Capítulo 4 ©.

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—¡Carter! —él mueve su cabeza hasta que sus ojos se encuentran conmigo.

Descuelgo mi mochila y saco el blog para darle su hoja.

—Lo siento, no encontré el momento para dártela. —Se la ofrezco y con su mano delicada roza la mía para cogerla.

—N…no pasa nada, está bien —tartamudea.

Le sonrío como agradecimiento y agito mi mano para despedirme de él. Giro para volver al coche, donde ahora Eric me espera dentro. Abro la puerta y me siento a su lado. Saco el móvil y tiro la mochila hacia atrás. Me pongo el cinturón mientras mi hermano arranca el coche.

—¿Sabes que ese enano es maricón? —me pregunta soltando una gran carcajada.

—No. Y en todo caso será gay, no maricón —le reprendo mirando cómo su sonrisa desaparece.

—Yo no tengo la culpa de que sea lo que es. Además, ¿qué diferencia hay entre una cosa y la otra? —pregunta mirando a los lados para salir del aparcamiento.

—No es nada raro, Eric. Y sí hay una diferencia, decir maricón demuestra que eres un estúpido homófobo que no entiende que cada quien se enamora de quien le da la gana. Maricón es un insulto, que habla más de quien lo dice.

—No soy el único.

—Por desgracia, no. Ese chico tiene problemas en su interior porque tiene miedo de mostrarse tal y como es. Todos lo juzgan sin darle ni siquiera una oportunidad para conocerlo, es muy triste, Eric.

—Tampoco es la gran cosa.

No vuelvo a decir nada en unos incómodos minutos. Enciendo el móvil y miro por la ventana.

—¿Te has molestado? —pregunta preocupado y no le respondo. —Hermanita, lo siento.— Sigo sin responder.

Se detiene en un semáforo en rojo y dirige su mano a las mías.

—No te enfades conmigo, por favor —pide, gimoteando.

—Es imposible que yo me enfade contigo, feo —le digo con sinceridad y me acerco a besar su mejilla.

Él sonríe y pone el coche en marcha una vez que el semáforo cambia a verde. Llegamos a casa y lo aparca dentro del garaje.

Esta vez él lleva ambas mochilas, hasta que llegamos arriba y cada uno se va a su cuarto. Me cambio el uniforme por el mallot directamente. Utilizo unos pantalones cortos vaqueros y la chaqueta azul. Apaño el peinado de esta mañana hasta convertirlo en un moño. Dejo el móvil encima de la cama y bajo hasta el comedor.

Eric está allí con la cabeza apoyada en la mesa. En la mesa vacía.

—¿Eric, qué pasa? —pregunto extrañada.

—No lo sé, pero tengo hambre —grita intentando que se le oiga desde la cocina, cosa que no creo posible.

—Voy a ver qué pas...

Me quedo congelada en mi lugar al girarme y observar la escena. Ambos empiezan a dejar nuestra comida encima de la mesa con la mirada agachada.

—Señorita, señor, sentimos haber tard...

—¿Qué coño es esto? ¿Una broma? —gruñe Eric, dando un golpe tremendo en la mesa de madera.

—Señor, su madre... —intenta explicar, pero es interrumpida de nuevo.

—¡Basta! ¿Quién es él y qué hace aquí? —grita una vez más con la cara roja de ira.

—Es nuevo, señor. Su madre...

¡Quítate las gafas! (NCAMH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora