Capítulo 23, parte 2.

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+50 votos y sigo baes.

Seth me hace detenerme, sujetando mi mano y mi cintura.

-¡Seth! -grito en un susurro, tirando de él-. Vámonos.

-Tranquila, tranquila -murmura, apretando mis dedos, desesperándome.

Lo miro extrañada, debatiendo en mi interior sobre qué hacer, pero luego escucho unos aplausos y unas risas descontroladas que se acercan y cuyos dueños son unos chicos de nuestra misma edad, enfocándonos con teléfonos, uno sin flash e intentando valerse de las farolas, que hacen que mi sangre hierva.

-¡Saludad a la cámara oculta, Tortolitos! -dice alegremente uno de ellos, enfrentándose a nosotros-, tendríais que haber visto vuestras caras.

-Ya... -chillo, soltándome de Seth y acercándome al dueño del Lumia-, ¿eres idiota o qué? ¡¿En qué pensabas?! ¡¿En qué pensabais?! -grito alarmada, empujando su hombro.

-¡Woah! Calma, fiera. Tenemos aquí a alguien a quien no le gustan las bromas -dice, igual de alegre que al principio, riendo como un cerdo.

-Deja de grabar, imbécil -vuelvo a empujarlo, sin hacer caso a las advertencias de Seth-. ¿Llamáis a esto una broma? Estáis enfermos, capullos. ¡¿Cómo se os ocurre?! El terrorismo no le hace ninguna gracia a nadie. Ojalá os crucéis con alguien arma...

-Shh, eh -me interrumpe Seth, pasando sus brazos por mi cintura, tirando de mí hacia atrás para apretar mi espalda a su pecho -. Tranquila, ya está.

-Como subas el vídeo, te juro que se te caerá encima una denuncia que te hará mearte encima -lo amenazo, con la rabia nublándome la vista.

-Eh, ya -murmura Seth en mi oído, abrazándome suavemente, buscando calmarme-. Ya, se acabó.

-Joder con la rubia -exclama, mirándome de pies a cabeza-. ¿Y ese genio, preciosa? ¿Este no te da lo tuyo en la cama?

-Suéltame -forcejeo con Seth, dispuesta a borrarle la sonrisa a aquel idiota a base de puñetazos si hace falta-. ¡Seth, déjame! -grito, luchando contra sus brazos, consiguiendo escapar pero siendo alcanzada en segundos de nuevo.

-¿Negrito, eres tú? -pregunta el del acento, frunciendo profundamente el ceño, haciendo más notables sus rasgos probablemente paquistaníes.

-No puede ser -el otro estalla en carcajadas-, ¿Stilinski?

-¿De qué conoces a estos gilipollas? -inquiero, volviéndome hacia Seth, manteniendo sus brazos lejos de mi cuerpo con las manos-. ¿Seth? -lo llamo, sintiendo que mi corazón falla y se salta un latido, para luego volver a latir con la misma rapidez de antes, temiendo que esto sea alguna jugarreta que él me haya preparado.

-Vámonos -me pide, rogándome con los ojos.

-¿Dónde te tenías guardada a esta gatita, campeón? No está nada pero que nada mal -canturrea aquel ser que se está convirtiendo en lo que más he llegado a odiar en mi vida-. Llama a Mia, Zayn. Va a alucinar en colores.

-Voy -obedece el de la camiseta negra, apagando la cámara y dejándonos solos con el imbécil del Lumia.

-Seth -lo llamo, con la voz casi quebrándoseme, sintiéndome realmente con ganas de cariños y de tranquilidad después del gran susto.

-Ven, dame un abrazo -me atrae, rodeando mis hombros con un brazo, acariciádome la espalda con el otro.

Me hundo en su pecho, uno al que no estoy acostumbrada, respirando en su cuello, cerrando los ojos e intentando asimilar que su suave olor a jabón es tan seguro como el fuerte y pesado de Eric.

¡Quítate las gafas! (NCAMH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora