"Si eres un ángel sálvame, pero si eres un demonio llévame al infierno"
(Alayna)
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Me tenso al escuchar mi nombre y cierro la puerta de la habitación más duro de lo pensando, y seguro los dos de adentro se habrán dado cuenta, como puede que no porque estaban muy concentrado en lo que hacían...
Giró la cabeza y no lo pienso, solo actuó porque se que en cualquier momento algunas de las dos puertas se volverá abrir y no quiero encontrarme con ninguno de esos cuatro. Doy grandes zancadas hacia él y lo arrastró conmigo hasta el otro lado del pasillo donde solo hay una puerta, rogando a Dios que esa no la esté usando nadie como hotel, abro y gracias al cielo está vacía, entro empujando a Eiden y le tapó la boca con brusquedad como si alguien pudiera oirnos con la música tan alta de fondo pero estoy tan paranoica y la imagen de hace un segundo no deja de repetirse. Qué asco.
Eiden intenta hablar pero mi mano amortigua las palabras. Cierro los ojos calmando me y decido quitar mi mano de su boca, que envidia la de mi mano que puedo tocar esos perfectos labios. Ahora, me doy cuenta que he acorralado a Eiden entre mi cuerpo y la puerta y estamos demasiado cerca, sonrojada doy un paso atrás y luego otro y otro hasta que ambos tenemos espacio personal.
Carraspea. Y yo me quiero morir de vergüenza.
–—Me vas explicar que acaba de pasar o tengo que preguntarlo.
Lleva su bata de doctor la cual se desliza con elegancia por los hombros y luego la guinda en un perchero. Me escruta con la mirada cuando no respondo.
–—¡Tierra llamando a Alayna! ¿Estás bien? –—agarra mi cara y me evalúa rápidamente–— tienes las pupilas dilatadas, tengo dos opciones o algo te asustó mucho o estás borracha, ¿Cuál de las dos?
Niego.
–—Ninguna, acabado de ver algo que no quiera.
–—Entiendo, ahora dime ¿Qué haces aquí?
–—¿Tu qué haces aquí? –—contra ataco–— no pensé que fueras esa clase de hombre.
Arque una ceja y se cruza de brazos encarando me con su metro ochenta.
–—¿Y que clase de hombres crees que soy?
Trago saliva. Tengo que admitirlo, estoy intimidada pero el poco alcohol en mi sangre me da valor para responder.
–—Pues así...–—lo señaló completo. Arquea más la ceja–— no pensé que te gustará jugar al adolescente, y fueras de fiesta luego del trabajo.
–—¿Te molesta? –—sonríe con picardía–— soy mayor de edad tengo derecho hacer lo que quiera –—trago saliva retrocediendo cuando lo veo acercase como León a su presa–—...
Ahí, diosito, mira nada más en la situación en la que me pones ya hasta se me olvidó porque estaba escapando.
–—De hecho me parece interesante –—digo con un tono seductor. Me giró dejandolo a la espectativa y alejándome de esa tentación, me siento en la cama cruzando las piernas.
–—¿Por qué?
–—¿No lo puedes adivinar tu solo? Pensé que te habías graduado antes porque eras un prodigio ¿y no puedes adivinar que porque me pareces interesante? –—me apoyo de las manos sobre la cama inclinando mi cabeza hacia arriba para verlo a los ojos–— que lástima –—muerdo mi labio.
Frunce el ceño y se acerca a zancadas a mi quedando a solo medio metro de distancia. Sus zapatos tocando la punta de mis tacones.
–—Se lo que intentas, pequeña, y no te va funcionar –—se aparta de golpe privandome de su perfume y sentándose en el otro extremo de la cama–— al menos por ahora quiero probar cuando puedo resistir sin lanzarme a besarte–—pierdo el habla después de escuchar eso. Lo veo acostarse muy cómodamente en la cama—¿Qué haces en mi casa, Alayna?
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Corazón De Fuego
FantasyCuando la traición te abraza es porque el traidor camino contigo... Mi destino fue escrito incluso antes de mi nacimiento quedando sellado sin mi consentimiento, atrapada en leyendas que se vuelven realidad y en amores trágicos pero hermosos; un ver...