Capítulo 9 ©.

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«El sujeto» niega con la cabeza y aprieta sus labios en una fina línea. Pobre chico...

-Venga, siéntate aquí, no tengas miedo.- Eric le señala un sofá individual aún con esa cínica sonrisa en su cara.

Agarro un brazo suyo con mis manos para que me haga caso.

-Eric, no seas malo -le advierto, clavándole ligeramente las uñas en la carne, para que sepa que no bromeo. -No le hagas nada -intento susurrar, pero «el sujeto» me escucha igualmente y rueda los ojos.

Lo miro nerviosa, mostrándole una sonrisa que debería reflejar amabilidad, pero que no sé qué ve él en ella porque me ignora con su rostro reflejando el más puro desdén.

Aquel chico tiene algo que no puedo descifrar. Veo una barrera muy fuerte a su alrededor, una que no me permite leer sus ojos del todo.

Se mueve hacia el sofá que le ha señalado mi hermano y toma asiento de una forma más intimidante que firme. Se agarra el brazo por el codo, haciendo una mueca molesta y mirándonos de una forma sombría. Dios, el pobre sólo quiere largarse cuanto antes...

-¿Y me puedes decir qué es lo que haces aquí? -pregunta Eric en un tono divertido, para molestar más al chico, y toma una taza de café en sus manos, apretándola sin tomar ningún sorbo

Yo hago lo mismo, aunque le doy un primer sorbo que me quema la lengua. No me quejo en alto, y sigo mirando al chico con curiosidad.

-Trabajar, creo yo -responde con simpleza, sonriendo sarcásticamente.

Chico burlón, eh... Se me escapa una media sonrisa, algo que Eric se toma como un punto a su favor porque cree que me río del desconocido.

-¡Bien!, ahora dinos en qué, genio -contraataca mi hermano, haciendo que el chico mire cortamente al cielo, como si pidiera ayuda para librarse de aguantarlo. Yo hago lo mismo a veces, pero sólo cuando voy por la tercera explicación que le doy de algo y sigue sin comprender nada.

-Suelo ayudar a la señora Hood con...

-¿Quién? -interrumpe Eric, inclinando la cabeza exageradamente, justo igual que cuando no comprende nada de lo que le digo.

-Melissa -explico yo, y miro a «el sujeto» tratando que realmente entienda que no tengo ningún problema con él.

-A los que son como tú les tratas con respeto, y a nosotros, que prácticamente somos tus jefes, nos miras a los ojos y nos hablas como si fuéramos tus amigos -dice Eric, con los ojos bien abiertos e incrédulo. -Campeón, entiende que estamos por encima de ti. Aprende modales, y no tutees a tus superiores y dirígete a mí como "señor" -continúa, provocándome de las mayores vergüenzas de mi vida cuando «el sujeto» se ríe, observándonos a ambos como si fuésemos seres patéticos.

Dios, Eric necesita sentirse a la altura de mi padre, y para ello emplea a las personas con menos poder económico. Ni siquiera abro la boca, es la forma de mi hermano de no perder la confianza en sí mismo.

-Soy mayor que tú y no pienso llamarte "señor", sólo eres un niñato -le habla de una forma despectiva, sin titubeos.

Chico con carácter. Aunque haga rabiar a Eric y tenga que estar yo sujetando sus manos para que no se lance a gritarle cuatro cosas, «el sujeto» va sumándole puntos a la evaluación que voy haciendo de su personalidad.

-¿Crees que eres el único mayor que yo? Hay gente aquí que me triplica la edad y lo hace igualmente, se llama educación, algo que las personas como tú no saben qué significa -continúa atacándole, con su pulso acelerándose bajo mis dedos.

¡Quítate las gafas! (NCAMH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora