CAP 24 Caos

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"Te amo como se aman ciertas cosas oscuras, secretamente entre la sombra y el alma".

[~Pablo Neruda.]

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Narrador omnisciente.

Entre el alboroto que habían causado las doce doncellas decapitadas el principal verdugo y artista de la escena del crimen lo veía todo desde la cómoda silla del café, el hospital estaba repleto de gente curiosa de periodistas y policías por todos lados.

El criminal sonrió pero su sonrisa fue cubierta por la taza de café que se llevó a los labios, una camarera se acercó en ese momento destruyendo sus pensamientos retorcidos y la buena vista que tenía del espectáculo.

–—¿Necesita algo más?

Quería matarla por haber interrumpido su momento de regocijo pero se contuvo.

–—La cuenta, por favor.

La chica de unos veintitantos asintio y fue por la cuenta del caballero de ojos profundos. A su regreso el hombre pago y le dejo una buena propina, cuando salió del café se dirigió al hospital por la puerta trasera como siempre que iba a visitarla y se metió a hurtadillas a su habitación. Arrugó la nariz cuánto el olor del suero lo impregnó, el siempre había odiado los hospitales porque olían a muerte y desesperación, a falsas esperanzas y desdicha. Su mirada se clavo en el pequeño bulto que se revolvía entre las sábanas blancas como un gusano, el criminal sonrió y se acercó al pequeño gusano dentro de las sábanas y la destapo.

El sonrió cuando sus ojos negros conectaron con sus ojos celestes, la niña era un obra de arte preciosa para la vista de cualquier humano, parecía salida de un cuento de hadas.

–—Escuche que volviste a escaparte –—la reprendió el criminal pero en su tono no había reproche sino amor–— debes hacer caso a los doctores, ¿No quieres recuperarte?

–—Pero ya estoy bien papá, fui a ver a mamá y ella me curo –—dijo la niña con inocencia.

–—No puedes ver a tu madre porque ella está muerta, Pixys, ¿Qué te he dicho de las mentiras?

–—No miento –—se quejo la niña haciendo un adorable puchero–— mi enfermedad la curo, ella dijo que ya no sufriré de epilepsia.

El criminal frunció el ceño al escuchar a su pequeña hija.

–—¿Qué más te dijo?

–—No puedo decirte, ella dice que eres malo.

El hombre parpadeo entre confundido y receloso.

–—¿Y como es ella?

–—¿Mamá? –—el asiento–— es hermosa tiene el cabello blanco, pero ella dice que tengo dos mamás una es ella y la otra es la que me trajo al mundo, dice que me parezco mucho a ella.

El criminal no sabía que decir estaba apunto de preguntarle a su hija el nombre de esa persona cuando alguien entro a la habitación interrumpiendo. Era una enfermera que había venido a ver el estado de la niña, luego de saludar a la enfermera salió de la habitación y se dirigió sin ser visto a la puerta trasera cuando una mano pequeña y pálida lo alcanzó deteniendolo.

Corazón De FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora