CAP 18 Los Cinco

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 "El egoísmo es el vicio detestable que nadie perdona en otros, pero que todo el mundo tiene"

 (Henry Ward Beecher)

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Los segundos se alargan pero no siento nada, confundida abro los ojos, qué por el miedo del momento cerré. Eiden, se encuentra a unos pasos de distancia totalmente echado sobre su estómago masticando algo que no alcanzo a ver, pero si no me gruñía a mí entonces, ¿A qué? Temerosa me acerco con cuidado y rodeo el enorme cuerpo de Eiden hasta llegar a la cabeza.

Tengo ganas de vomitar.
El estómago se me revuelve como como si hubiera subido a la montaña rusa unas cien veces sin descanso.

Me llevo una mano a la boca conteniendo las náuseas, Eiden acaba de arrancarle la cabeza a un desconocido y ahora degusta su carne dejando el cuerpo de lo que una vez fue un hombre totalmente irreconocible. Trango en seco. El miedo haciéndome vacilar, sin embargo, dejó atrás el miedo para acercarme con cuidado. Ya no me parece que quiera atacarme a mí es un alivio pero no me confiaré mucho. Me acercó lo suficiente para ver que el cuerpo es un hombre robusto, su vestimenta era una túnica negra que lo cubría todo el cuerpo, en el brazo que todavía no es devorado reluce una daga negra. Con cuidado la tomo y me la llevo conmigo hacía el río, la sumerjo en las aguas para quitar la sangre. Frunzo el ceño cuando al sacarla ya no es negra sino de plata.

Veneno. Ese hombre quería envenenarme con esta daga pero ¿Por qué? Me hace recordar a mi acidente.

Decido llevarmela y la dejo en un lugar a la vista para no olvidarla. Me siento en el orilla nuevamente con las piernas cruzadas y espero. Cuando Eiden termina de devorar al hombre se mete al río sin verme, como si para el no existiera, luego de salir esta goteando agua pero ya no tiene sangre sobre su hocico, en un movimiento inesperado se sienta a mi lado y no puedo evitar mirarlo con asombro; es gigante y majestuoso. Una bestia de pelaje negro y ojos como el oro.

Nos quedamos así por lo que parece una eternidad solo viendo el cielo y las estrellas brillar.

–—¿Me dirás qué te pasó? –—pregunto sin verlo, sé que me escuchó porque sus orejas se movieron con el sonido de mi voz–— sino quieres hablar esta bien, no te obligaré pero creo que es lo mínimo que me debes luego de mentirme, pierdes el control de tu sangre en las noches que no hay luna. Se que no soy perfecta, tal vez tenías motivos para desconfiar al principio pero cuando me conocistes debiste contarmelo todo, te aseguro que hubiera escuchado y no te habría juzgado. Me pediste que confiara en ti pero me has engañado ¿Como puedo seguir confiando? Desde el primer momento me has mentido y no sé si valga la pena seguir con esto si todo lo que digamos serán mentiras. Quiero confiar en ti pero me lo pones difícil.

Dejo escapar un suspiro cuando no obtengo respuesta. No se qué esperaba de todos modos está en su forma bestial lo más seguro es no pueda hablar.

–—Solo quiero que me respondas una sola cosa Eiden, ¿eres mi aliado o mi enemigo? Necesito saberlo, no quiero hacerme ideas ridículas sobre nosotros, comenzar a quererte y luego decepcionarme descubrir esto ha sido un golpe muy fuerte, solo espero no tener que enfrentarme a ti–—miró su imponente figura y sonrió, es hermoso. Noto cuando baja las orejas en sumisión y me sorprende cuando se acomoda dejando su cabeza en mi regazo, es enrome y pesa pero no me importa. Acarició su cabeza y cierro los ojos–— es suficiente para mí. Te escucharé cuando quieras contarme por ahora es suficiente saber que no estás en mi contra. Te lo agradezco, bestia.

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