CAP 1 Frío

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"Mi corazón de hielo ahora se derrite entre tus manos"

(Alayna)

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Observó el lugar donde desperté, es una habitación simple, con paredes blancas y una ventana con cortinas azul claro de dónde entra luz natural a la pequeña habitación. Voy vestida con una bata azul que deja al descubierto mi espalda y parte de mi trasero, estoy sobre una cama individual con sábanas blancas.

Dejo de apreciar la estancia cuando la puerta se abre estrepitosamente dejando entrar un huracán de melena rizada de color chocolate que me estrecha entre sus brazos asfixiandome con un abrazo desesperado. Logro reaccionar y acariciar su espalda reconfortado su espíritu y calmando los temblores que se extien por su cuerpo debido a los sollozos. En la puerta vislumbró a dos personas más, la primera es el mismo doctor que recuerdo me salvó la vida y la segunda es mi tía Margarita, la cual se lleva una mano a la boca y sus ojos chocolate se tiñen de un sentimiento que me abraza desde la distancia mientras a ella la hace lloriquear en silencio.

–—Hola –—saludo apenas, la voz ronca por la falta de uso.

–—Hola –—me responde con una sonrisa perezosa.

–—No vuelvas a hacerme esto, Alayna, juro que para la próxima te mato yo misma –—Diana trata de sonar demandante pero el quiebre de su voz al final no le da tanta seguridad.

–—Esta bien, para la próxima no te enterarás –—acaricio su cabello.

–—No es gracioso.

–—Yo creo que sí, deberías verte en un espejo y entenderás la gracia del chiste.

Me empuja el hombro alejándose y yo me río de su cara crispada.

–—No es un juego, Alayna, casi mueres –—interviene la tía–— ¿Cómo te sientes?

¿Qué como me siento? Pues... Normal, siento que estoy rejuvenecida que puedo subir y bajar una montaña sin cansarme, tengo energía y no estoy para nada agotada como imaginé que sería porque, vamos, ¿Quien vuelve de la muerte con ánimo? Creo que soy la primera y la última que despertara luego de haber muerto literalmente por minutos, toda una locura. Me mantengo callada y fijo la vista en el doctor que igual que aquella vez me mira con fuego en sus ojos, es extraño pero siento un tipo de conexión con él, por alguna razón siento el deseo de agradecerle por salvarme, aún así no digo nada, me guardo las preguntas y los agradecimientos para después y me concentro en responder a mi tía.

–—Me siento bien.

–—¿Segura? –—entecierra los ojos hacía mi como si no me terminara de creer. Asiento–— ¿Doctor, qué opina?

Nos giramos hacia el doctor que sea sentado en una silla con unos documentos que observa con mucha concentración. Al ver que es el centro de atención saca una sonrisa a medias y se levanta para venir a mi encuentro. Me pongo nerviosa cuando sus grandes manos agarran mi quijada y comienza a examinarme los ojos, luego la garganta, mis reflejos y por último mi corazón que galopa descolocado por su cercanía, se que se dió cuenta, en la comisura de su labio distingo un fastasma de sonrisa pero la mantiene arralla como un profesional.

Corazón traicionero que no cumples mis caprichos y en vez de eso te derrites con la primera sonrisa galante que se cruza en tu camino. Ya no puedo ni confiar en mis reacciones porque ellas también me traicionan, estoy sola ante el mundo queriendo sobrevivir y mantener mi helado Corazón tan frío como siempre, pero vienes tú y me miras con ese fuego en tus ojos verdes, me sonríes como esa calidez y me tocas con tanta calma y profesionalismo que dejas de mi solo el recuerdo de lo que fuí.

Ok, me pase de cursi. Que asco.

–—Esta en perfectas condiciones pero debido a su caso quiero que se quede en observación una noche más –—advierte el doctor mirando a mi tía.

–—De acuerdo, doctor, pero ¿No tendrá problemas más adelante? ¿Está totalmente sana? –—interroga mi tía, la preocupación tiñendo sus facciones delicadas.

–—Haremos unos cuantos exámenes más para asegurarnos, pero no se preocupe su sobrina goza de salud, esto es solo una formalidad para dejarla ir completamente seguros.

–—Gracias, doctor.

El doctor sonríe y se marcha dejándome con mi tía y su hija. Hablamos de muchas cosas y de nada a la vez, se siente como volver al pasado dónde disfrutaba estar en este pueblo y lo sentía como un hogar. Me río y bromeó con ellas hasta que el estómago me duele de tanto reírme, nos ponemos al día como si el tiempo que estuve fuera estudiando jamás hubiera existido, es tan agradable que nos distraemos lo suficiente y las horas se nos pasan volando cuando están por irse la tía se atrasa a propósito, cuando estamos solas me mira como una madre a su hija traviesa.

–—¿Te contó todo, verdad?

Se a lo que se refiere y hubiera deseado nunca lo mencionara porque todo el buen humor que recolecte en la tarde se desvanecen con su mención.

Mi padre no es el mejor del mundo pero lo intenta, o eso quiero creer, es una persona distante y seca solo lo veo en vacaciones el resto del tiempo estoy sola estudiando en el extranjero y nunca me llama, nunca hace nada por compartir conmigo solo me envía un mensaje cuando me informa que pronto me depositara la plata, del resto brilla por su ausencia. No me molesta, estoy tan acostumbrada que lo veo tan normal. Pero esa noche cuando salí furiosa de casa porque discutimos no quiero recordarla, recordar lo que me confesó esa noche es muy díficil y todavía no logro asimilarlo, ¿Quién podría? No todos los días te confiesan que no eres humana sino una... Ya ni recuerdo que era.

–—Ya sabes, lo de siempre, diferencias irreconciliables.

Ella asiente pero se que no me ha creído del todo, su mirada lo dice todo pero por ahora es suficiente para que me deje en paz, sabe que no quiero hablar del tema y agradezco que no me presione.

–—Nos vemos mañana, mi niña –—lanza un beso al aire y se marcha.

Me quedo sola en la pequeña habitación. Me tumbó en la cama mirando el techo blanco impoluto como si fuera lo más interesante de mi vida mientras mi mente hace un retroceso recordando lo sucedido esa noche que lo comenzó todo. Ahora que tengo tiempo de pensar reconozco que no estoy soñando y todo lo sucedido en verdad paso, en verdad me apuñalaron.

Bajo la mano a mi vientre y logro sentir las vendas sobre la bata de hospital.

Suspiro.

¿Por qué tengo el presentimiento que esto apenas está comenzando?

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Besos ardientes...

Corazón De FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora