El cuervo y la serpiente - Severus Snape

Mortífagos

Varias semanas habían pasado desde aquél incidente y la culpa carcomía a Sirius Black, su plan de separar a su amada de aquél Slytherin había funcionado a la perfección, sin embargo, había traído grandes consecuencias con ello. Jessica se había vuelto más agresiva de lo normal con los merodeadores y ya no hablaba con su hermano, sabía también por James que había dejado de responderle al resto de su familia, se había retraído completamente y eso no le gustaba para nada.

Por su parte, su mejor amigo se había convencido de las palabras de su hermana al ver a Lily acercarse nuevamente a Severus Snape, aunque este salía casi corriendo cada vez que ella intentaba hablarle, luego de una fuerte discusión entre ambos se habían decidido a terminar la relación que habían tenido y tanto Evans como Potter se veían devastados por eso. Lily no soportaba los celos y desconfianza de James, mientras que él no se sacaba de la cabeza las palabras que Jessica le había dicho aquél día en Hogsmeade. 

James no solo había tomado la decisión de terminar con Lily, sino que buscaba cualquier excusa para molestar a Severus, alegando que lo hacía en venganza por lo que le hizo a su hermana. Fue en uno de esos encuentros que, por primera vez, pudo ver a aquél Slytherin llorar, aunque se notaba que lo hacía seguido ya que sus ojos siempre estaban rojos e hinchados. Sirius nunca antes había creído que pudieran herir a alguien de tal manera, no entendía porque lo odiaba tanto, sólo sabía que lo hacía y creía que por eso merecía sufrir pero últimamente sentía que se estaba pasando de la raya.

- ¡Contracturo!

Esa palabra y el fuerte grito de su mejor amigo después de oír algo romperse, lo sacaron de sus pensamientos, Sirius sacó su varita rápidamente y la apuntó al Slytherin, pero sabía bien que no fue él quien lanzó ese hechizo, sino alguien que ambos conocían muy bien. 

- Suelta la varita, canuto. Acabo de romper la muñeca de mi propio hermano ¿Crees que te irá mejor?

El animago obedeció, dejando caer su varita al suelo mientras la Ravenclaw se acercaba a ellos, tragó en seco al sentir aquél fino trozo de madera tocaba su pecho, rogando que ella no tomara acciones, a pesar de ser mala en muchas cosas, Jessica Potter era una gran duelista y no la culpaba por ello, sabía que fue victima de muchas crueles bromas en su escuela anterior.

- Jessi, por favor, James está herido, debo llevarlo a la enfermería.

Se excusó el Gryffindor mientras veía a su amigo quejarse en el suelo, ella asintió mientras se daba vuelta para acercarse a Severus y el animago aprovechó esa oportunidad para tomar su varita nuevamente, apuntándola a la chica, no permitiría que se reconciliara con esa serpiente, aún si debía lastimarla para lograr su cometido pero de pronto ya no pudo moverse.

- ¡Inmobilus!

El pelinegro que habían atacado minutos atrás estaba apuntándole con su varita, estaba muy mal herido además casi desnudo por su ''broma'' y, aún así, sacó fuerzas de donde pudo para proteger a la chica de su ataque. La Ravenclaw volteó con una expresión seria en su rostro y lanzó un expelliarmus a su hermano al ver que también planeaba atacarlos, entonces tomó las varitas de ambos magos y, con algo de esfuerzo, las partió a la mitad, lo que hizo gritar al Potter menor.

- Nuestros padres se enteraran de lo que hiciste ¡Estás loca!

- ¿Loca yo? ¿Quién es el que sin razones vive agrediendo a la misma persona una y otra vez, James? Eres asqueroso.

Dicho esto ayudó a su amigo a recoger su ropa para que pudiera vestirse, Severus agradecía internamente aún tener los pantalones puestos y se apresuró a ponerse la camisa con un ligero sonrojo de vergüenza en sus mejillas, cosa que no pasó desapercibida por la chica, quien dirigió una mirada desafiante a su hermano antes de ayudar al pelinegro a acomodar su corbata y, al terminar, tomar su rostro para dejar un largo beso en sus labios.