29. Momentos inesperados.

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Capítulo 29

"¡No me quiero morir! ¡Todavía soy virgen!"

Amaba las duchas por las tardes. 

Era un momento de paz y relajación que usaba a menudo cuando tenía la mente llena de pensamientos. Siempre funcionaban. 

Me froté las manos por el rostro mientras daba bocanadas de aire por la frialdad del agua. Me enjabone las piernas y los brazos con delicadeza. Quería disfrutar el tiempo a solas. 

En cuanto pasaba mis manos por mis piernas comencé a recordar la noche en el motel. Los recuerdos comenzaron a llegar a mi mente como ráfagas en imágenes. Recordé la habitación, recordé la caricia de sus suaves besos, recordé sus susurros candentes que me erizaron la piel, recordé su roce de dedos por mi sexo.

Sin embargo no lo recordaba del todo, pero mi mente intentó armar las piezas de cada pequeño detalle como si fuera un rompecabezas y eso me ayudó a recordar un poco de aquella noche... o eso creo yo.

Una botella de tequila, siete shots de whiskey y tres de vodka fueron los suficientes para que mi conciencia estallara. Ya no estaba en mis cinco sentidos. Veía todo mi alrededor dando vueltas sin parar y casi me vuelvo a caer de culo por enésima vez. 

Recuerdo llegar a una habitación encima Jess. Los dos estábamos demasiado ebrios, y ni siquiera podíamos caminar sin tropezarnos.

Abrió la puerta con desesperación, ambos entramos y sin pensármelo un segundo más, ataque su boca como toda una salvaje. 

Creo nunca había estado más excitada en la vida que en ese momento. 

Repito, jamás volveré a beber. 

Rodeé su cintura con mis piernas y apegué su grande cuerpo al mío. Él estaba igual de ansioso y ebrio que yo, así que no tardó en tomar mi culo y empezar a comerme la boca con desesperación. 

Estuvimos un buen rato así, hasta que me baje de su agarre y lo empuje hacía la cama. Él se apoyó sobre los dos codos y me contempló con la respiración agitada. Tenía el cabello despeinado, los labios entreabiertos e hinchados, y sus orbes rojizos destellaban deseo. 

—Quieto —lo señalé con el dedo en modo de advertencia.

Comencé quitarme el vestido sensualmente para provocarlo un poco más. Pasó saliva y de un movimiento rápido me tomó de la cintura. Me rodeó y comenzó a dejar pequeños besos sobre mis hombros, haciendo un pequeño viaje hasta llegar a mi cuello y entonces, chuparlo. 

—Tienes un cuerpo digno de contemplar... —susurró cerca de mi oreja, mientras bajaba directo hacia mis pechos para dejar suaves besos en ellos—, así que... te dejare como mas me gustas —alce los dos brazos por instinto, me sacó el vestido para después volver atacar mi boca y susurrar sobre mis labios—, completamente desnuda.

Lanzó el vestido hacía un costado de la habitación y me sentó en horcajadas sobre él. Justo en esa posición, comencé a desabrocharle los botones de la camisa. Dios. Mío. Estaba demasiado excitada. Él bajó mi sostén dejando mis tetas al descubierto. Toda mi espalda se arqueó cuando con sus dos pulgares rozaron mis pezones erectos.

Logré deshacerme de su camisa con torpeza, pues no dejaba de atacar mi boca así que fue una tarea difícil que con ineptitud pude lograr. Le di un empujoncito para que se inclinara por completo hacía atrás, haciendo que quedara conmigo encima rodeando su duro torso. Ya arriba de él, me quité las bragas de un tirón y me deshice de todo el sostén. 

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