El cuervo y la serpiente - Severus Snape

Reunión familiar

Septiembre 1991

La emoción podía sentirse en cada estudiante de Hogwarts, la ceremonia de primer año siempre era un evento muy importante para las casas puesto que ese día nuevos alumnos se unirían a ellos. Harry Potter caminaba por los pasillos de la escuela junto con el resto de los nuevos ingresantes, siendo recibidos por una mujer alta y de cabello cano, quien era acompañada por una joven castaña de ojos negros como la noche; todo el mundo pudo notar el parecido impresionante entre ambos chicos, cosa que fue inicialmente ignorado por el muchacho, quien solo pudo ver como dos rubios se acercaban a aquella niña para abrazarla.

Ron Weasley, quien fue el primero en comentar la situación, fue regañado al instante por Hermione Granger alegando que no era educado hablar de alguien a sus espaldas de esa manera; sin embargo, su conversación fue interrumpida por un tímido Neville Longbottom quien respondió a las dudas de todos los presentes al hacer un ligero comentario respecto a los orígenes de la muchacha.

- Ella es Euphemia Snape, ella vivió toda su vida en Hogwarts, es hija del jefe de la casa de Slytherin. Su madre fue profesora de cuidado de criaturas mágicas, todo el mundo la quería mucho hasta que..

- ¿Hasta qué?

- Hasta que ella y Sirius Black fueron enviados a Azkaban por ser mortífagos.

Minerva McGonagall silenció los repentinos murmullos de los estudiantes, quienes esparcían rumores al respecto, algunos temían estar cerca tanto de aquella chica como de los gemelos Malfoy, sin embargo, otros admiraban a aquél trío con fervor. El par de rubios era muy cercano a aquella castaña, se habían criado juntos después de todo y sabía bien lo que era que los demás te juzgaran por quienes eran tus padres, pero Draco parecía ser el más sobreprotector de ambos, no solo con su hermana, sino también con aquella chica que consideraba parte de su familia.

- Espero que todos quedemos en la misma casa, sería divertido que podamos compartir habitación ¿No, Phemi?

- No lo sé, Ly. Papá no quiere que quede en Slytherin y es más que seguro que ustedes irán allá, dice que no ayudaría a mi reputación, creo que lo mejor sería quedar en Ravenclaw como mamá.

- Bueno, considerando que te criaste en Hogwarts, estoy segura de que tienes la inteligencia necesaria como para quedar en la casa que quieras. Papá dijo que podemos quedar en la casa que queramos, aunque siempre se enoja cuando tío Remus dice que quedaremos en Gryffindor.

El trío soltó una ligera risa por eso, guardando silencio al entrar al gran comedor, uno a uno los nuevos alumnos fueron llamados al frente para seguir con la tradición de elección de casas. Tal y como todos esperaban, los gemelos Malfoy fueron enviados a Slytherin, deseando que su amiga los siguiera, todo el mundo creía que Euphemia Snape, al ser hija del jefe de aquella casa, quedaría nuevamente bajo los cuidados de su padre, nadie esperaba que no fuera así.

- Pequeña, nunca vi tanta inteligencia y creatividad desde que tu madre se sentó en esta silla, eres su copia exacta tanto en apariencia como en ingenio. Aunque tienes la gran astucia y determinación de tu padre. ¿Cuáles son los pasos que deseas seguir?

- Sé que mi madre es inocente, sé que ella no sería capaz de traicionar así a sus seres amados, sé que hizo todo a su alcance para protegerme. Quiero ser como ella.

- Es tu decisión entonces pequeña. ¡Ravenclaw!

Nadie movió un musculo en la mesa de aquella casa al ver a la chica acercarse, incluso se alejaron de ella al ver que tomaba asiento, recibiendo una mirada de regaño por parte de Filius Flitwick, quien había ayudado a criar a esa pequeña y estaba orgulloso de ella por tener lo necesario para estar bajo su tutela. Cuando la cena terminó, los alumnos se dirigieron a sus habitaciones, no fue sorpresa para la muchacha estar sola, al parecer sus compañeras habían pedido un cambio inmediato al enterarse de los rumores. Grande fue su sorpresa cuando escuchó la puerta abrirse, una pelinegra de ojos rasgados había entrado a la habitación y le dirigía una cálida sonrisa a la castaña.