El regreso de Maite

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Nada es igual desde que te fuiste, la vida ha perdido parte de su color, tú eras quien pintaba mi mundo con diferentes matices. Un tono gris se apoderó de todo cuando subiste a aquel carruaje, como una sombra que me acompaña allá donde voy. Nada es igual, el amanecer ha perdido su brillo, el anochecer se ha vuelto totalmente oscuro, mis ojos solo ven la nada, una nada vacía y extensa que se apodera de cualquier cosa. Parece que el sufrimiento forma parte de mi, ¿es qué no tengo derecho a ser feliz?, pero sin ti no hay felicidad.

Llego al museo y el guardia me recibe de manera amigable.

- Buenos días señora Camino, me he enterado de su reciente perdida, lo siento mucho.

- Buenas Rodolfo. Gracias, Ildefonso era un gran hombre.

- Aún así, ¿viene usted a su visita semanal?

- Así es. Esta rutina es lo que me mantiene en pie.

- Se sabrá usted las obras de memoria.

- Nunca me canso de contemplarlas. El arte es algo extraordinario- miento. Vengo para ver un trozo de ti, porque al estar rodeada de pinturas me lleva de nuevo a nuestras clases.

- No le robo más tiempo entonces.

- Gracias.

En realidad solo hay una obra que recibe toda mi atención. Me siento en el banco de siempre. Nunca hay nadie, y eso que es gratis. Ahí estás enfrente de mí con ese abrazo que tanto me impactó y que ahora me es tan familiar. Lo único que pude recuperar antes de tu marcha. Fui a tu estudio tantas veces, pasé tantas horas entre esas obras, que sin querer me adueñé de ella. Necesitaba tener algo tuyo que mantuviera vivo tu recuerdo, para sentir que te tenía cerca. Fue fácil convencer a un mozo con una pequeña suma de dinero para que llevara la obra a alguien importante. No estoy orgullosa de lo que hice, pero no me arrepiento, necesitaba algo tuyo, y que mejor que ese cuadro que me hizo darme cuenta de mis sentimientos hacia ti. Dos mujeres amándose.

No fue fácil convencer al Conde, pero compartíamos el gusto por el arte y por ir en contra de lo normativo. Así que, con su poder y su dinero consiguió exponer el cuadro en el museo, aunque en una zona alejada y poco transitada. Mejor, así es un lugar íntimo compartido entre tú y yo. Estoy segura que te encantaría ver como al final la obra va a cambiar la hipocresía de la sociedad que nos rodea, aunque sea un poquito. No puedo evitar recordar aquella conversación que tuvimos al salir de mi primera visita al museo.

"- Me ha encantado aunque he de admitir que estoy un poco molesta.

- ¿Por qué?

- Porque todas esas obras maravillosas que hemos visto son propiedad privada de una familia. Cuando podrían estar perfectamente en algunos de los museos más prestigiosos.

- Claro, por eso hemos ido.

- Pero... no están expuestas al público. Nos han dejado entrar porque usted es amiga de uno de ellos.

- Esa suerte tenemos.

- No estoy de acuerdo. ¿Es que la belleza solo puede estar al alcance de unos pocos? ¿De los ojos de los ricos?

- Opino lo mismo que tú y a la vez no.

- ¿No?

- No... Hay un día a la semana en el que la gente sin posibilidades puede visitar el museo gratis. ¿Y sabes lo qué ocurre ese día?

- Que se llena.

- Todo lo contrario. Que no va nadie. El problema no es que la belleza no esté al alcance de todos, sino que hay personas que no sienten la necesidad de disfrutar de la belleza.

One shot MaitinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora