Capítulo 3 ©.

5.4K 201 4
                                    

El molesto ruido de la alarma me despierta. La apago lo antes posible. Eric se remueve a mi lado y abre sus ojos. Los dos nos quedamos tumbados en la cama, acostumbrándonos a la luz que entra por los cristales de la puerta del balcón.

En cinco minutos yo me levanto y Eric vuelve a dormir. Entro al baño a asearme. Salgo y escucho los ronquidos de mi hermano. Y yo puedo dormir a su lado... Niego con la cabeza y abro las puertas del vestidor, abro el armario y saco el uniforme.

Me lo coloco perfectamente, sin una sola arruga. Me recojo el pelo en una coleta alta, me aseguro de que está bien peinado y sin bollos y ato la cinta negra en un lazo por encima de la goma de pelo para que contraste con el rubio claro. Me miro en frente del espejo y subo un poco la falda gris y negra, la vuelvo a bajar, pero al rato vuelvo a subirla, así unas cuantas veces hasta que queda en la posición intermedia perfecta, sin hacer que mis piernas parezcan demasiado largas ni demasiado grandes.

Ajusto la corbata, negra, para que quede en la mitad de la camisa blanca metida en la falda y del saco negro cerrado con el escudo de nuestra escuela. Me ato los negros zapatos. Es un uniforme muy aburrido y deprime con tantos colores monótonos, pero es obligatorio llevarlo.

Me acerco al espejo y saco el maquillaje. Base, rímel, sombra de ojos, raya y brillo labial, todo ello para que resista a todo el día. Infaltable y básico. Cuando mi cara está bien maquillada y con cada imperfección oculta, giro sobre mis talones a despertar a mi hermanito. Lo muevo de un lado a otro, hasta que por fin hace caso a mis gritos y se levanta frustrado. Coge su ropa de ayer tirada por el suelo y sale de mi cuarto.

Cojo mi mochila y agarro el brillo labial con sabor a fresa, el móvil y los auriculares en mi mano y bajo las escaleras. Mis padres ya se encuentran desayunando en el comedor, así que dejo la mochila con lo demás en una silla y voy a darles los buenos días con una beso a cada uno. Me siento y espero a que me sirvan el vaso de leche caliente separado de los cereales integrales con chocolate, raro, pero así me gusta desayunar los días de clase.

Eric llega al instante "arreglado". Él siempre se coloca su uniforme de cualquier manera, nunca con el saco, si acaso a veces el jersey en invierno como mucho. El pelo lo lleva sin peinar y se ve mejor que yo, que me pego una hora delante del espejo.

Da los buenos días y se sienta a devorar su desayuno, comida más bien. Dos huevos fritos, tostadas, vaso de leche, vaso de zumo y beicon. Es su desayuno de hombre. Estúpido idiota, cómo lo quiero.

Me voy a lavar los dientes arriba mientras los demás siguen desayunando. El enjuague bucal, que no se me olvide. Busco restos de chocolate en mis dientes y al no ver ninguno, sonrío y salgo de mi habitación una vez más.

Dejo la puerta de mi abierta para que suban a arreglarla luego y bajo las escaleras dando saltitos. Me pongo detrás de la silla de mi padre, que teclea algo en su móvil y lo abrazo por el cuello. Él sonríe sin separar la mirada de la pantalla. Me alejo hacia la silla en la que dejé mi móvil y busco a Stacey. Aún no se ha conectado y me pongo un poquito triste. Quería que estuviera conmigo hoy. Espero sin saber qué hacer mientras Eric se termina todos los platos.

-Eric, se nos va a hacer tarde -me quejo tirada sobre la mesa, haciéndome una foto para Snapchat.

Deja su tostada a medio terminar en un plato y se va a un baño de esta planta a lavarse la boca. Les doy un abrazo muy fuerte a mis padres y ambos me corresponden. Eric vuelve y se despide con un simple adiós.

-Esperad -dice mi madre cuando nos colocamos las mochilas.

Me muerdo los labios, pensando que nos va a decir que nos va a llevar ella, y me pongo nerviosa al imaginarme la charla incómoda sobre el "exceso" control de Eric sobre mí.

¡Quítate las gafas! (NCAMH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora