27. Noche de recuerdos.

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(Maratón 3/3)

Capítulo 28.

Jesse.

Regrese a mi habitación después de mi búsqueda fallida.

Habían tocado mi puerta dos veces seguidas y por un momento creí que se trataba de un asesino rondando por el motel. Recordaba muy bien haber visto muchas películas en casa de Morgan sobre misteriosos casos trágicos en los moteles. Los asesinos estaban locos, tenían ideas muy atroces de matar.

Bueno, no todos.

Yo era una uno, y era bastante tranquilo. O eso me habían dicho las chicas. Sinceramente no lo recuerdo mucho, no recuerdo haber herido a alguien o algo por el estilo. Pues seguía teniendo los recuerdos bloqueados y distorsionados.

Cerré la puerta lentamente sin tratar de llamar la atención. Había dejado a Morgan durmiendo plácidamente, pero al entrar, vi todo lo contrario.

Estaba brincando en la cama de nuestra habitación con mucha felicidad. Tenía el cabello hecho un desastre y el vestido mal puesto. Seguía luciendo jodidamente hermosa aún en ese estado.

Esboce una sonrisa instintiva.

—¡Llegaste! —exclamó ella y de un saltito bajó de la cama.

Si, todavía estaba media borracha.

Me rodeó con sus brazos e hizo que cayéramos directo al suelo por el impulso. Tomó mi rostro con ambas manos y empezó a llenarme la cara de suaves besos.

—¿Qué haces? —solté una carcajada cuando sentí cosquilleos justo en el cuello.

Ella se detuvo y enfocó sus grandes ojos dorados en mí. Tenía las pupilas dilatas, las sombras de los ojos corridas, y los labios hinchados. Era preciosa.

—Fingiste haberte quedado dormida, ¿verdad? —entrecerré los ojos, divertido.

Lo sabía porque cuando dormía, ya no había manera de despertarla hasta al día siguiente. Y justo ahora estaba aquí, con toda la energía del mundo.

—Tal vez —musitó y volvió a inclinarse.

Me dio un largo e intenso beso en los labios y entonces hizo algo que me dejó quieto y pasmado. Porque sinceramente no me lo esperaba, no ahora.

Trague saliva al ver como se empezó a quitar el vestido de un tirón, y en abrir y cerrar de ojos, sus tetas estaban expuestas para mí. Morgan lanzó su vestido hacía alguna parte de la habitación y se volvió a inclinar para dejar besos húmedos por todo mi mentón.

Okey, esto se está tornando a un ambiente muy caliente.

La idea de estar a solas con Morgan siempre hace que mi cerebro comience a imaginar millones de escenas de todo tipo, pero sé que ninguna se dará. No así. Y no ahora.

Es extraño, porque la mayoría del tiempo la besó, la abrazó y la tocó, pero hay algo que no me logra convencer...

La respeto y la quiero, y claro que no quiero hacer algo de lo que se vaya arrepentir la mañana siguiente. Porque es más que obvio que no recordara nada y, por lo que Thomas me platicó, la mayoría de las decisiones que hace una persona ebria las hace sin pensar.

—No creo que esto sea lo correcto —murmure sobre sus labios. Morgan frunció el ceño de golpe y detuvo los besos.

—¿Por qué no? Yo quiero hacerlo al igual que tu... ¿o tu ya no quieres? —Me miró directo a los ojos y tragó saliva, como si se estuviera arrepientiendo por completo de lo que acababa de hacer. Seguía confuso. 

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