Capítulo 7, parte 1 ©.

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Hay parte 2, está escrita ya pero es un Eric's POV, si alguien me dice que lo quiere leer lo subo pero si os apetece un cap. normal no pidáis nada y lo borraré para que siga narrando Sandra.

—Sandrita...

—Hmm —gimoteo, hundiéndome en el calor de la cama.

—Despierta, tonta.

—Déjame —me quejo mientras me abrazo a mí misma.

—¡Venga, Jace viene y te verá despeinada! —grita cerca de mi oído.

—¡Oh Dios! —exclamo y me levanto de un golpe, llevando las manos a mi cabello para aplastarlo hacia abajo.

Cuando me tranquilizo y dejo de mover mis brazos, miro a mi hermano, avergonzada, sintiendo mis mejillas acaloradas. Está con una ceja alzada y una sonrisa de medio lado.

Me aclaro la voz e intento actuar con normalidad. Manipulador…

—No vuelvas a hacer eso... ¡Y no estoy despeinada! —grito, frunciendo los labios.

¿Lo sabe? ¿Tanto se nota que me gusta? ¿Y si Jace también lo sabe? ¿Y si no le gusto y se ríe de mí? Mi estómago se retuerce ante la idea, no le he confesado nunca a nadie que me gusta.

Eric suelta una gran carcajada y se inclina más hacia mí.

—Deja de poner caras raras. Si te sirve de consuelo, no estás despeinada —murmura, acariciando mi pelo.

—Ya... —digo curvando mis labios hacia abajo.

—Y puesto que te aburre ver conmigo Bob Esponja...

—¡No me aburre! —lo interrumpo, agarrándolo del cuello de la camiseta.

—¡Sí que te aburre! Si no te aburriera, no te habrías dormido —me recrimina con el ceño fruncido.

—Estaba cansada —justifico.

Hago un puchero y acaricio sus marcados pómulos. Paso mis dedos por debajo de sus oscuras pestañas, haciéndole parpadear exageradamente. Río y le recoloco bien los pelitos de sus cejas, también oscuras. Lo llamo feo en un susurro, sonriendo tiernamente.

La envidia que le tengo por el tono moreno de su cabello no es sana. Me hubiera gustado heredar ese rasgo de mi madre. Sus cejas también son perfectas, no tiene necesidad alguna de depilárselas. El contraste del azul de sus ojos, el tono pálido de su piel y el casi negro color de su pelo y vello compone una mezcla explosiva, y es la principal característica que hace que las chicas caigan rendidas a sus pies, literalmente. Es mi hermano y claro que lo quiero. Conmigo es un ángel, pero con los demás puede llegar a ser el peor de los demonios. Eso lo tengo en claro, pero no sé si él sabe que la atracción que sienten los demás, o las demás mejor dicho, es por su aspecto y poco más.

Mi pequeñín… Le doy un beso en la frente, y él me abraza con ternura.

—Estaba pensando que estaría bien que saliéramos los dos solos. ¿Cuándo fue la última vez que hicimos una salida así? —pregunta con los ojos entristecidos.

—Hace mucho... —admito apenada.

—Sí, así que levanta tu culo y vístete que vamos a salir —dice y se levanta, dejándome tirada sobre la deshecha cama.

—¡Espera! —lo llamo e intento alcanzar su brazo, pero no lo consigo porque se gira a enfrentarme y se aleja en el proceso. —¿Qué horas son?

—Pues… la una o las dos —se encoge de hombros, distraído.

Miro la luna por el ventanal. Está brillando intensamente, sin nubes que la cubran.

Me estiro en la cama y respiro su olor. El mismo olor que tenía su cuna disimulado con desodorante Playboy. Debería dejar de echarse tanto, aunque me vuelve loca su aroma, deja el olor impregnado en todo lo que toca.

¡Quítate las gafas! (NCAMH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora