvía a besarla - Está bien, te dejo cinco minutos más - hizo el intento de levantarse, pero ella la retuvo.

- No te vayas. Quédate - consiguió abrir un poco los ojos.

- Solo si me besas - la miró con deseo.

Le bastaron solo esas palabras para que el sueño desapareciera.

- Sus deseos son órdenes para mí, señora Maite - se acercó lentamente.

- Cómo que señora, ¿Tan mayor me ves? - se hizo la ofendida.

No le hizo falta responder pues la calló con un beso.

- Señora, señorita, ¿Qué más da? Lo que importa es que en unos meses serás mi esposa - se tumbó encima de ella.

- Me gusta como suena, repítelo - la abrazaba hundiendo la cabeza bajo su cuello.

- Esposa, esposa, esposa - se separó del abrazo para dejar suaves besos por su toda su cara.

- Me hiciste la mujer más feliz del mundo cuando respondiste con ese sí - un pequeño destello de melancolía apareció en sus ojos.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué esa mirada triste de repente? - se preocupó Camino.

- Por un momento pensé que dirías que no, que era muy pronto, que aún tenías que vivir más experiencias, experimentar con otras personas...no quedarte solo conmigo...el mundo tiene tantas cosas que ver... - no pudo seguir hablando, las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas.

- Maite mírame. Que te quede claro que estar contigo es lo que más quiero. Mi juventud no significa que no tenga las cosas claras, porque si de algo estoy segura es que te quiero, y no concibo la vida sin ti - secó las lágrimas con sus dedos - Si no me lo hubieras pedido tú, lo habría hecho yo, pero te me adelantaste, de eso es de lo único que me arrepiento - cogió su rostro entre las manos y le dio un beso lento y tierno, que daba respuestas a todas sus dudas.

- Te quiero pequeña, como jamás pensé que podría llegar a amar a alguien. Estoy deseando convertirme en tu esposa.

One shot MaitinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora