~Narra Blanca~
Bajamos escaleras y llegamos a una sala vacía, repleta de antorchas, que lo poco que se ve es gracias a estas. Desde una esquina sombría, se encuentra alguien observándonos.
―¿Arturo? ―Pregunto.
―Soy el primer guardián, para pasar al siguiente espacio deberéis de elegir con sabiduría una de estas tres velas. ―Dice un niño inocente y pequeño.
―¿Esto es como un juego o algo así? ―Se cuestiona Elena.
―Pues juguemos. ―Propone Lázaro. ―Yo opino que la opción tres es más adecuada.
―Ah, yo estaba pensando en la segunda. Está en medio y será la más segura. Porque si fueran personas y vinieran a atacarlas, uno vendría por delante y el otro por detrás, de esta manera el del medio tendría más tiempo para procesar mientras sus amigos están siendo acorralados.―Confieso.
―¿Y si elegimos la primera? El primero siempre gana. ―Afirma Gabriel.
Elena es la única que queda por opinar; actualmente tiene el control absoluto de la situación.
―Lo siento chicos pero... voy a dejarle el mando a Blanca.
―Oh vamos no me digas, no lo sabía. ―Dice Lázaro con tono sarcástico.
―¿Alguna vez has tenido pensamientos
suicidas? ―Pregunta el niño a Elena.Elena pone cara sombría.
―No te metas con ella ¿entendido? ―Se ofende Lázaro.
―¿Alguna vez has tenido pensamientos
suicidas?―Repite el pequeño una y otra vez.Lázaro agarra el puño y lo intimida.
―Lázaro, no. ―No permito que mi enamorado lleve a cabo una carnicería.
Al pequeño se le dilatan las pupilas y comienza a abrir la boca más de lo que la ciencia puede alcanzar y de ella sale su lengua de una longitud interminable.
Intentamos escapar pero la misma lengua nos bloquea.―¡Creo que tienes que responder a la
pregunta!―Cree Gabriel.Elena se siente presionada y se pone a llorar a lágrima viva.
―Elena, confío en ti. ―Le susurro a la oreja.
―¡SÍ! ―Vocifera Elena.
El niño devuelve la lengua al estado normal y en un abrir y cerrar de ojos ya no está.
Abrazo a Elena porque solo yo sé por lo que ha pasado y pasamos a la siguiente sala.―Soy el segundo guardián, si me robáis el rubí pasaréis a la siguiente habitación. ―Habla un mutante con granos de medio metro distribuidos por todo el cuerpo.
―Chupado. ―Ríe Lázaro.
Como consecuencia, es el primero en recibir daños.
El energúmeno agarra el pie de Lázaro y eleva el cuerpo. Debido a que aún llevamos el camisón, a Lázaro se le baja y podemos observar el cuerpo humano.
―¡Oh vamos no os riáis! ―Se avergüenza Lázaro tapándoselo.
―¡El rubí! ―Grito.
Gabriel intenta distraer al ogro y Elena le golpea.
La piel de este es tan dura como la de un cocodrilo que no sirve de mucho. Comienza a lanzarnos fuego y no sabemos ni cómo, ese es el punto en el que sin pensarlo nos lanzamos todos a él y luchamos por robárselo. El ogro, aturdido, nos levanta y intenta lanzarnos por los aires pero no lo consigue porque... Gabriel lo ha conseguido:―¡Lo tengo! ¡Lo tengo!
Pasamos a la siguiente pieza. Se nos agrandan los ojos cuando vemos que estamos rodeados de naturaleza, sobre todo a mi. Es similar a el sueño que tuve en el hospital mientras andaba inconsciente. Es como la simulación de un bosque, trepadoras por las paredes, gardenias, orquídeas, claveles, tulipanes, amapolas, rosas de distintos colores. Da impresión de un ambiente espeso.
Un árbol de roble frondoso con su tronco grueso y su copa tupida. Una persona del género femenino se encuentra ahí reposada. Con los pies descalzos, semidesnuda. Luce un vestido con diferentes tonalidades del morado. En particular: púrpura, lila, violeta, berenjena y lavanda. Toda ella representa delicadeza. Cabellos rubios mantequilla ondulados típicos en Hollywood.
La musa se acerca a emitir su presentación.―Soy la tercera guardiana, para pasar al otro extremo debéis elegir entre dos opciones; la primera es que me regaléis ese rubí de ahí y la segunda es un maravilloso beso en los
labios. ―Dice auto señalándose.Cuando voy a entregarle el rubí ella se aproxima a Lázaro y Gabriel. Rodeándolos como un tiburón hambriento por su presa. Les susurra y les toca con suavidad y pureza. Es incómodo y Elena lo sabe tanto como yo.
La muchacha sigue haciendo sus malabares y trucos para conquistarlos.―¡Eh tú! El rubí. ―Le digo con cara de pocos amigos.
Elena también está cabreada.
Lázaro está inquieto, no creo que pueda contenerse mucho más y eso me asusta porque está conmigo. Gabriel decirle darle el beso, pero ella opta por darme donde más me duele.―¿Y qué me dices tú? ―Pregunta a Lázaro.
Él se gira en dirección contraria a ella, sin embargo no impide que siga persuadiéndolo.
Lo besa en el cuello sin mi consentimiento y pongo fin a la situación.―Lázaro ―Hago una pausa con el dedo índice hacia arriba, los ojos cerrados y los labios sellados. ―Por... favor sé inteligente. ―Intento alejarle de ella.
Elena, que se ha acercado lo suficientemente a la musa me hace una señal para que le tire el rubí. Este va por los aires y Elena lo agarra satisfactoriamente en pleno vuelo.
―¡Chica de morado! El rubí.
La mujer se rinde finalmente y le entregamos la joya.
Se dirige hacia el roble y se une en sentido literal a él. Suspiro.―Blanca, no lo permitiría y lo sabes. ―Me cuenta Lázaro convencido. ―Te quiero.
El juego ha finalizado y estamos a nada de ver por primera vez en días a nuestro amigo.
Al entrar apreciamos una cárcel, gente entre rejas pero nadie similar a Arturo o su padre.
―¡Arturo! ¡No sabes dónde nos has
metido! ―Dice Gabriel.Y allí estaba, junto a su padre. Charlando eufórico y conmocionado. Al vernos se acercó a las barras metálicas.
―¡¿QUÉ HACÉIS AQUÍ?! ―Pregunta sorprendido.
―No hay tiempo. ―Le digo. ―¿Te han encarcelado a ti también?
―No, me encarcelé yo mismo. ―Cuenta con vergüenza tocándose el cuello.
Lázaro procede a volver a hacer su truco de abrir candados y los saca a los dos.
―Gracias, mi hijo no podría estar con mejor compañía pero... esto no ha acabado
aún. ―Cuenta José.―Señor, mi padre, Javier, vino con nosotros pero no sabemos donde se
encuentra. ―Explica Elena.José se acaricia la barba de una manera inquieta; se avecina una nueva tormenta.
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Surcando Las Aguas
Bilim KurguUn joven pescador se ahoga durante una fuerte ventisca. Sin embargo, sigue vivo.