EVADE

18. Ruidos sospechosos.

Capítulo 18

¿Qué es ese olor? 

Huele a sangre.

Huele a mentiras.

Huele a engaño.

Ya no podía seguir corriendo.

Tenía la respiración tan agitada que me era difícil volver a mi respiración normal. El sudor se deslizaba y se esparcía por toda mi piel haciéndome sentir cada vez más débil. Mis mejillas estaban enrojecidas de tanto correr y sudar. Las ramas de los árboles chocaban con mi cara a cada paso que daba. Ya ni me importaba a donde me dirigía en estos momentos, lo único que quería, era regresar a casa para dormir. 

Era la penúltima, Theo venía detrás de mí, después se habia dado por vencido, así que se regresó discretamente hacia la casa para comer. Se abanicó con una mano dramáticamente, mientras corría de regreso creyendo que nadie se daría cuenta.

Morgan quería ganarle a Thomas, ya que él era el segundo. Era una pequeña competencia entre ellos dos para ver quien le ganaba a Dee. Pero Dee iba tan adelantado que nadie lo tenía a su vista. Solo escuchaba los gritos furiosos de Morgan, por que Thomas le lanzaba de todo tipo de ramas que se encontraba en el camino, para que ella tropezara.

Eran las ocho de la mañana. Los chicos me habían sacado de la cama casi arrastrándome por toda la habitación. Ellos ya estaban listos para comenzar con su entrenamiento mañanero, y yo casi me ahogo con mi propia saliva al escuchar que entrenaban todas las mañanas... ¡Todas las mañanas!

En estas semanas, Dee los ha estado entrenado físicamente y también los ha preparado para cualquier situación. Su rutina se basa en: Despertar todos los días a las siete de la mañana para comenzar con el trote mañanero, al final del entrenamiento, todos hacen una carrera hasta la cima de la montaña, y ya a nadie les sorprende que Dee siempre es el ganador.

—¡Les gane! —el grito de Dee se escuchó por toda la zona. Venía desde un punto muy lejano del bosque.

—Que novedad —resopló Morgan, regresando hacia la casa.

—Bueno... ¿Quién tiene hambre? —preguntó Thomas felizmente con una tranquilidad innata, como si no se hubiera agarrado del pelo con Morgan, hace unos minutos.

Yo iba con unos ánimos hasta por los suelos, sudada y muy exhausta. Morgan venía despegándose las ramas que tenía entre el cabello. Thomas llevaba su mejor sonrisa porque al llegar, por fin comeriamos. Y al parecer Dee ya se encontraba en casa. Se habia regresado corriendo. Pasó a toda velocidad a nuestro lado y todos pusimos los ojos en blanco.

Necesito esas ganas.

 Cada quien se duchó y desayunamos el delicioso pan horneado de los rubios. Me sorprendió bastante que esta vez no haya tenido un sabor fatal. Les habia quedado de maravilla. Eso sí, la cocina estaba hecha un desastre, pero valió la pena.

Me encontraba con Morgan en el baño. Teníamos que cambiar un poco nuestro aspecto. Ella se habia cortado el pelo hasta los hombros y yo me habia teñido el cabello de un tono más oscuro. Y aunque no hiciera mucha diferencia, porque no teníamos suficientes recursos en nuestras manos para hacernos un gran cambio, al menos habíamos cambiado un poquito. 

Después de un largo rato de jugar a la peluquería con Morgan, mi cabello se lleno de friz. Era un completo desastre y se me dificultaba demasiado peinarlo. Salí del baño y me acerque a la cocina por un poco de pan.