Traición

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31 de Julio, año 1981. Una pequeña reunión familiar se celebraba en casa de los Potter para celebrar el primer cumpleaños del pequeño Harry, quien disfrutaba de abrir sus nuevos regalos con ayuda de su prima, Euphemia Snape, y sus nuevos amigos, los gemelos Draco y Lyra Malfoy. Los tres pequeños de apenas un año de edad destrozaban los envoltorios, ignorando los juguetes que venían dentro mientras peleaban para ver quien comía primero el colorido papel; Narcissa, tan sobreprotectora como siempre, limpió el pequeño corral donde los niños jugaban y, con ayuda de Lily Evans Potter, se aseguró que sus hijos permanecieran a salvo al quitar todas las partes pequeñas de los nuevos juguetes.

Euphemia había estado al cuidado de sus tíos, Lucius y Narcissa, puesto que sus padres habían sido enviados a una misión especial para el señor tenebroso. Después de su boda, el matrimonio Malfoy se concentró en invertir su fortuna para asegurarse de que sus hijos nunca pasen necesidades, lo que los acercó a los recién casados Lily y James Potter, quienes habían tenido la misma idea, provocando una gran amistad entre ambas familias.

- Phemi, Harry ¿Qué tienen ahí? Por Merlín ¿En que estaba pensando tu hermana al regalarle al niño un dragón?

- Sabes que a Jessi le encanta entregar guardianes, Lily. Si no mal recuerdo, también le dio un dragón a Hagrid cuando se conocieron.

- Solo espero que no queme las cortinas o ella tendrá que reemplazarlas.

Narcissa estuvo de acuerdo con su amiga puesto que había tenido los mismos problemas cuando sus gemelos cumplieron su primer año, Jessi le había regalado a sus hijos un par de serpientes y estas no dejaban de esconder a sus presas por toda la casa. Sabía que su mejor amiga no tenía malas intenciones y había entregado esos animales a los pequeños para que estos los protegieran, sin embargo, le hubiera gustado que preguntara que tipo de mascota sería buena para sus hijos antes de hacerles el regalo.

Por su parte, el resto de los invitados disfrutaba de ver a los pequeños jugar, Euphemia actuaba como una verdadera líder, siendo Lyra quien se encargaba de que los muchachos obedecieran a los balbuceos de su prima por las buenas o por las malas. Sirius, a pesar de aún no llevarse bien con Severus, parecía adorar a la pequeña hija de su gran amor, puesto que siempre estaba presente en todo evento en el que ella estuviera y la protegía demasiado, incluso muchos bromeaban diciendo que, si algo le ocurriera a Severus, él sería una gran opción para ser padrastro de aquella pequeña.

Todos esperaban un gran futuro para aquellos niños, sin embargo, pocos meses después la tragedia llegó a la casa de los Potter; el señor tenebroso atacó a aquel matrimonio con el fin de acabar con el pequeño Harry y prevenir su futura derrota, no contaba con que el amor de su familia lo salvaría de aquél destino. James logró crear una distracción momentánea mientras su esposa metía a su pequeño en una canasta y envolvía un pequeño peluche entre las mantas de la cuna para tratar de engañar al señor tenebroso, Lily abrazó a su hijo por última vez y entregó la canasta al dragón que su cuñada les había entregado, dando la orden de llevarlo a un lugar seguro. Lamentablemente, no se dio cuenta de que su más grande temor estaba detrás de ella.

Voldemort notó el engaño y apuntó su varita a aquel bebé antes de lanzar aquél hechizo mortal a la canasta, la pelirroja no dudó ni un segundo en interponerse en el camino de aquella maldición, contrario a lo que aquél hombre esperaba. Él creía que las personas eran capaces de sacrificarlo todo con tal de sobrevivir, sin embargo, Lily Potter no estaba dispuesta a sacrificar a su hijo por ello. Esa noche el amor de su madre salvó a Harry pero condenó a sus padres a una muerte instantánea.

Remus Lupin se levantó de la cama horas más tarde al oír los insistentes golpeteos en su ventana, la cual abrió creyendo que sería el pequeño cuervo de los Snape con otra dosis de su poción matalobos, pero aquello le parecía extraño ya que apenas habían pasado algunos días desde la última luna llena y aún tenía muchas botellas de aquella poción almacenadas en su sótano. El rubio se sorprendió al ver al dragón de los Potter en su ventana y, en cuanto notó que su sobrino estaba en la canasta, convocó a una reunión de emergencia de la orden del Fénix.

Un mes más tarde, dos supuestos mortifagos fueron encarcelados en Azkaban, siendo acusados de haber sido cómplices en el crimen del Valle de Godric. Jessica Potter y Sirius Black fueron encontrados en una florería cercana al cementerio, iban a llevar flores a las tumbas del matrimonio y de su amigo, Peter Pettigrew quien había sido atacado días después del asesinato de los Potter; sin embargo, nunca lograron cumplir con su cometido.

- Señorita Jessica Beatrice Potter, teniendo en cuenta las pruebas en su contra respecto a los crímenes ¿Cómo se declara?

- Inocente, su señoría. James Potter era mi hermano, Lily Evans y Peter Pettigrew fueron mis amigos ¿Porqué habría yo de cometer actos tan atroces contra ellos?

- Para demostrar su lealtad, a quien-no-debe-ser-nombrado, tal vez. Lamento decir, señorita Potter, que todas las pruebas están en contra de usted y el señor Black, hay testigos que los vieron en casa de su hermano horas antes de su muerte y sabemos que el señor Pettigrew fue uno de ellos. Este tribunal la considera, por lo tanto, culpable de ser cómplice en los asesinatos de James Potter, Lily Evans Potter y Peter Pettigrew. Su condena es una sentencia eterna en Azkaban.

Severus no podía creer la estupidez de aquel jurado, él sabía a la perfección que su prometida era inocente, incluso habría jurado que Sirius Black también lo era pero no había nada que pudiera hacer al respecto. A ninguno de los presentes pareció importarle buscar pruebas reales, sólo se dejaron llevar por la marca en el antebrazo de aquella mujer, no importó cuantas veces se pidiera un segundo juicio, todos consideraban que sólo por ser una mortífaga ella merecía estar en prisión.

Lucius y Narcissa comprendían el dolor de su amigo, lo ayudaron en todo lo que pudieron, incluso en cuidar a aquella niña que él parecía negarse a siquiera mirar por el gran parecido que ella tenía con su madre. Albus Dumbledore se dio cuenta de ello y decidió citar al hombre a su oficina, Severus ya había perdido a dos de las mujeres más importantes de su vida, su madre quien había fallecido poco después del nacimiento de la niña, y ahora su prometida, no podía dejarlo perder a su hija también.

- ¿Me llamaste, Albus?

- Severus, no creí que fueras a presentarse, me has estado evitando estos días ¿Puedo saber porqué?

- Porque sé lo que vas a decir, sé que te molesta que haya enviado a Euphemia con los Malfoy, pero ella estará mejor allí, estará a salvo. ¿No es esa la razón por la que enviaste a Harry con los Dursley también?

- Sabes bien que la situación no es la misma. Harry no tiene a nadie que se haga cargo de él, Remus está ocupado buscando la forma de sacar a Sirius y Jessica de Azkaban; y si el señor tenebroso se enterara que tú o los Malfoy están cuidando del niño que sobrevivió, los atacaría sin dudarlo. Euphemia acaba de perder a su madre, Severus, no la hagas sentir que también perdió a su padre. Ella te necesita, tú la necesitas ¿Cómo crees que se sentiría Jessica de saber que abandonaste a tu hija?

El pelinegro suspiró, sabía que aquél hombre tenía razón pero cada vez que veía a su hija no podía dejar de pensar en su prometida. Se arrepentía de haberla dejado ir con Sirius aquel día, ambos habían ido a advertirle a James sobre la profecía pero él decidió no escucharlos, se arrepentía de no haberla desposado cuando tuvo la oportunidad y, sobre todo, se arrepentía de no haber matado a todos y cada uno de los jurados en su juicio el día que la enviaron a Azkaban. En ese momento recordó las palabras de la castaña mientras los aurores la arrastraban fuera del estrado, ella le había prometido que volverían a encontrarse, lo único que le pedía a cambio era que cuidara a su pequeña, a Jessica no le importó ser condenada, no le importó ser encerrada en Azkaban, ni inculpada por un juicio que no cometió; lo único que a ella le importaba, era el que su hija estuviera a salvo.

Apenas unas horas después de aquella conversación, el de cabello azabache llegó a la mansión Malfoy, sorprendiendo a todos los presentes cuando cargó a su hija. Habían pasado varios meses desde que Severus había siquiera visto a su hija, sin embargo, la pequeña pareció reconocerlo al instante ya que mostró su sonrisa más brillante mientras se aferraba a él. Narcissa se conmovió por aquella escena y tomó a sus gemelos quienes se habían aferrado a los pies de su padrino al verlo llegar, sabía que los niños adoraban a aquél hombre tanto como él los adoraba a ellos, pero debían dejar que padre e hija tuvieran privacidad.

Había pasado mucho tiempo desde que ambos Snape sonrieron con sinceridad, pero esa noche, al por fin estar juntos de nuevo, se permitieron ser felices otra vez.

El cuervo y la serpiente - Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora